La revolución de unos pocos

por Saverio Lanza
25 de mayo de 2017

¿De quién fue la revolución de mayo? ¿Cuán importante resultó, realmente? ¿Es una fecha dibujada por actores históricos que contribuyeron -directa o indirectamente- a la colonización de los terruños indígenas de Argentina? Las naciones originarias, los hijos nacidos de la Pacha misma, susurran otra historia. El Pueblo Mapuche truena. Quien quiera oír, que oiga.

Cordillera mendocina. Bien al sur. En Malargüe, así su silabeo colonial. Zoom al mapa, y una de las primeras avenidas de la ciudad que aparece –casi como una mueca bárbara del destino– es la avenida Julio Argentino Roca. Pero no es una mueca, ni casualidad alguna; se trata de la historia argentina desnuda. La del relato cínico y nefasto. El cuento de quienes ganaron. De quienes usurparon, asesinaron, y conquistaron. Alguna voz sabia expresó que las verdades latentes –irremediablemente– resurgen, y se terminan adueñando –por defecto– de la historia. Esas voces, acalladas durante siglos, preanuncian el refucilo del inefable y estremecedor trueno del silencio.

Historia de venas abiertas. Siglos de relatos. De revoluciones, de mayos, de escarapelas, de cabildos, de independencias. Siglos de una historia uniforme, sistemática, monocorde. Hasta las inexactitudes fueron justificadas metódicamente. Veinticinco de mayo, celebración porteña. Desde allí, unos mil doscientos kilómetros hacia el sudoeste, el viento cordillerano acaricia las pendientes, alborota los espejos de agua, mece las briosas solupes que crecen en terrenos arenosos. Desde allí, truenan las voces del silencio.

Malargüe, en verdad, proviene del mapudungun Malal We. Significa "el país de los corrales de piedra", debido a formaciones montañosas adonde el pueblo mapuche arriaba su ganado. Gabriel Jofré, mapuche de malalweche (la cálida forma de decir "gente de Malalwe"), Werken de una organización que se llama “Organización, Identidad Territorial Malalweche”, ordena sus cosas, se acomoda y dice: "Hace 200 años, el territorio argentino era sólo un 10% del actual, y en su mayoría eran ciudades vinculadas por caminos de carretas o por ríos navegables. La revolución de mayo es un relato que fue impuesto a los pueblos originarios, con una historia impulsada por Bartolomé Mitre y la Generación del 80. Una campaña militar con el fin de dar comienzo al moderno Estado Nación argentino, entre 1875 y 1885. En esta década siniestra, se avanzó sobre territorios indígenas, y se estableció un relato de la historia, del que los pueblos indígenas quedaron ausentes. Hoy, los pueblos naciones originarios, han iniciado un proceso de deconstrucción de ese relato, tanto desde el aspecto oral y la memoria colectiva, como desde los claustros académicos".

La otra historia. La del murmullo atronador. Quien quiera oír, que oiga.

"Mendoza, centro-sur de San Luis, centro-sur de Córdoba, centro-sur de Buenos Aires -casi toda la provincia-, era el territorio de frontera hasta 1875. Una zona de encuentro, donde durante 300 años se convivió con la gente de la colonia, con la cual se establecieron vínculos comerciales. Eran del tipo griego, como ciudades-estado, que desde allí se ordenaban y se relacionaban con ese territorio amplio, grande y disperso que eran las tierras indígenas", detalla Jofré. Comechingones, Huarpes, Mapuches, Querandíes, Moqoit, Collas, Atacamas, Diaguitas y tantos más. Luego llegaría el eufemismo de la Conquista al Desierto, el genocidio impulsado por Julio Argentino Roca y sus hordas, quienes practicarían un pormenorizado exterminio a tribus, pueblos y naciones, mapuches, ranqueles y tehuelches. Más tarde, la brutal Conquista del espeso monte del Chaco argentino -a fines del siglo XIX y principios del siglo XX- donde los victimarios arrasaron a los Guaycurúes y Mataco-mataguayos, entre muchas otras tribus. El resultado fue la incorporación de estos territorios a lo que hoy se conoce como el Estado Argentino.

