“Humus nos identifica más allá de nuestras individualidades”

Nos contaron sus proyectos en un bar de Almagro. Son un cuarteto humano que hace cine. Cuatro cineastas que actúan. Cuatro actores que escriben. Cuatro en uno. Cine en todos.

Por Etienne Baigorri

 

Ber Chese, Fede Barroso Lelouche, Nacho Laxalde y Agu Grego son los componentes de este Humus, que en vez de esconderse en el suelo nos sube en su colectivo audiovisual, para conocer a través de la fantasía los rincones que la realidad escatima. Reconocidos con premios nacionales e internacionales, sus cortos y largometrajes se ríen de lo absurdo a la hora de contar historias que sin salir de lo cotidiano rompen esquemas en cada cuadro.

 

 

 

 

 

 

 

La primera y más simple de las preguntas despertó un laberíntico debate en el que los cuatro cineastas parecían repensar por qué eran Humus. Cada uno le adjudicó una génesis distinta, lo académico, la investigación y el divertimento fueron las causas que más pesaron. Las voces cargadas de argumentos se superponían y los segundos se amontonaron en trece minutos de análisis. En Humus todo parece tener una justificación.

 

 

 

 

 

 

 

 

“Empezamos a juntarnos para compartir a través del cine, para divertirnos y aprender en grupo”, redondeó Agu Grego.
Humus tiene estilo propio. Enfrenta sistemáticamente los límites para concluir en obras que reúnen a grandes y a chicos frente a la misma pantalla, siendo ésa una de sus directrices. El grupo coincide en que se fueron descubriendo de a poco. Ya con más de cinco años de trabajo diario, las miradas de cada uno comenzaron a mezclarse y eso las potenció para dar con el resultado que los llevó a la premio que más disfrutaron: una gira por la Patagonia argentina, en el verano del 2010. Allí, desasnaron sobre el misterio de ese objeto en forma de trípode que viene en la caja cada vez que pedimos una pizza, con el corto “Plastiquito” (2006). Además, mostraron cómo llegar al otro lado del mundo con su película “Básicamente un pozo” (2009). Se trata del primer largometraje de la cooperativa Humus, que se podrá ver completo próximamente en su web (http://www.cinehumus.com.ar/), desde donde también se pueden descargar libremente sus cortos, todos ellos desopilantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

“La experiencia de la gira intentaba condensar todo el trabajo de nuestra obra”, indicó Federico, actor de Tres Arroyos que desprende absoluta confianza en el proyecto con cada palabra. “El cine independiente, el cine que está al margen de los circuitos comerciales, no llega a todos los lugares del país. A nosotros nos interesaba hacerlo circular. Giramos con la peli, hicimos varias funciones, aptas para todo público, al aire libre”. Lo interesante fue poder ver ese crisol de generaciones encontrándose, recordó. “Todo lo que sucede es emocionante. Es un aprendizaje”. Agu y Ber Chese, oriundos de Cipolletti, se encontraron otra vez con los pueblos que llenaron su infancia, pero ahora con algo para devolverles: “Es lo más lindo que hemos vivido. Doscientas personas en una playa viendo tu película es fuerte. Es como estar en vivo”, reconoció Grego, a quien el título de licenciado en Comunicación Audiovisual le quedó chico y se entretiene sorprendiendo en los guiones y actuaciones de Humus. Además de publicar sus historietas en el blog Tan Largas Pestagnas (http://tanlargaspestagnas.wordpress.com/).

 

 

 

 

 

 

 

 

La diferencia entre la gira y los festivales es tajante. Nacho, egresado de la carrera en Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, la define a través de una patología calificada como “síndrome del festival”, uno de los términos que conforma el interminable diccionario de Humus. “Nosotros cuando vamos a festivales tratamos de ver todo y el contexto es diferente. A veces no asiste gente a ver festivales, muchas veces asisten realizadores y eso no es gente”, ironizó Fede para explicarse mejor. “Uno hace la película para el público en general y eso fue lo que encontramos en la gira. Si van realizadores, ya es otro público al que lo emocionan otras cosas o que no está dispuesto a emocionarse. Nosotros queremos que lo entienda cualquiera y que no sea algo encriptado. A veces por genialidad o a veces por inoperancia, terminás haciendo algo hermético”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Filmar a cielo abierto, trabajar en pueblos, que no haya escenas de violencia o de sexo explícito, que no haya cigarrillos ni alambrados y que sea dirigida a todo público fueron patrones que sin querer y como dogma inconsciente se fueron repitiendo, hasta quedar hoy como algunos de sus puntos innegociables a la hora de pensar en nuevas producciones. Ber Chese, también sociólogo y músico, aseguró que siempre piensan en el público al que apuntan. “Obviamente que primero está el relato genuino de lo que uno necesita transmitir, lo que uno quiere contar, para quién y qué estrategias se usan para que eso que se quiere contar llegue. De esas cosas tratamos de no olvidarnos nunca”. Nacho reforzó el concepto al señalar que, siendo cuatro, cada vez que a uno le surge una idea tiene que explicársela al resto para que la resignifique de la misma manera. Así, el espectador, imaginario, siempre está presente. “Eso hace que tengamos que ir frenando todo el tiempo, hasta que todos interpretemos lo mismo. Además contribuye a que, naturalmente, al tener que comunicarlo entre nosotros, al momento de pasarlo al guion sea algo claro”, concluyó.

 

 

 

 

 

 

 

 

Igualmente, esta explicación perdería sentido en un grupo de cineastas tradicionales, donde la división del trabajo y la especialización en áreas específicas de la producción parecieran ser la mejor escuela. En cada uno de sus trabajos, Humus pone en crisis esos paradigmas e introduce otro término de su diccionario: “Aprendizaje en grupo didáctico”, que consiste en generar un saber colectivo y compartirlo. De esta manera, no hay uno, sino cuatro guionistas, cuatro cámaras, cuatros actores, cuatro directos y así se podría seguir enumerando. “La realización colectiva te invita todo el tiempo a que participes en la autoría en todas las áreas y eso a nosotros nos enriquece y nos gusta, hay quien no se puede sentir a gusto y prefiere dedicarse sólo a una parte”, indicó Nacho, el humus de Coronel Vidal.

 

 

 

 

 

 

 

 

En este sentido, Agu explicó que hasta los créditos que se pasan al finalizar los cortos carecen de sentido si se dividen. Al principio los diferenciaban, hasta que al mirar hacia atrás comprendieron que realmente se trataba de realizaciones con una filosofía colectiva y entonces ese miniego dejó de ser su definición de éxito: “Humus nos identifica más allá de nuestras individualidades”, afirmó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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