Una empresa Ãntimamente relacionada a Sergio Bergman fue denunciada por tirar residuos industriales, a través de un caño clandestino, a un arroyo en Entre RÃos. Otro ejemplo del Estado CEOcrático: un funcionario de los dos lados del mostrador.
A 164 kilómetros de la ciudad de Paraná, la capital de Entre RÃos, se encuentra Colonia Avigdor. Es la última colonia de inmigrantes judÃos creada por la Jewish Colonization Association, una organización filantrópica liderada por el Baron Hirsch. Como tantas de estas localidades fundadas en esa zona del paÃs, Colonia Avigdor posee una historia de sufrimiento y trabajo: fue poblada por judÃos alemanes que escapaban de los nazis y buscaban un lugar para poder vivir en paz.
Durante mucho tiempo este suelo fue el albergue de sueños que se conformaban en un presente de trabajo, pero las crisis económicas y sociales y fundamentalmente el cambio del paradigma que sufrió la producción agropecuaria –con el arrendamiento de tierras y la implementación de tecnologÃa que modificó la idiosincrasia de la producción rural– fue transformando a esta colonia en un paraje despoblado y sin futuro.
En este lugar es donde aparece la figura del actual ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el rabino Sergio Bergman, que promovió una serie de proyectos culturales, turÃsticos y productivos que le fueron dando vida a la población.
Uno de esos emprendimientos fue crear un polo productivo lácteo: una buena idea si se tiene en cuenta que parte de la cuenca lechera del paÃs se ubica en esta zona geográfica.
Si este artÃculo periodÃstico finalizara aquà se tratarÃa de una historia feliz donde uno de los protagonistas, el actual ministro de Ambiente, tendrÃa un rol importante y positivo.
Pero no es asÃ.
Bergman es miembro fundador de R.A.I.C.E.S, una fundación cuya sigla significa Red de Acciones e Iniciativas Comunitarias para la Empresa Social. Además de ser uno de los fundadores, el ministro fue durante mucho tiempo su director ejecutivo.
Uno de los emprendimientos que lleva a cabo la Fundación es el de gerenciar y administrar una empresa láctea que funciona en Colonia Avigdor y que posee denuncias por contaminar el arroyo de esa localidad.
El reclamo se viene realizando desde hace tiempo y lo ha motorizado la ONG Más rÃos, menos termas, que afirma que en la producción de quesos y con el subproducto que se genera –llamado lactosuero– se está comprometiendo el equilibrio ecológico del lugar y la salud de la población. ¿Por qué? Esa empresa arroja esa sustancia residual, sin tratamiento alguno, al único arroyo existente de la localidad.
La ONG Más rÃos, menos termas denunció que el lactosuero que se vierte sin tratamiento compromete el equilibrio ecológico del lugar
Un hecho grave no solo si se lo piensa desde lo ambiental sino también desde lo social: ese lactosuero es una sustancia rica en nutrientes que otras empresas la usan para alimentar animales, y arrojada al aire, la tierra o el agua sin ningún tratamiento es altamente contaminante.
"Por las denuncias que se presentaron el emprendimiento ahora no está arrojando suero al arroyo, pero durante mucho tiempo sà lo hicieron”, le confirmó a CÃtrica Elio Kohan, uno de los integrantes de la organización Más rÃos, menos termas.
Las denuncias a las que se refiere Kohan comenzaron en febrero de 2016 y tuvieron su basamento en las quejas de vecinos que vivÃan relativamente cerca del arroyo por el desagradable olor que debÃan soportar.
Fue solo el comienzo de una historia que demostrará una falta de respeto al ambiente pero también una telaraña de incumplimientos legales.
Como suele pasar en localidades pequeñas donde “todos se conocen”, los vecinos fueron a dialogar con los representantes de la empresa, quienes afirmaron que todo estaba en regla, que poseÃan una cámara de tratamiento y que esos olores que sufrÃan serÃan solo temporarios. DecÃan que era por las altas temperaturas del lugar.
Pero todo era mentira.