"En ese avance, es donde la mayoría de los pueblos se empiezan a enterar de que había habido una revolución en algún momento", explica Jofré, sin disimular la ironía de la historia. "Durante los primeros cien años de esa revolución de mayo –hasta 1910/12, cuando empieza la extranjerización de la tierra a grandes terratenientes– los pueblos originarios no tenían noticias de qué era lo que pasaba en la zona de la colonia. Posteriormente, muchos de nuestros referentes históricos –Tokis, Longkos, Titakines– avanzaron en su formación. Ellos tenían entendimiento en estas ideas. De hecho hay registros escritos (que -obviamente- no están en los relatos oficiales) sobre la participación de los diferentes pueblos originarios, como el Mapuche, en su relación con las coronas británica y portuguesa. Estos relatos han sido negados y borrados, y se sostiene que si se destapan esos relatos, podría ponerse en duda la soberanía actual del Estado Argentino".

–¿Cómo sería esto?

–Más que una duda, es un sentimiento de culpa que tiene la elite aristocrática argentina, que fue compartiendo a través de sus instituciones -como la escuela, la iglesia- este sentimiento de culpa, por haber avanzado deshonrosamente, e invadir territorios de los pueblos indígenas.

–Pero, ¿cómo podría ponerse en duda la conformación fáctica del estado argentino?

–Se podría decir que un Estado-Nación moderno, judeo cristiano, como el Estado Argentino, en 1994 reformó –de forma inconclusa, según mi forma de ver– su Constitución Nacional. Cambiaba el artículo 67, inciso 15, por el actual artículo 75, que son las atribuciones del Congreso –en su inciso 17– que habla sobre el derecho de los pueblos indígenas. Hasta ese año el Estado Argentino planteaba el trato pacífico con los indios en la frontera. Es decir, remarcan "pacífico", como queriendo decir que no éramos pacíficos. Y, los indios, "a la frontera". Te repito, esto decía la Constitución Nacional hasta 1994. Y además hablaba sobre "llevar adelante su evangelización", es decir que debíamos ser convertidos al cristianismo, y al catolicismo en especial, por una Iglesia que estuvo subsidiada por el Estado hasta 1994 (lo sigue estando, pero el subsidio específico para evangelizar al indio ya no lo tiene). Yo llamo a esto "Soberanía Incompleta". En realidad, uno se pregunta ¿cuándo una soberanía puede llegar a ser completa? Y mucho más en un mundo como este, móvil, flexible, y donde estados políticos aparecen y se disuelven, a veces generados por caprichos de las grandes potencias (podríamos nombrar a la ex Yugoslavia, por nombrar un país que estaba siendo desmembrado en el mismo tiempo histórico en que aquí se reformaba la Constitución). Entonces, esta Soberanía Incompleta, esta idea de que los Estados Nación deben ser soberanos y vienen preestablecidos -hasta por nombre de Dios- tienen un pecado desde el origen, que es sangriento: son las invasiones a los territorios indígenas. Esto hace 140 años. Las terceras o cuartas generaciones de originarios, estamos empezando a plantearnos cómo fue que ocurrió esto, porque hoy existe una historia que empieza a flaquear en muchas instancias. La Historia Argentina es un mito, un gran relato mitológico de los orígenes trágicos de una República, que sin embargo ya lleva 150 años -o los 200 que quieren tratar de establecer- de ser contado. De esos 200 años, aproximadamente los 60 años iniciales -donde no llegaba aún la inmigración europea del primer período del siglo XX- Argentina estaba llena de población indígena. Todas las montoneras, los ejércitos de los caudillos, esas guerras internas que cuentan, anárquicas, estaban plagadas de indígenas, de mulatos, de negros, llenas de una diversidad que empezó a ser sojuzgada, y fue "blanqueada", literalmente, en una historia que empezó a dejar gente afuera. Esta historia empieza a hacer agua, ante generaciones que se plantean escenarios diferentes, que también se plantea cuál es esa "verdadera soberanía". Sobre todo cuando tenemos gobiernos que van y vienen, como si fuese un juego de elite, de quién tiene en su poder la caja, el dinero, y quiénes manejan los destinos macroeconómicos del resto de la ciudadanía. Una ciudadanía que actualmente alcanza a un 60% -aproximadamente- de descendientes de pueblos originarios. Y en esa reforma de la Constitución de 1994 dice: "reconocer la preexistencia étnica de los pueblos indígenas argentinos". Esto es una contradicción. Hablar de una "preexistencia étnica" al Estado Argentino, de los pueblos indígenas argentinos, es una contradicción porque los pueblos indígenas estaban antes que el Estado Argentino.     

