En una conversación en el Hotel Bauen, Pablo Llonto propone pensar de otra forma el periodismo del campo popular. La lucha contra el Grupo Clarín y a favor de lo colectivo que, hoy por ejemplo, representa AGR.
Cuando estudiábamos periodismo, queríamos decir lo que todos callaban. Investigar, luchar por los derechos humanos y contra las injusticias, escribir para quebrar a los poderosos que no reparten su tajada y unirse colectivamente para enfrentarlos. Entonces, si queríamos hacer eso, irremediablemente en el medio del camino nos aparecían los nombres y las personas que estaban haciéndolo. Por ejemplo Pablo Llonto, periodista, abogado de Derechos Humanos, buscador de historias ocultas, sin miedo a enfrentar al poder, crítico mordaz del periodismo ejercido en los principales medios de comunicación y despedido de Clarín por intentar unir a los trabajadores en asamblea. Hoy que intentamos seguir el camino del periodismo con el que alguna vez soñamos, nos dimos cuenta que era la persona con la queríamos empezar la sección de Conversaciones en el Hotel Bauen. No solo hacerle preguntas, sino conversar sobre la actualidad del periodismo, del presente político, de los retrocesos en materia de Derechos Humanos, de los errores sociales y comunicacionales del kirchnerismo y de cómo intentar la unidad colectiva de los trabajadores en un medio y en un país donde desde el deporte hasta la política, lo que se prioriza son las individualidades.
Llonto es autor de dos libros imprescindibles que debieran ser lectura obligatoria (no sólo) en las escuelas de periodismo. Esos libros son La verguenza de Todos -la investigación más contundente acerca del Mundial 78- y la Noble Ernestina, en el que cuenta como Roberto Noble, su viuda Ernestina Hererra de Noble y el CEO, Héctor Magnetto, con los beneficios que les otorgaron gobiernos democráticos y militares consolidaron un monopolio ilegal y avallasador de los derechos laborales y unos cuantos otros. Y por supuesto, también, cómo Clarín se ha encargado de digitar la política y la economía del país. Además Llonto fue uno de los 117 trabajadores despidos en el año 2000 por avalar y participar de una comisión interna. Por eso el primer tema de conversación surge solo y es AGR. En recortes, despidos, ataques a la organización y libertad sindical en el Grupo Clarín, Llonto tiene cierta experiencia: ya conoce la historia.
Hay que convencer a la clase media porteña, que es el grueso de los lectores de Clarín. Hay un sector que tomó conciencia y al que le podés decir: no compren el diario. Pero es más difícil decirles que se borren de Cablevisión. Clarín logró diversificarse y que su poderío entre por otras venas.
“Otra vez se repite la jugada de, con los argumentos de una reestructuración, limpiar a toda la organización sindical. Cuando fue el último sacudón grande en el 2000 tuvo esas características: la empresa venía con una restructuración, despidiendo mes a mes y ofreciendo toda la indemnización. Iba desguazando la redacción, y se formó una organización sindical muy activa y muy fuerte, y la empresa sacudió a toda esa organización, echó a la comisión interna y el activismo y terminó con esa restructuración. Acá parece haber características similares. Clarín está achicando muy fuerte sus planteles. En 2016, del edificio de Tacuarí se fueron 250 trabajadores con una indemnización especial del 160 %. Muchos compañeros se fueron. Me crucé con un telefonista que se había ido con casi dos millones de pesos. La gente se va. Clarín lo estaba haciendo también en la otra planta y empezó a hacerlo en AGR. Sin embargo ahí hubo resistencia. Tienen una organización sindical muy fuerte. Los trabajadores empezaron a decir que no al achique del convenio. Con trabajos muy activos de asambleas y comisiones internas, bien politizadas. En Clarín no se esperaban la toma. De todos modos, el panorama es que cerrarán la planta, achicarán el personal e imprimirán en la planta de Zepita las revistas, o en una planta más chica. Es la confirmación de lo que ocurre. Cuando tienen la oportunidad de descabezar comisiones y arrasar, lo hacen. Ya lo hicieron en 2000, cuando cerraron la revista Mística, y cerraron la corrección. Hace 17 años que Clarín no tiene correctores. En ese momento echaron a 30 correctores porque ahí estaba gran parte del activismo”, se explaya Llonto y la conversación se inicia.
Desde el libro La Noble Ernestina que escribiste hace más de una década a este presente, ¿qué cambió?
