Enseña, resiste y sueña

por Lautaro Romero
18 de abril de 2017

A puro arte y pizarrón, los docentes siguen su protesta frente al Congreso. Referentes de la educación pública de toda Latinoamérica destacan a la Escuela Itinerante como un símbolo de lucha y ejemplo a seguir en el mundo.

“Clarita es docente y quiere lo mejor para los chicos. Es jefa de familia y reclama su derecho”. El personaje que imaginó y creó Santiago, ese de guardapolvo blanco que hace escuela, se sale del papel. También su mensaje, el cual vuelve eventual la sonrisa siempre cálida: “El sueldo no me alcanza. Por una mejor educación y un futuro sin pobreza”. Contagia al que pasa y lee: las palabras educación y futuro sensibilizan a –casi- cualquiera. A Santiago, por ejemplo, que trabaja en un programa de radio que fomenta la participación activa e igualitaria de las personas con discapacidad. “Nos redujeron la pensión no contributiva”, se lamenta.

Lunes por la tarde y ya luce el cartel pegado en la fachada: 60.000. Santiago es uno de los tantos visitantes que tiene la Escuela Pública Itinerante, instalada frente al Congreso hace una semana, luego de que la Confederación de Trabajadores de la Educación Pública (Ctera) completara la entrega de los papeles exigidos por el gobierno de la Ciudad. Los 6 metros de alto del bello trabajo plástico impiden olvidar lo mucho que costó: las marchas multitudinarias, la represión vil de la noche del domingo 9 de abril, la legendaria carpa blanca, los moretones y los detenidos. Amigos, colegas, desconocidos. De aquí y de allá. Sin fronteras. Pasan y ven de qué se trata. Ley de Financiamiento Educativo y paritaria nacional docente son las consignas cuyos cumplimientos se reclaman. Mancomunados, brindan palabras de aliento en el templo de la resistencia, como les gusta llamarlo.

“Hemos compartido muchos momentos de lucha y gloria, logramos conquistar varias cosas. Esta escuela es un símbolo en América Latina y el mundo. Hay arte, cultura y pasión. Defendemos la educación pública  con nuestros corazones como derecho universal”. Fátima Da Silva es vicepresidenta de la Internacional de la Educación y miembro de la Confederación de Trabajadores de la Educación de Brasil (CNT). Es quien toma la posta durante la conferencia de prensa del lunes pasado, entre varios representantes de sindicatos docentes internacionales que dicen presente en la Escuela Itinerante.

Ya no cabe un alfiler en el gazebo. Pecheras verdes, azules y violetas. Vinieron de todo el país. Y afuera hay más gente. Los 27 metros de largo por 9 y medio de ancho quedan chicos. Nadie quiere perderse nada de lo que ocurre adentro. “Nosotros sí sabemos de privatización, sí sabemos cuando la educación se convierte en un negocio, un bien de consumo. Somos un país donde las políticas de mercantilización han llegado a un extremo. Cuando se instala la industria educativa cuesta muchísimo revertir esos procesos”, asegura Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores de Chile.

“Maestra de vida”, dice la foto que recuerda a Stella Maldonado, la dirigente del Ctera fallecida en 2014 a causa de un tumor cerebral. En otro rincón, un cuadro mantiene vivo a Carlos Funtealba. Son íconos de los maestros movilizados. “Es un orgullo que tengamos líderes de esta naturaleza, dieron su vida por la causa”. Al hablar, el entusiasmo de Heladio Benítez deja en evidencia la garra guaraní. Es que el presidente de la Unión Nacional de Educadores (UNE), siente esta lucha como propia: “Estamos en sintonía, tenemos los mismos problemas que nos dan estos gobernantes que merecen ser abucheados en las calles como se está haciendo en Paraguay. Estamos en un momento crítico y es la misma línea política de este gobierno. Ustedes están dando cátedra a la ciudadanía”.

Converti Rodríguez, de Costa Rica, es otro de los sindicalistas que entiende el conflicto por un todo, apuntándole a las grandes corporaciones, la política de ajuste y devaluación que sufre la población latinoamericana. “Honduras sufrió un golpe de Estado en 2008. Tenemos que recordar lo ocurrido en Brasil, donde todavía hay secuelas del golpe. Hay un proceso claro de liquidación al derecho de organización. No tenemos otra alternativa que organizarnos, desarrollar la capacidad de propuestas de una política pública alternativa, porque nos van a seguir golpeando”.

El recuerdo del 2 de abril de 1997, está más fresco que nunca. Algunos, como José Olivera, del Fenapes (Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria) cruzaron el charco desde el Uruguay en pleno menemismo para bancar a  los maestros que sostuvieron la Carpa Blanca durante exactamente 1003 días. “Hace 20 años nos acercamos con los compañeros y golpeamos con un solo puño. Ahora hay que doblar esfuerzos”, reconoce. “Nunca nos vamos a callar, no vamos a dejar de pelear. Los gobiernos del mundo deberían aprender que cuando atacás a la educación pública y sus comunidades, todos los maestros vamos a estar defendiéndola. Vamos a hacer lo que haya que hacer y más”. Ese es el mensaje que envía desde Australia, el director de proyectos de la Internacional de la Educación, Angelo Gravielatos.

Cae el sol y los vendedores ambulantes copan la escena, siempre entorno a la Escuela Itinerante. El taller de canto en caja y el recital de Ignacio Copani como actividad de cierre, se hacen esperar. Hay representantes del SACRA (Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina) solidarizándose. “El gobierno habla de la ley pero no cumple las leyes. Cada día le da un saulazo más a los derechos de los trabajadores, a nuestros niños, nuestro presente y futuro”.

El plazo acordado con el gobierno para mantener la escuela frente al Congreso vencía este miércoles pero siguen. Todavía no hubo acuerdo ante una nueva oferta salarial. Y, según adelantó la Secretaria General de Ctera, Sonia Alesso, “hay actividades que cumplir”. Así también lo entiende el vicepresidente de la Internacional de la Educación, David Edwards, quien la semana pasado presenció el bautismo. Sus palabras son esperanzadoras: enseña, resiste y sueña. “Los privatizadores quieren comercializar, no entienden nuestra lucha porque le pagan a la gente para que colabore. Es algo muy profundo. Cuando hay solidaridad, no hay nada que no se pueda lograr. Esta escuela va a demostrar por qué y para qué está la educación pública”.

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