–Da a entender que fue literalmente una ocupación-usurpación-colonización del supuesto neo Estado Argentino por sobre las Naciones Originarias. ¿Invoca al revisionismo?

–Puede ser. Hay una cuestión interesante de ser planteada: el revisionismo es una corriente historiográfica que ya fue discutida y criticada en el ámbito académico historiográfico. En los últimos años hubo un impulso político para revisar estos procesos históricos -del cual quedan muchas cosas pendientes- es un intento de ser crítico de esa historia, pero dentro del mismo proceso de la historia. Lo que quiero decir es que existen historias diferentes, otras corrientes que forman parte del reflejo de la diversidad que empezó a sacudir el mundo a fines del siglo XX. El mundo unipolar, del pensamiento único, como decía Ignacio Ramonet, empieza a verse cuestionado en su hegemonía ante la aparición de estos relatos múltiples y diversos. Y nosotros nos empezamos a plantear la posibilidad de pensar si la historia argentina fue una farsa, o no. Creo que los relatos de esa diversidad debieran ser contados. Para eso el mundo tuvo que lograr una cierta estabilidad, y la apertura que han dado las nuevas tecnologías. La posibilidad de acceder rápidamente a la información. Hoy, los relatos digitales de primera mano atraviesan el mundo mucho más rápido que pesados libros bien encuadernados, y que tal vez estaban llenos de ridiculeces. Y de parte de los pueblos originarios hemos decidido tener voz propia; y en las universidades y los claustros académicos, y todos los sectores que generan historia, también han empezado a revertir el viejo relato. Hasta ingenieros y astrofísicos reconocen los conocimientos de los pueblos originarios, en cuanto a astronomía, física, medicina, y otras ciencias duras.

–Es parte del cuestionamiento del todo, que sucede en estos tiempos.

–Está claro que el relato acerca de los orígenes trágicos de la República llevan a identificar esa primera revolución. Y después, todas las peleas internas, hasta que en un momento "la luz aparece", y surge una Constitución, la gloria, himnos y una nacionalidad que se ha intentado imponer de mil maneras, pero que hoy es posible discutirla. Interpelarla en términos de desarrollar una interculturalidad y un Estado Plurinacional-o sea, una nueva forma de Estado-.  Y este es el objetivo que hoy perseguimos diferentes organizaciones indígenas en Argentina. Esto ya se discute en Chile, en Bolivia -donde ya se logró un avance-, en Ecuador, en Colombia, en Uruguay mismo -donde aún se sigue negando a los Charrúas-, en Paraguay, en Brasil, México, Venezuela. Este es el escenario, 200 años después. Dos siglos de monopolización de la historia están viéndose superados. Hoy hay gente que plantea la nacionalidad apoyada en esos símbolos que todavía están en duda. Tenemos un himno nacional que borró la mitad de su texto, en el cual hablaba de la participación de los pueblos originarios en el destino de la patria.

"Se conmueven del Inca las tumbas,

y en sus huesos revive el ardor,

Lo que ve renovando a sus hijos

de la Patria el antiguo esplendor".

 

"El valiente argentino a las armas

corre ardiendo con brío y valor:

El clarín de la guerra, cual trueno

en los campos del Sud resonó".

 

Fragmentos del Himno Nacional Argentino

 

"Han querido borrar de la historia un pasado milenario", dicen las palabras que brotan de los labios de Gabriel Jofré. Pero también de su tono de voz, de su piel, de sus ancestros, de mis ancestros, de nuestros ancestros. "Son miles los años de historia de los pueblos originarios".