Asà quedó demostrado cuando la entidad fue inspeccionada por organismos de control del municipio y de la provincia.
Ante el reclamo de vecinos, la empresa dijo que todo estaba en regla. Pero los mismos trabajadores lo desmintieron. Y luego de una inspección, quedó demostrado.
Los trabajadores afirmaron que el suero no se trataba y que era arrojado al arroyo a través de un caño clandestino que nacÃa en la fábrica y finalizaba en el espejo de agua. Según algunos cálculos se sospecha que se tiraron aproximadamente mil litros de suero al arroyo. Lo que equivaldrÃa a la contaminación que generan las cloacas de una ciudad de 500 habitantes.
La inspección detectó además que la empresa no cumplÃa con certificaciones ambientales ni normativas legales que exigen autoridades de aplicación comunal, provincial y hasta nacional, un área que paradójicamente dirige el ministro de Ambiente, fundador y directivo de la fundación madre que gerencia el emprendimiento contaminador.
El decreto 5.837 y la ley 6.260 de la Provincia de Entre RÃos exige a los establecimientos industriales una serie de cumplimientos para proteger el medio ambiente, además de reglamentar cómo tratar los efluentes industriales y exigir un certificado de funcionamiento y de radicación
Fue la misma SecretarÃa de Ambiente provincial quien constató y denunció que el establecimiento de la Fundación R.A.I.C.E.S no cuenta con un estudio de impacto ambiental aprobado y que carece de certificado de funcionamiento y de radicación, trámites que efectuaron sólo después de la inspección y las denuncias presentadas.
La conclusión, entonces, es simple: un emprendimiento industrial que pertenece a una fundación que integra el ministro de Ambiente, contamina y no cumple con la ley.
Pero eso no es todo.
Ante el reclamo de vecinos y de la organización Mas rÃos, menos termas, la respuesta fue la de siempre: “Si molesta, lo podemos cerrar la industria y generar desocupación”.
El cinismo en una frase.
Vuelven a poner el debate entre salud y trabajo, como si ambos reclamos fueran antagónicos.
Vecinos del lugar le relataron a este periodista que quienes están al frente del emprendimiento, además, presionaron a la Junta de Gobierno de Colonia Avigdor para que no dé curso a la denuncia, y fueron por más, cuando le alertaron a los funcionarios que ellos también podrÃan denunciar a la comuna por arrojar residuos cloacales contaminantes al mismo arroyo.
Quisieron ocultar todo, y acudieron a toda acción de fuerza. Mintieron diciendo que el suero se bombeaba a un tanque y luego se lo desviaba a chacras de la zona para consumo de animales. Una media verdad: solo llevaron a cabo esta acción luego de las denuncias y aún asà lo que genera no alcanza para los emprendimientos porcinos del lugar.
Si fuera asÃ: ¿a qué responden los olores que existen en las cercanÃas del arroyo? ¿Por qué los obreros del lugar reconocieron la existencia de un caño clandestino que vierte efluentes al canal de agua?
Como en tantas otras oportunidades quisieron matar al cartero. Dijeron que por estas denuncias el pueblo volverÃa a quedar en el olvido, que el ministro se encontraba enojado y dolido y que podÃa quitar el apoyo a los emprendimientos de la localidad. Hasta lograron que se levantara el programa radial que conducÃa Elio Kohan, centrado en temas ambientales de la provincia. Bergman, mientras tanto, continúa al frente de una cartera ministerial que le otorga vigencia a una vieja frase: “Haz lo que yo digo….Pero no lo que yo hago”.
La grieta del campo
El modelo basado en el agronegocio genera una falsa dicotomÃa entre vecinos y vecinas de pequeñas localidades. De un lado están “los contaminantes”. Del otro, “los que se oponen al trabajo y el progreso”. Esto quedó sintetizado con una pelea en Colonia Avigdor, Entre RÃos, donde una fábrica que gerencia el secretario de Ambiente, Sergio Bergman, tira residuos industriales a un arroyo sin ningún tratamiento.
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