Un león argentino

por Pablo Bruetman
20 de mayo de 2015

Se estrenó en el cine Gaumont de CABA el documental "León, reflejos de una pasión", que rescata la figura del creador de la Liga Nacional de Básquet, León Najnudel.

A los cracks, a los monstruos que obtuvieron el oro en Atenas 2004 y la rompen aún viejitos en la NBA se los llamó Generación Dorada. Dorada por el oro. Generación no como un designio divino ni como la aparición mágica de talentos, sino como un grupo de jugadores surgidos a base de trabajo, educación y una construcción colectiva y federal. A principios de la década del 80, el maestro León Najnudel entrenaba a Ferro Carril Oeste y ganaba todo lo que jugaba. Sin embargo, los torneos eran regionales y si el básquetbol argentino no quería estancarse debía pensar en formar una Liga Nacional. Y León la apoyó, la fogoneó y la armó junto a sus colegas a pesar de todas las piedras que se pusieron en el camino. Porque federalizar en un país tan central como la Argentina afectaba a algunos poderíos económicos.

Najnudel tenía muy claro que la federalización del básquet era lo que podía salvarlo. “Yo lo que quiero es que haya mayor y mejor competición. Más nivelada, con chance pareja para muchos lugares del país, no solo para los "beneficiados" de Capital Federal. Porque en este momento ellos son los únicos que se benefician, los porteños. La Liga Nacional tiene el objetivo de revertir el proceso de centralismo”, explicaba. De esa Liga Nacional de la que León fue impulsor salieron todos los miembros de la Generación Dorada. Algunos conocieron a León. Otros no. Pero todos tuvieron entrenadores que aprendieron de él. Entrenadores que los formaron incorporando los fundamentos del juego. Que enseñaron la simpleza. “Los partidos los ganan los que mejor pasan la pelota y los que seleccionan mejor los lanzamientos”, decía el maestro. Y hoy los jugadores argentinos suplen sus carencias de estatura pasando la pelota mejor que nadie.

“No tenemos todavía la fuerza para enfrentar a las grandes potencias. No hay que molestarse por eso, porque es un trabajo de muchos años, de generaciones”, decía León después de la creación de la Liga Nacional y algunos años antes de que una leucemia terminara con su vida. León no imaginaba que los muchachos surgidos de su Liga Nacional lo pudieran lograr tan rápido. Tampoco imaginaba llegar al año 2015 con una Liga Nacional en crisis, con un canal de televisión que tiene los derechos de transmisión de sus partidos pero prefiere no emitirlos o a lo sumo dejarlos para las trogloditas opciones decodificadas, más allá de la noble opción de seguir los partidos por DeporTV. Por eso bienvenida sea la película León, reflejos de una pasión, de José Glusman, que más allá de homenajear o recordar a un personaje pintoresco pueda refrescarnos la necesidad de mantener y volver a hacer gigante a la Liga Nacional.

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