Compartir

El año en que la pelota se manchó (segunda entrega)

por Revista Cítrica
25 de febrero de 2015

Barrio de Núñez, estadio Monumental. Escenario absorto. Del otro lado de los muros, el Tiro Federal. Historias siniestras en el seno de la Copa de la Política y los entretejidos macroeconómicos. Segunda parte de una historia negra.

El torneo, en un principio, le costaría a la Argentina una inversión de 70 millones de dólares, Eduardo Rafael Videla, el presidente por ese entonces, despreocupado, anunció que por más que costase 100 millones se realizará de todas formas.

El costo, una vez finalizado el torneo ascendió a 800 millones de dólares, en un país que sufría enormes carencias en materia de previsión, salud y educación. Incluso el por ese entonces Ministro de Economía Martinez de Hoz, se animó a cuestionar los gastos aduciendo: "hay muchas cosas que arreglar antes", pero obviamente nadie escuchó la única cosa coherente que dijo en su vida.

Años más tarde el gobierno militar anunció que el E.A.M. gastó 28.700.000 pesos argentinos en la construcción y remodelación de estadios, sin embargo el organismo habría recibido un total de 44.100.000 pesos, ignorándose el destino final de 15.400 millones de pesos argentinos y de las ganancias de los derechos de explotación mediante la publicidad y televisación del torneo.

Años más tarde se supo que los grandes gastos del E.A.M. se basaron en parte en la sobre facturación de las semillas que se utilizaron para cultivar el césped del estadio Monumental y del suntuoso alquiler que se abonó por novecientas máquinas de escribir, para el sector de prensa, cuando hubieran costado más baratas comprarlas.

El 24 de marzo de 1976, la selección nacional se encontraba realizando una gira internacional en el este de Europa, cuando el ex relator de fútbol José María Muñoz desde Buenos Aires, le comunicó la noticia al presidente de la delegación argentina, Pedro Orgambide, diciéndole que por suerte no había desgracias personales ni derramamientos de sangre, con esa tan particular forma que tenía de ver a los militares “el gordo” Muñoz.

Al conocer la noticia, algunos jugadores como Héctor Scotta y Mario Alberto Kempes (quién rompió en llantos al conocer la toma del poder de los militares) querían regresar al país, pero finalmente se optó por disputar el partido contra la selección de Polonia a la cual vencieron por 2 a 1.

El 26 de Marzo del ´76 arribó a Buenos Aires una comisión de la F.I.F.A. para inspeccionar las obras realizadas en vistas al mundial, el encargado de dicha inspección era Hermann Neuberger, SS en los tiempos de Adolf Hitler, quien luego dijo: “ El cambio de gobierno no tiene nada que ver con el mundial. Somos gente de fútbol y no políticos ”.

Dos días mas tarde, el propio presidente de la F.I.F.A., Joao Havelange, decía: “... la Argentina está ahora mas apta que nunca para organizar el mundial. ”.

Mientras que Massera insistía: " La realización del torneo mostrará al mundo que la Argentina es un país confiable, capaz de grandes emprendimientos, y ayudará a contrarrestarlos pronunciamientos en contra que nos llueven desde todo el planeta ."

Durante el torneo se realizaron mas de quince ataques militares, desaparecieron al menos cuatro miembros del Partido Comunista argentino, explotaron bombas en varios puntos del país y la policía le lanzó gases lacrimógenos a unos fieles que salían de una iglesia luego de la celebración de la misa por el cuarto aniversario de la muerte del ex presidente argentino Juan Domingo Perón.

A pesar de tanto periodismo camaleónico existente en tiempos de la dictadura militar, un ejemplo claro de disconformismo, coherencia y sabiduría lo dio uno de los mejores reporteros que parió nuestra patria, Dante Panzeri, cuando declaró: “... El Mundial del ´78 no se debiera realizar en Argentina por las mismas que un hombre que no tiene dinero para ponerle nafta a un Ford T no debe comprarse un Torino. Si lo hace es porque a alguien le está robando...Todos los orígenes doméstico-infantiles de nuestros acostumbramientos a vivir afanándonos a nosotros mismos, determinan que queramos hacer el Mundial del ´78, aún a sabiendas que nos va a ir muy mal, especialmente si lo ganamos. Porque lo vamos a ganar al estilo del Martín Fierro y el viejo Vizcacha, o de Bairoleto y el “Pibe Cabeza”, delincuentes comunes con los que ya tenemos fabricado el mito de la delincuencia bondadosa, que también apoya el acostumbramiento nacional a robarnos a nosotros mismos... ”, visionario, profeta, consciente, llámenlo como más les guste, Panzeri publicó éstas líneas en la revista “Chau Pinela”, en noviembre del ´75.

(continuará)