Durante este periodo hubo al menos dos o tres rounds entre el gobierno y el grupo, que antes no había. En términos estructurales y políticos, Clarín ganó la pelea. La diferencia está en que un porcentaje, no sé decir cuánto, un 20 o 25% de los argentinos tiene una clara idea de lo que es el grupo. Ya no ve más a Clarín como el diario, me parece que no es tanto pero comparado con antes es bastante. Hay un sector de la sociedad que sabe que ahí hay un poder económico y político contra el que hay que pelear. Hay otra parte a la que hablar, que convencer, sobre todo la clase media porteña, que es el grueso de sus lectores. Decir Clarín, para muchos, ya arrastra un debate político. Pero Clarín logró diversificarse y que su poderío entre por otras venas. Entonces ya es más complejo porque discutir Cablevisión no es lo mismo que el diario. Vos le podés decir a ese 20 por ciento: no compre Clarín. Pero es más difícil decirles que se borren de Cablevisión.
Quiero discutir el tema de que los compañeros que están en los medios se vayan de ahí y esos medios hagan periodismo con su mierda de periodistas, que ya la tienen. Y con sus escuelas de periodismo, que también las tienen. Y nosotros no le demos a ellos los elementos humanos. Que no le dediquemos nuestra vida durante 40 años a Clarín, La Nación o TN. Para mí esa no es una vida digna. Creo que la vida digna es irse.
¿Creés que en algún momento del kirchnerismo se podría haber avanzado de otra manera y no se lo hizo?
Yo creo que se pudo hacer otro tipo de periodismo, otra táctica de combate. Ahora con Clarín es difícil. A uno le encantaría decir que se podrían haber hecho medidas y ya. Pero eso responde más al corazón de uno que a la realidad. Si se armaban buenos argumentos jurídicos, se podía expropiar Papel Prensa. Lo que sí me parece es que se perdió una gran oportunidad de debate periodístico en los medios. Y esto no por hablar con los hechos consumados, porque hace mucho tiempo que se veía venir con Szpolski y Cristóbal López. Se nombraba entre los medios oficialistas a Radio 10, donde estaban Feinmann (Eduardo) y Baby Etchecopar…. Eso tiene que ver con que le confiaron a algunos empresarios el manejo de los medios que supuestamente iban a hacer la otra cara y la otra voz. Y ahí se perdió una oportunidad importante.
¿Y cuál hubiera sido la estrategia?
Hacer algo que no se hizo en muchos sectores: convocar a los trabajadores. En un momento el kirchnerismo tuvo a un importante sector de trabajadores de los medios de comunicación dispuesto a hacer muchas cosas. Por lo menos a sentarse a hablar. Pero no se los convocó, se tomaron decisiones por arriba. Espero que la lección sea - si se aprendió- que si se vuelve en los lugares donde los trabajadores y los gremios dan apertura se pueda discutir políticas. Que se discuta sobre los medios de comunicación y la enseñanza del periodismo. Y que pase lo mismo con la educación y la energía. Sentarse a dialogar con los trabajadores y desde ahí discutir las políticas. Si es un gobierno popular tendría, la próxima vez, que funcionar de esa manera. Todos los jóvenes tienen que pensar con otra perspectiva. ¿Cómo no se pudo crear canales con la tv digital? Teniendo tanto apoyo en las universidades, ¿cómo no se pudo hacer otro tipo de contenidos?
-¿Eso no se hizo por falta de planificación o porque a veces necesitás sí o sí que un sector de la población te apoye, que se interese en ese canal?
-Son cuestiones en las que tenés que combinar lo político y profesional. El tema de la comunicación tiene ambas patas. También es debatir con tu propia tropa cómo cambiar tu mentalidad y usar los medios de comunicación. Si no se da eso hay un terreno en el que no te estás metiendo. Nosotros en la facultad de Periodismo de La Plata, pese a que es una comunidad con estudiantado militante, también tenemos mucho que construir. Criticamos cuál es la agenda y cuál es la noticia. Es muy fácil criticarlo, está bueno hacerlo, pero cuando lo tenemos que construir nosotros es otra cosa. Cuando salió la Ley de Medios yo reuní a comunicadores para armar un canal de noticias de 24 horas hecho por los trabajadores de prensa. Hicimos 20 reuniones y no había forma de ponerse de acuerdo. Eso marca que necesitamos muchas reuniones pero también discutir teoría comunicacional y qué significa marcar agenda. Eso por abajo. Por arriba, la discusión va por otro lado: el día que se vuelva, hay que abrir la cancha. Porque si otra vez la discusión se va a centrar en a quién ponen en la TV Pública o en Télam, va ser mal camino. ¿Qué alianzas se van a hacer? ¿Con empresarios otra vez?
No puede ser que la pauta sea: 'El que más gana, más tiene'. ¿Cómo puede ser eso? Otra vez retrocedimos a que Clarín, como es el más grande, tiene que recibir más de 500 y pico de millones. ¡Es el subsidio al millonario! ¡Y eso está aceptado por nosotros los periodistas!
