“Yo no busco al compañero Julio López, busco a mi viejo”

por Revista Cítrica
17 de septiembre de 2016

A 10 años de su segunda desaparición todavía no sabemos dónde está. Responsabilidades judiciales y políticas, y prisiones domiciliarias para los genocidas en la entrevista con Rubén López, hijo del testigo clave para que Etchecolatz esté en la cárcel.

Rubén, su hijo, describe a Jorge Julio López "como un hombre de acción. Sencillo, de pocas palabras, pero de convicciones claras". Tal vez sea la definición que mejor le cabe al albañil que a los 77 años se animó a declarar todo lo que vio y escuchó mientras permaneció detenido ilegalmente durante la última dictadura cívico-militar. “Con el ejemplo nos marcó el camino a seguir y demostró siempre el compromiso con sus compañeros de lucha. Él prometió que iba a contar todo y cumplió”, expresa, con orgullo, Rubén.

En septiembre de 2006, Miguel Etchecolatz, ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense durante la dictadura, fue condenado a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad. Un día antes de conocerse la sentencia, López desapareció de su casa y no fue visto nunca más. Desapareció por segunda vez en su vida. Esta vez, en plena democracia.

A una década de preguntarnos ¿dónde está Julio López?, la respuesta no llega. No sólo la causa que investiga su desaparición es un fracaso. La Justicia, el 19 de agosto pasado, le concedió a Etchecolatz el beneficio del arresto domiciliario. La rápida reacción de la sociedad, los organismos de Derechos Humanos y un fallo de primera instancia impidieron que la medida se haga efectiva.

“Lo único que falta es que Etchecolatz se vuelva a su casa y todo lo que se hizo en estos 36 años en políticas de Derechos Humanos sea en vano. ¿Mi papá fue a declarar en vano? A 30 años de su primera desaparición lo desaparecen de nuevo y no pasa nada. Cuando volvió la democracia creímos que ya lo peor había  pasado. Y sin embargo, siguen entre nosotros, en las calles, en sus casas, tomándonos el pelo. En democracia siguen, un poco más viejos, pero con el mismo poder. Todavía pueden hacer desaparecer a una persona”, enfatizó Rubén, quien tiene más preguntas que respuestas sobre la causa que investiga la segunda desaparición de su padre: “Me gustaría saber por qué la Justicia no avanza. Si es porque no los dejaron, no supieron o no quisieron. Tampoco nos dan explicaciones de por qué hicieron todo mal.  Incluso, presentamos una denuncia para que se investigue quién tenía que proteger a mi viejo y fue archivada. La justicia sigue en deuda.Yo no busco al compañero Julio López, busco a mi viejo".

Rubén milita en la Mesa por los Derechos Humanos de La Plata. “Este año dije ‘me tengo que poner la camiseta para que estos tipos cumplan sus condenas en la cárcel’. Y así me metí de lleno a militar. Esto es una burla a la declaración de mi viejo, a los querellantes, a todos los testigos y a la sociedad", explica, quien no apunta contra el gobierno anterior: "Creo que hicieron lo posible dentro de la política. Tal vez faltó más. No lo sé. Lo que sí ahora, cuando escucho a un funcionario dudar de la cantidad de desaparecidos o que desde la Justicia nos dicen que los genocidas están muy viejitos y tienen que cumplir sus condenas en sus casas, creo que se reaviva todo eso que pensábamos ya superado: la teoría de los dos demonios y la guerra sucia. Estamos peor que antes”.

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