María fue el sábado pasado a comprar ropa a Flores junto a sus dos hijas y terminó detenida, golpeada y torturada. Su delito: preguntar qué pasaba con los senegaleses.
Fui a Flores a comprar ropa con mis dos hijas, cuando de repente veo que lo están golpeando a uno de los muchachos senegaleses. Tenían a uno en el piso, sentado y con algo en el cuello. Pensé que lo estaban ahorcando, entonces me acerqué para ver bien qué pasaba. En ese momento un policía me pega una trompada, y se escuda detrás de sus compañeras. Después viene una mujer policía de atrás y me arranca de los pelos. Me separan de mis dos hijas y me llevan detenida.
Como no quiero subir al patrullero, me pegan en las costillas. No tenía manera de defenderme, y no me decían a dónde me llevaban. Empecé a llamar a mi familia con mi celular, que no habían logrado sacarme. Primero me llevan a la comisaría 50, donde me pegan entre cuatro o cinco policías. ¡Y las cosas que me dicen! Amenazas como: ‘Ahora vas a ver lo que es bueno’, ‘¿Vos te crees que estamos en el gobierno anterior?’, ‘Seguí gritando que te va a ir peor’, ‘Eso te pasa por hablar’.
‘¿Así que vos sufrís el encierro? ¿Y cuando vas al baño vas acompañada?’, se burlaban.
Cuando llegamos a la comisaría 50, me dejan un rato en el patrullero y vienen dos mujeres policías. Mientras una me distrae con el precinto que me apretaba la mano, la otra me pega una trompada y me tira del patrullero. La que me tenía del brazo me arrastra y llaman a tres policías varones, que son los que me empiezan a pegar patadas para ponerme las esposas. Después me llevan a la comisaría 13 y me mantienen tres horas en un patrullero. Entro a la comisaría, me sacan todo y pasó al médico que ni me revisa los golpes. Estuve hasta el domingo hasta las 4 de la tarde. No me dieron mis pastillas psiquiátricas, no pude ver a mi familia, estuve sin comer ni tomar nada, muerta de frío.
El maltrato fue peor del personal femenino que masculino, incluso. Solo una mujer policía me habló humanamente. Los varones me ignoraban y las mujeres me gastaban, se reían de mí. ‘¿Así que vos sufrís el encierro? ¿Y cuando vas al baño vas acompañada?’, se burlaban.
Me decían que no había familiares míos y era mentira. Mi esposo estuvo ahí todo el tiempo y no me dejaban verlo. A él le decían que yo dormía. Y no. Yo me pasé 26 horas llorando a los gritos. Estando en el calabozo tuve mucho miedo, no sabía qué me podían hacer. Era la primera vez que estaba ahí. Y ya me habían pegado. Me podía pasar cualquier cosa.
Hasta a una señora mayor le pegaron, a todos, fueron solo a reprimir. Solo a eso.
A ningún ser humano se lo trata así. Fue tremendo lo que viví. Yo no hice nada malo, no robé ni golpeé a nadie. Siempre fueron ellos. Me abrieron una causa que me daña. Me iban a ascender a la vicedirección y no va a poder ser por tener una causa. No es justo lo que me hicieron, y no solo a mí, a todo el mundo. Lo deben hacer todo el tiempo.
Me decían que por hablar demás y abrir la boca estaba ahí. Lo que hice fue interesarme por la situación de los senegaleses y después preguntar por qué me pegaban a mí. Nada más. Es injusto porque los senegaleses viven de su trabajo. ¿Qué quieren que haga? Están trabajando dignamente.
A los policías les molestó que la gente se involucre y vea lo que ellos hacían. Lo que me hicieron a mí es de malas personas. Hasta a una señora mayor le pegaron, a todos, fueron solo a reprimir. Solo a eso”.
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