"En las escuelas prohibieron decir que la minería contamina"
por Pablo Bruetman14 de septiembre de 2017
La Barrick Gold llega a las aulas. El proceso final de adoctrinamiento para que chicos y chicas sean educados para defender la explotación minera.
“La política no puede entrar en la escuela”. Con esa frase le dijeron a la Asamblea Jáchal No Se Toca que no podían ingresar a las aulas para dar charlas informativas sobre los efectos contaminantes de la megaminería. Pero la política entró por todos lados. Junto a la Barrick Gold. Y ahora también la Shandong Gold. Al principio fueron libros con cuentos sobre lo maravillosa y pura que es la gota de agua luego de pasar por la minería. Después donaciones de pupitres. Avanzaron hasta lograr el objetivo: ser los dueños de la educación. La financian, deciden los contenidos, forman a alumnos y alumnas para trabajar en sus empresas y convencen a todo un pueblo de que así serán felices y exitosos.
Mina Veladero firmó un convenio educativo con los ministerios de Educación y de Minería de la provincia de San Juan. El diario La Nación aseguró que se trata del camino hacia un futuro sustentable. Pero Eliana Laredo -integrante de la Asamblea Jáchal No Se Toca- no lo ve de esa manera: “Es un desastre. Han dado un nuevo paso: conseguir que los colegios reciban de forma legal plata de la minería. A través de esa ayuda, la minería tiene libertad para repartir folletos, dar información y charlas a los chicos. Y a los más grandes les dan capacitación para ser futuros mineros. Les meten la idea de que van a trabajar poco y ganar muy bien, y que van a tener un estado de salud perfecto. Y que además van a ayudar a su pueblo porque el pueblo crecerá con la minería”.
Y el pueblo crece. Es cierto. Con sus millones, la Barrick pavimenta las calles, urbaniza, hace acueductos, cloacas y brinda electricidad a Jáchal. Y así está ganando la batalla social. Así como con sus recursos económicos corrió a la asamblea de las escuelas, también con las regalías de la minería conquistan a los pobladores. Hasta un hospital nuevo les están haciendo. “Vamos a morir todos de cáncer pero en un hospital lindo”, se resigna Eliana.
Jáchal “progresa”. Iglesias, la otra zona afectada por la Mina Veladero no. Allí la Barrick no urbaniza. ¿Por qué? Porque la asamblea, los que se “quejan” están en Jáchal. “Cómo será que Jáchal es el que molesta que ellos están en Iglesias y a Iglesias no le llega nada, y todas las cosas vienen para Jáchal. Compran voluntades. Están haciendo todo junto ahora. Hace 15 años que están explotando y Jáchal está en un pozo, cada vez más pobre y contaminado. Y ahora entra plata por todos lados: pavimentan, llegan máquinas agricultoras, el hospital. Sillas, mesas, útiles, bancos y pintura para las escuelas. Con eso convencen a los chicos de que todo progresa gracias a la minería”.
A los chicos y a los más grandes también: “Convencen a la sociedad de que se necesita a la minería para que el pueblo salga de la pobreza. Hacen un lavado de cerebro desde los más chiquitos a los más grandes. Los van adoctrinando para que digan: ‘bueno, ¿qué hago? Sé manejar una máquina. Tengo que trabajar en una minera’”.
El primer derrame en Mina Veladero fue el 13 de septiembre de 2015. Ya pasaron dos años. “En ese momento fuimos a pedir autorización a los directivos de las escuela y al Ministerio de Educación para ver si nos permitían dar la charla informativa en los colegios para que los chicos estuvieran informados de las consecuencias que tiene la minería si no se tiene los recaudos y controles suficientes. Y siempre se nos ha negado. Porque era hacer política. Pero mientras la empresa repartió folletos en las escuelas siempre”, explica Eliana el doble estándar de los gobiernos provinciales y nacionales. Si educan los y las que defienden al medio ambiente y a la vida es adoctrinamiento, si enseñan quienes contaminan no lo es.
El adoctrinamiento minero empezó con libros de cuentos infantiles que repartían el Ministerio de Educación y el de Minería. Uno de los cuentos contaba la vida de la gotita dentro de la mina. “Iba feliz y contenta por la mina atravesando los procesos por los que pasa hasta que vuelve al río, adonde regresaba lo más pura y natural”, resume Eliana el contenido de los libros que salieron de circulación tras el derrame de septiembre de 2016. Pero fue solo una pequeña concesión para tomar más impulso: “Ahora con esto que han firmado, superaron todos los límites y las expectativas de caradurez que podían tener. A nosotros nos negaron la posibilidad de decirle la verdad a los chicos en las escuelas, mientras ellos firman este convenio con las empresas multinacionales que nos contaminan. Ahora las docentes tienen prohibido decir que la minería contamina”.
Como Santiago Maldonado, como la palabra agrotóxicos. Hay muchas palabras prohibidas este año en las escuelas. Dicen que es para evitar el adoctrinamiento. Pero el adoctrinamiento empresarial no se cuestiona. Eliana Laredo no se opone a que la Barrick cuente en las escuelas su punto de vista. Pero exige que alumnos y alumnas puedan conocer las distintas miradas: “Queremos que los chicos tengan las dos campanas para que sepan pensar. Nosotros tenemos una frase que es ‘vamos por una educación que nos enseñe a pensar y no a obedecer’. Dentro de las escuelas, algunos directores están a favor y otros en contra, y éstos últimos están con el pie en el cuello por parte del Ministerio de Educación. Tienen prohibido dejarnos entrar a los colegios. Hay directivos que han llamado a la policía para que nos saquen de la puerta de la escuela, porque estábamos repartiendo panfletos informativos”.
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