-¿Cómo ves el rol de los medios y los periodistas en este contexto adverso?
Hoy es resistencia periodística, tratar de meter las cuestiones de lucha en redes sociales y medios alternativos. Y difundir desde ahí. Volvimos a la previa de 2001. Hoy obviamente con más carriles. Hoy tratamos de ver cómo hechos que están ocultos se difunden por la mayor cantidad de medios posibles. Casi nos olvidamos de plantear agenda, más bien estamos en darle unos minutos a tal o cual represión o tema invisibilizado. No tenemos equipo para investigar lo de los Panamá Papers. No tenemos la posibilidad de poner a diez compañeros para que durante dos años se dediquen a investigar. Lo mismo con las investigaciones a los funcionarios. Los compañeros están en apagar incendios. La definición de la agenda no la tenemos. Creo que en algún momento la vamos a poder hacer pero el tema es si del otro lado estarán las condiciones para recibir esa agenda. ¿Va a haber recepción a eso? Es parte de lo que estábamos haciendo, hay que discutirlo. Yo escuchaba que se hablaba de la pelea de la agenda y todavía no tenemos clara nuestra agenda. Estábamos en eso, pero ahora estamos un casillero atrás. Pero bueno, habrá que hacerlo.
Igual este gobierno va generando una propia agenda opositora....
Nosotros tenemos hoy la ventaja de hacer periodismo opositor. Mostramos otro lado. Nos da la posibilidad de instalar temas pero desde lo defensivo. Nosotros no estábamos hablando de los mapuches, tuvo que venir la represión; no hablábamos todos los días de la flexibilización laboral, tuvo que venir lo de los petroleros o lo de AGR. Nosotros venimos muy atrás. Excepto alguno como Pedro Brieger y algunos más, la cabeza del periodista de acá todavía funciona ignorando a Latinoamérica como generador de noticias. En los medios no tenés información de Latinoamérica y pasa inclusive en los medios alternativos. Nadie habla de Perú cuando tenemos una gran comunidad peruana en el país. Igual que la boliviana o la paraguaya. A esa gente a la que hay que hablarle, ese sector de la información no existe.
Mientras Llonto habla de marcar agenda y de cómo cambiar la mirada. Arriba suyo hay un televisor que parece pegarnos con la realidad. Nos marca las “noticias” que se consumen por ejemplo en los bares. La televisión en algún canal del Grupo. Los diarios Clarín y La Nación y todas sus secciones desparramadas por las distintas mesas. Ahora la televisión está en un canal de deportes. Siete panelistas y un conductor gritan y lanzan sentencias. Las mismas de siempre. Que tal jugador no está a la altura del plantel. Que la selección hay que armarla con los jugadores del fútbol local. Que tal técnico fracasó. Para muestra sobra un botón. Para muestra del periodismo de los grandes pulpos informativos alcanza con el deportivo.
Así como desde los medios, especialmente desde los del Grupo, fustigan contra las uniones colectivas de los trabajadores también hay una especie de batalla que se perdió, dentro del periodismo deportivo. Se da la individualización de todo. De un deporte colectivo como el fútbol, el periodismo hizo uno individual donde todo es responsabilidad de una persona, como pasa con Messi por ejemplo….
En el periodismo televisivo, que es el más difícil, en el que hay que ir a la disputa de acontecimientos, de partidos, eventos y torneos, tal vez implique un mayor esfuerzo. Hay que luchar contra la imagen de la figura, que es mucho más fuerte. Nos pasaría lo mismo en el rubro de Espectáculos. Nunca lo experimentamos, hablo desde el costado teórico. Ni nos preocupamos por pensar cómo sería un canal alternativo de periodismo deportivo en Argentina. ¿Cubriríamos de otra manera los River-Boca, los entrenamientos de Independiente? ¿O romperíamos muy fuerte, y eso sería apenas una pequeña información, y la gran información sería otra, con una cobertura visual tan fuerte que el televidente se engancharía? ¿Estamos en condiciones de hacer eso?
