Trabajadores marcados

por Revista Cítrica
26 de septiembre de 2016

Román González quiere volver a trabajar para una empresa que lo vigilaba y esclavizaba. Sí, en plena Ciudad de Buenos Aires. Ahora quiere regresar para pelearla desde adentro, con los compañeros que siguen siendo explotados.

En mayo pasado, Román Mamami González y seis de sus compañeros fueron despidos de la fábrica textil Tessicot, proveedora de Nike y Adidas. Ellos no soportaron las condiciones de trabajo esclavo y protestaron. Como respuesta recibieron el telegrama. Reaccionaron con movilización y denuncias a la empresa. La noticia apareció en algunos medios de comunicación, como por ejemplo en Cítrica, y después no se supo más nada. Sin embargo pasaron cosas: cinco meses después, Román la sigue peleando. Por los que se quedaron afuera. Y por los que siguen adentro también.

Yo quiero volver por mis compañeros, por las personas sumisas que no tienen la voluntad de pelear por sus propios derechos. Hay personas que son muy maltratadas. 

De los siete despedidos, dos arreglaron la indemnización y los otros cinco aún reclaman la reincorporación porque fueron echados en forma discriminatoria. En estos meses, Román apenas pudo sostenerse mediante changas, e intentó ingresar a trabajar a otra fábrica textil, pero lo rebotaron por revoltoso. Cuando tenía todo arreglado para empezar a laburar, en esa otra textil conocieron su historia con Tessicot, y desistieron de contratarlo.

Es doloroso que una persona luche por volver a un lugar donde fue explotada. Sin embargo no lo hace exclusivamente por necesidad, sino más bien por solidaridad: “Yo quiero volver por mis compañeros, por las personas sumisas que no tienen la voluntad de pelear por sus propios derechos. Hay personas que son muy maltratadas. Quiero luchar por los derechos laborales”.

No los dejan ir al baño, se cagan de frío, los controlan todo el tiempo. Los hacen trabajar como esclavos. Si reclaman los echan como a Román. Y después las otras empresas no los contratan. No quieren trabajadores que no acepten la explotación.

Los maltratos son muy claros. Les controlan cuánto tardan en el baño; les dan guardapolvos de plástico y rotos que no los cubren del frío; tienen supervisores controlando que sus manos estén produciendo sin parar; y el sueldo es bajo: 4700 pesos la quincena por nueve horas, en las que supuestamente solo pueden detenerse media hora para almorzar:

“En la fábrica comprometemos nuestra salud, física y psicológicamente. Porque la persecución que padecemos no nos hace bien. Tenemos un supervisor cada tres líneas. Queremos un poco de consideración. Somos personas, no queremos ser tratados como números. Ellos acostumbran a manejarse así. El trabajador que se anima a reclamar por sus derechos es echado. Y esto no es sólo de la empresa. Vos te vas al gremio a reclamar y al día siguiente te echa la empresa”.

“Estamos esperando una reincorporación por parte de la justicia. Procedemos de manera legal, esperando la mediación. La voluntad del gremio no existe. En octubre están las elecciones para delegados de la fábrica, estamos organizándonos para ganar. La comisión interna actual está del otro lado, no juega para nosotros. Por eso nos organizamos y esperamos ganar la conducción interna para poder luchar con más fuerza”, cuenta Roman sobre su ilusión por recuperar el trabajo y poder pelear desde adentro contra las injusticias.

Estamos esperando una reincorporación por parte de la justicia. Procedemos de manera legal, esperando la mediación. La voluntad del gremio no existe. En octubre están las elecciones para delegados de la fábrica, estamos organizándonos para ganar.

Sin embargo, los planes de la empresa son los de seguir reduciendo costos e impedir el crecimiento de la organización gremial: “Hubo intenciones de más despidos, pudimos frenarlos. Querían echar a todos los discapacitados pero no lo hicieron. Hay hostigamiento y persecución laboral a las personas que nos apoyan. La empresa tiene la posición firme de que nos despidieron por reordenamiento productivo. Pero no existe eso, es por alineamiento sindical: es persecución política”.

Los cinco despedidos están en la misma: “Afuera la estamos pasando mal, necesitamos que nos reincorporen. Yo la estoy pasando mal porque no tengo un trabajo estable. Estoy buscando trabajo, haciendo changuitas. Pero trabajo estable no puedo conseguir. Porque me fui de una fábrica y no me quieren tomar en otras. Se enteraron del conflicto y no nos quieren tomar. La situación está crítica. Y vemos la situación del trabajo en general, y del país, y todo está igual".

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