Un relato. Apasionante y apasionado. Palabras que dejan sin palabras, pero que invitan a reflexionar cada una de las expresadas por Jofré. El relato hegemónico fue y es formidablemente repetido, y es el que ha uniformado la conciencia de millones de argentinos. Ese inconsciente colectivo al que pueblos enteros siguen aferrados, quizá temerosos de que todos aquellos paradigmas que se construyeron -unilateralmente y de manera insidiosa- se caigan a pedazos. "Y después de las dictaduras militares, donde el silencio era salud, uno puede imaginarse a los miedos. A nosotros nos suelen decir: ¿por qué, si pasó todo esto que ustedes cuentan, no dijeron nada? Y los mayores nos cuentan que fue tan dura esa invasión, ese avance, esa matanza, que si nuestros Loncos hubieran sabido realmente lo que terminó pasando, se hubieran acondicionado de otra manera, se hubieran preparado para una guerra".

"Parte de nuestra gente formó filas en esos ejércitos invasores, en otra contradicción del origen trágico del que ya hablamos, a causa de las diferencias internas territoriales entre las naciones originarias, que se habían planteado en la dinámica ocurrida durante los 300 años de relación en la frontera, y eso fue duro, muy duro", reflexiona Jofré. Y continúa, "al día de hoy, el pueblo mapuche tiene una gran discusión interna con respecto a esto. Me refiero a los famosos "yanaconas" -los traidores serviles y cobardes, que ladearon al conquistador-. Quiénes fueron, quiénes no. Es un proceso que debemos hacer en conjunto, sobre todos estos relatos que terminan hablando de quiénes fueron los traidores y quiénes los héroes".

–Y en este 2017, ¿cómo sentís que nos encuentra un nuevo aniversario de Mayo? 

–Estamos en un momento del desarrollo de la humanidad en el cual no nos podemos dar lujos. Vivimos un cambio climático terrible; un avance de la modernidad que no encuentra topes, y que lo único que hace es caer y trastabillar a cada rato; entonces son interesantes los nuevos diálogos, de la pluriculturalidad, de la interculturalidad, y cada fecha de estas utilizarlas para plantearnos un pasito más para identificar estos relatos, que intentaron en forma monocultural homogeneizar y contar las cosas siempre desde un solo lugar. A veces resulta tremendo el hecho de despertar a estos relatos, sobre todo cuando uno tiene la posibilidad de formarse. Hoy se ganan y se pierden elecciones con una buena o mala campaña publicitaria. Pero se trata de un gran desafío a futuro, que la palabra de los pueblos originarios pueda tener un encuentro diferente con esa forma de monólogo que tiene el Estado. Las fechas como esta son importantes, pero las fechas se mueven en el tiempo. Y hace 207 años pasaban algunas cosas, hace cien pasaban otras, y hace apenas diez, también ocurrían cosas distintas. Compartir reflexiones, generar canales y seguir atentos a estos nuevos relatos. Y a que hoy hay una realidad cruel; el pueblo mapuche se encuentra -en muchos de sus territorios- en estado de alerta, porque también se tensionan generacionalmente: aquellos que financiaron la Conquista del Desierto son los que hoy nos gobiernan. Son los herederos de la dictadura del 76. Sólo por hablar de la familia del Jefe de Gabinete, Marcos Peña Brown, quien es descendiente de los Menéndez Brown, que fueron los que invadieron la última parte de la Patagonia, sobre nuestros hermanos del Pueblo Shelknam, conocidos como Onas. Se sacaban fotos con los pies encima de los indios muertos, a comienzos del siglo XX. Estos planes económicos que siguen simulando a un modelo agro-exportador en el cual todos somos mano de obra barata, para que ellos produzcan y sean "El Granero del Mundo", o la versión actual -dicho por el presidente Macri- "El Supermercado del Mundo". Ya no somos El Granero, ahora nos hemos modernizado.

"Siempre son importantes los momentos de reflexión, vinculando históricamente, ya sean 200 o 100 o 50 años, pero siempre contextualizando, y viendo cómo la historia se mueve, los relatos en cada tiempo tienen condiciones para que aparezcan, y hoy los diálogos interculturales que se desarrollan nos permiten llegar a gente que empieza a pensar las cosas de manera distinta, y que puede generarse una condición diferente para que no se sigan anulando, negando o invisibilizando estas cuestiones, que surjan, se organicen nuevamente, y de otra manera".  Miles de relatos que recién empiezan, enfrentados al añejo relato hegemónico que se resquebraja. Los pueblos originarios mantienen en su savia ancestral, eso que las fábulas de las supremacías no podrán poseer jamás: la genuinidad de lo auténtico.

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