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Las crisis siempre llevan al cambio

Irene Victoria Massimino, miembro de la Mesa Nacional de la Asociación Pensamiento Penal, realiza un análisis sobre la difícil actualidad del sistema penal.

Tal vez sea desde hace siglos que el sistema penal está en crisis, pero no es objetivo de estas pocas líneas expresarlo como de tal manera, ni analizar las ideas y vueltas históricas que han hecho que éste funcione como el ágora de los excluidos. Pero lo que sí es cierto es que actualmente nos encontramos frente a una crisis profunda del sistema penal que nos demuestra que ninguna de sus reconocidas funciones cumple con las finalidades de dicha palabra, es decir, que funciona conforme al deber ser de las nociones de justicia y derechos humanos. 

El sistema penal conformado por el derecho penal, la administración de justicia, el sistema penitenciario y tantas otras partes de un laberinto interminable, es primordialmente selectivo tanto en los sujetos que elije para ser sometidos a sus encrucijadas, como en los delitos que considera deben ser objeto constante de su accionar. 

Pero entonces, entra en contradicción mi afirmación de que el sistema penal en su modo más holístico no funciona. Pues, desde este punto de vista Ónegativo para quienes abogamos por el cumplimientos de los derechos fundamentales- sí funciona; funciona excluyendo al más débil, al vulnerado; funciona para violar derechos humanos evitando bajo toda circunstancia hasta su más mínimo cumplimiento; funciona para objetivizar y nulificar a la víctima y castigar al imputado; funciona para someter a torturas y a otros tratos crueles que van desde la falta de alimentos al hacinamiento, pasando por innumerables formas de violencia física y psíquica; funciona para aplicar ampliamente la excepcionalidad de la prisión preventiva violando el principio rector de inocencia; en fin, frente a esta lista que podría ser interminable, pareciera que para muchas cosas sí funciona.  

Antoine de Saint Exupery escribió “El hombre se descubre cuando se mide contra un obstáculo.” Y así es como nos sentimos quienes nos encontramos de alguna u otra manera en una batalla diaria y constante por el cambio. Por el cambio de un sistema penal que funcione acorde a las necesidades sociales, respetando primordialmente los derechos básicos de hombres y mujeres que por alguna u otra razón han llegado a encontrarse en las calles de su laberinto. Y por un sistema penal que no sea utilizado de manera primordial, sino como último recurso  frente a los conflictos sociales. 

Es desde esta lucha que hace ya casi diez años un grupo de personas decidió nuclearse Óen el mejor sentido de la palabra- e institucionalizar sus ideas, prácticas, trabajos e ideales a través de la Asociación Pensamiento Penal. Desde allí, un conjunto de hombres y mujeres trabaja diariamente por esos cambios, con la esperanza de que las crisis profundas solo tienen salida con cambios drásticos y esenciales. 

Es por ello que desde la APP generamos un sinnúmero de activismos como la incidencia práctica a través de las intervenciones como amigos del tribunal en casos emblemáticos donde se han violado o existe el riesgo de violación de derechos básicos y garantías legalmente reconocidas, la realización de comunicados de prensa, la participación en la creación de políticas públicas y el trabajo en conjunto con otros organismos de la sociedad civil y el Estado. La incidencia también es académica a través de cursos, conferencias y presentaciones a los largo y ancho de país, pues la crisis es federal así como lo es nuestro trabajo. Y más recientemente hemos construido una defensa de derechos a través del Observatorio de Prácticas del Sistema Penal con la finalidad de visibilizar las malas y buenas prácticas de ese sistema penal descripto (www.opsp.com.ar).

Vuelvo a repetir, la crisis es grave y profunda y sus consecuencias son muchas y mayormente irreversibles para quienes están a la deriva y mando del poder punitivo del Estado; sin embargo, esa misma crisis es la misma que nos abre la puerta del cambio, y es por ella que debemos entrar.