Cuando Capusotto decide hacer humor a la manera en que lo hizo, realiza una ruptura con muchos modelos de hacer humor. Yo no digo que eso fue un éxito. Lo que digo es: esto dejó una senda. La revista Barcelona también. Esta prueba, de ir por ese carril, la vamos a tener que hacer en todos los terrenos de la comunicación. Creo que ahí se ve parte de lo que empezó muy micro en los años del kirchnerismo, y ahora estamos otra vez viendo cómo sobrevivimos, pero esta discusión hay que mantenerla, y donde se pueda, hay que darla. En los lugares a donde voy y hay periodistas, les digo: “Lo que tenemos que hacer es juntarnos, los que más o menos pensamos parecido y pedir una reunión con Cristina (Kirchner)”. Ahora. De hecho yo pedí reunirme con algunos compañeros del SiPreBA para plantear este tema adentro del sindicato. Necesitamos reuniones para discutir esto. Y ver qué surge. Porque quizá no haya muchos que lo quieran así. Quizá quieran seguir estando dentro de los medios, ganar bien, que nos respeten el convenio, pero no pensar en variantes o alternativas de comunicación. Y ahí diré: bueno, será una opción sindical y nos dedicaremos solamente a eso, y los que puedan y quieran hacer algo, que lo hagan con medios alternativos. Creo que dentro de nuestro gremio, esta es la discusión. ¿Les regalamos eso? Bueno. Pero que sea una decisión. Yo, la verdad es que quiero discutirla. Yo quiero discutir el tema de que los compañeros que están en los medios se vayan de los medios. Que se vayan de ahí y esos medios hagan periodismo con su mierda de periodistas, que ya la tienen. Y con sus escuelas de periodismo, que también las tienen. Y nosotros no le demos a ellos los elementos humanos. Que no le dediquen su vida durante 40 años a Clarín, La Nación, TN, y demás. Hay algún compañero que te dice que en esos medios, cada tanto, tiene un huequito, y mete algo. Pero cuando cumpliste los 65 y te jubilaste, metiste cien huequitos contra dos millones de mierdas que hiciste. Entonces, la verdad, para mí esa no es una vida digna. Creo que la vida digna es irse.
¿SiPreBA debería ser un sindicato con mayor espíritu inclusivo? De hecho, los medios que están difundiendo la crisis en el gremio de prensa somos los autogestionados.
Si SiPreBA se convierte en solamente un sindicato para pelear con patrones, el final está cantado. Será un sindicato un poco más transparente y combativo que la UTPBA, pero a nivel de lo que hay que hacer en materia de comunicación, será otra batalla perdida. El nacimiento de SiPreBA contenía ese punto. Recuerdo a compañeros hablando en esa asamblea, que no solamente había que discutir el sindicato en sí, sino la inclusión de otros. Y la cuestión es que la inclusión tiene que ser lo primero. Es decir, no somos un sindicato más. Eso está claro. Y lo mismo tienen que hacer los docentes. O sea, está buenísimo que los docentes sean muy combativos, que ganen cada vez más, y que tengan mayores conquistas. Pero si los docentes no discuten la educación, serán una muy buena herramienta, muy bien paga, con muchas conquistas, pero seguirán siendo un buen vehículo para meter la educación de mierda de ellos. Se tienen que discutir los contenidos de la educación. De hecho, en algún momento, Suteba lo empezó a hacer, pero es cierto que la marea del día a día te lleva. El tema es que no te lleve toda la vida. Volviendo al SiPreBA, en algún momento hay que parar y poner 50 compañeros a discutir estas cuestiones teóricas; a pegarse los compañeros que ya estén inmersos en la comunicación alternativa, ver qué está pasando allí, qué está costando, qué se necesita, cómo debería ser el apoyo del sindicato, qué se debería reclamarle al Estado para que apoye a estos medios. El sindicato tiene que estar discutiendo con los gobiernos la mentira de la pauta oficial. No puede ser que la pauta sea: “El que más gana, más tiene”. ¿Cómo puede ser eso? Otra vez retrocedimos a que Clarín, como es el más grande, tiene que recibir más de 500 y pico de millones. ¡Es el subsidio al millonario! ¡Y eso está aceptado por nosotros los periodistas! El sindicato tiene que oponerse a eso. Y mucho más en este momento. Ya lo discutíamos hace 20 años y hacía ruido porque te decían: si el Estado tiene que publicar un aviso, lo tiene que poner en los medios masivos. Pero esta mentira, no se la crean. ¿Cuánta gente lee los avisos esos de mierda que están en la última página de Clarín o de La Nación? Nadie. Es una mentira, una ficción para darle guita a los medios hegemónicos. Y hoy, que esa discusión no existe, porque el Estado ya puede difundir como quiera, y lo va a leer el país entero por redes sociales o en las páginas oficiales, la pauta tiene otro sentido. Es decir, es el mismo que tenía antes, pero ahora está más claro. Entonces, no puede ser que el sindicato lo tolere. Hay que ir y decirle al estado que la pauta que son subsidios, tiene que ir a ayudar a los que menos tienen. Inclusive a los medios de ellos que menos tienen, para que sea completamente democrático.
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