Resistir para contar otra historia

por Revista Cítrica
08 de agosto de 2017

Trabajadorxs de la Librería Adán Buenosayres pelean en la calle por la recuperación de sus laburos. Denuncian violencia machista y laboral. Su ex jefe, David De Vita, lxs dejó en la calle, en donde ahora acampan contra el vaciamiento.

Dicen que los libros no se van, que no van a soltarlos. Todavía recuerdan la alegría que les dio David De Vita, el dueño de la librería Adán Buenosayres, quien el año pasado les tiró una convocatoria tentadora: darle vuelta la cara a la caída de ventas y a la suba de tarifas a fuerza de asociarse. Estuvieron de acuerdo. “Antes de eso se hizo una liquidación para indemnizarnos, tuvo una gran repercusión mediática. Se hicieron grandes colas de gente para entrar a comprar en solidaridad con la situación. Ahí se anuncia la conformación de una cooperativa y le creímos”. Habla Sol Aparicio, ex empleada. Está parada sobre Corrientes 1671. Desde el 26 de julio hace guardia frente al local, desde que el ex patrón les impidió el acceso.

“De Vita tiene un historial de deudas bastante importante. Luego de esta gran liquidación se intenta empezar el proceso cooperativo con los empleados y él adentro. Por distintas trabas nos costó mucho ingresar al INAES, la principal fue él porque quien seguía empleando y despidiendo gente dentro de la SRL. Tanto en blanco como en la informalidad. Nunca se adecuó al nuevo modelo. Siguió comprando en las mismas cantidades, tal como lo hacía anteriormente. Es decir, volvían los mismos motivos por los que se había fundido”, explica. Ante cada reclamo hubo violencia. Sol y el resto de sus compañerxs se enteraron de que el fondo del local que había sido cedido a la cooperativa, fue vendido por el ex patrón a sus espaldas. Fue principios de junio, durante una asamblea extraordinaria.

“Esa reunión –recuerda la trabajadora- finaliza con él yéndose, dejándonos en la librería. Nosotros nos quedamos viendo que hacíamos porque nos encontrábamos en una situación de desamparo, pero después vuelve a la hora, más o menos. Yo estaba con una compañera, le abrimos la puerta, ingresa muy violentamente, gritando de todo. Nos empieza a tirar nuestras cosas, tira libros, en el medio se pone muy violento y ahí es cuando yo lo intento frenar y me empuja. Mi compañera se puso en frente y ahí él le pega a ella”. Además de estafador, macho golpeador. La denuncia se hizo ante la Justicia (Sumario policial 1303/2017, interviene el Juzgado Criminal y Correccional 57, Secretaría 61).

Sol habla con serenidad. Tiene frío, se cobija con su campera. Hace horas suplantó a dos compañeros que acamparon toda la noche frente al local. En julio, cuando se enteraron que la estafa llegaba hasta el fondo de comercio, fueron al Ministerio de Trabajo y desde ahí hasta Facta. Pasaron por una consulta jurídica y de nuevo al local, al que De Vita le bajó las persianas a la fuerza. Desde el mes pasado están en la vereda: él amagó con llevarse todo, pero quienes resisten no le permitirán sacar ni un lápiz. Por eso esperan afuera, porque quieren volver adentro, a sus puestos.

“Conseguimos una donación de libros y empezamos a venderlos, en modo de protesta y porque tenemos que vivir. Estamos frente a la librería para seguir visibilizando, para seguir denunciando. Estamos las 24 horas”, cuenta mientras las personas paran para leer los carteles pegados en la persiana, preguntar qué pasó y acompañar con una sonrisa.

La posta

“Armamos una nueva cooperativa, presentamos los nuevos papeles en julio para conformar una verdadera cooperativa libreros. Nuestra aspiración máxima es quedarnos con el local. Si no se puede, que (De Vita) pague en libros lo que nos corresponde, porque sabemos que es su único capital declarado. Él tiene otros juicios laborales. Queremos lo que nos corresponde de la primera y original cooperativa donde se realiza la estafa, nuestras indemnizaciones, con los agregados de los chicos que estaban en negro, quienes cobraban 75 pesos la hora”, enumera. A cada rato responde con alguna cita literaria. Por ejemplo cuando le preguntamos por qué a pesar del mal trago sigue apostando al cooperativismo.

“En mi caso particular, mi familia tuvo una cooperativa médica en Bariloche, en los años 90. Después vino la crisis del 2000 y le pasaron por arriba. Entonces yo crecí con reuniones de cooperativas dando vueltas. Otra de las chicas que también se sumó al proyecto porque creció en una cooperativa de viviendas y hace 15 años que está en eso. Otro, Nicolás, estuvo en la primera radio cooperativa de Mar del Plata, porque él estudió periodismo. José también tuvo familiares cooperativistas. Todos hemos tenido acercamientos al cooperativismo y estamos convencidos de que es una nueva forma de generar economía porque el sistema capitalista es tan globalizado y violento, que el cooperativismo es la mejor opción, que si bien es vieja, fortalecerla hace que se instaure. Yo siempre recomiendo leer la Trilogía Marciana, donde explica cómo se forma una cooperativa en Marte”, relata. Lejos de la ficción, al borde de la calle; resisten para dar vuelta la página.

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