Magalí tiene 7 y lee desde antes de conocer las letras. Al principio, a través de los ojos de los grandes que la rodean, quienes empezaron avcompartir con ella los clásicos infantiles. Hoy, ya inmersa -a su manera- en el hábito de la lectura, incursiona en nuevas aventuras. Así define la nena de segundo grado a sus experiencias literarias.
El elefante ocupa mucho espacio es, hasta hoy, el libro que elige para leer y releer. Pasea seguido por finales que ya conoce pero disfruta una y otra vez. La trenza tan larga de Margarita, que necesita de toda la familia para peinarse cada mañana; una madrastra buena; y el paquidermo que pone en huelga a sus compañeros del circo, en repudio a los abusos del ser humano, son algunos de los cuentos por lo que se popularizó la literatura de Elsa Bornemann, censurada durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.
El elefante había declarado huelga general y proponía que ningún animal actuara al día siguiente. Una bofetada al mundo de galanes vestidos de azul y sirvientas que se convierten en princesas tras un beso, la autora argentina presenta a un animal con aires revolucionarios, que reniega del dominador y organiza a sus compañeros para tomar el poder.
Palabras más, palabras menos, Magalí lo resume así: “El día en que Víctor se decidió a pensar en elefante, a tener una idea tan grande como su cuerpo”.