Por ser mujeres

por Revista Cítrica
19 de octubre de 2016

En la primera huelga de mujeres en el país, el Obelisco y la Plaza de Mayo recibieron una multitud vestida de negro bajo la lluvia incesante. Las consignas “Ni una menos” y “Vivas nos queremos” colmaron las calles.

Atacadas, por la simple condición de ser mujeres. Sí. No hay multiplicidad de motivos, como suele haber entre las muertes masculinas. No. El motivo es otro, único. No mueren por ser mujeres: las matan por ser mujeres. Julieta fue asesinada en octubre de 2015, estaba embarazada, y el novio la mató a patadas en el estómago, con borceguíes. A Verónica la ultimó su pareja, quien la celaba todo el tiempo. A Marisela la molieron a golpes tres tipos en Laferrere, fueron presos dos meses y ahora están sueltos. Chiara estaba embarazada, su novio la asesinó y la familia de él lo ayudó a esconder el cadáver. A Mirta la mutilaron, la quemaron, y todo está parado en un cajón, desde hace 8 años, porque no hay testigos. A Luisa, de cinco años, el padre la violó y luego la mató, y la familia la sigue sufriendo desde entonces.

Y los testimonios se reproducen en bandada. Por las calles y bajo los toldos -que ayudan a refugiarse un poco de la inclemente tormenta- sobrevuelan vestidas de negro las historias del dolor. Son miles. Madres, hijas, abuelas, hermanas, amigas, tías. Todas. Relatos sensibles de voces ajadas, de las que se desgarran en jirones tras cada palabra. Tras cada recuerdo. Y los rostros de quienes las cuentan, las llevadoras de la memoria viva, también se van deshaciendo, testimonio tras testimonio. Voces que se parten por el dolor, por la injusticia, por el cansancio, por el hecho de levantarse una y otra vez, luego de caerse reiteradamente en el fango de la desidia política, social y judicial.

Atacadas, por la simple condición de ser mujeres. Sí. No hay multiplicidad de motivos, como suele haber entre las muertes masculinas. No. El motivo es otro, único. No mueren por ser mujeres: las matan por ser mujeres.

Es cierto que los números y las estadísticas son más que elocuentes. Las cifras demarcan un escenario pavorosamente explícito y claro ante tantas muertes, tanta violencia, y tanto sadismo. Pero detrás de los números están las personas, los dolores, las indignaciones y los miedos. Todo ese sufrimiento junto que pareciera volverse infinito, irrefrenable, e intrasferible. 

Y mientras tanto, la lluvia no paraba en la Ciudad de Buenos Aires. Inclemente. Las gotas caían como púas. En la Plaza de Mayo, en el Obelisco, donde sea que fuere. Un diluvio de agua que se entremezclaba con la lucha, los testimonios y las historias, que caminaban de un lado a otro, con carteles en sus manos empapadas y ojos encendidos. El primer paro nacional de mujeres de la historia argentina fue conmovedor. 

Mónica Centellas fue con su mamá, una señora que ahora se anima a gritar lo que por años calló; también había padres con nenas pequeñas en brazos por la plaza, contandoles de la lucha contra el patriarcado; y mujeres, muchas mujeres. Ellas pararon, alzaron la voz. Y no están solas. Se ven los rostros debajo de los miles de paraguas que desafian la tormenta. Ellas gritan y el grito se reproduce, ya es colectivo.

Vivas nos queremos

Los números son aberrantemente fríos, y caen como en una cascada, imparables. En 2015 hubo 286 femicidios. Fueron 2094 en los últimos 8 años. Hasta el año pasado mataban una mujer cada 30 horas. En 2016 la cifra aumentó a una por día. Durante 2015, 32 mujeres fueron asesinadas en CABA, y 275 fueron asesinadas durante el último año (junio 2015 a junio 2016). Hubo 19 femicidios en lo que va de octubre de 2016.

Un diluvio de agua que se entremezclaba con la lucha, los testimonios y las historias que caminaban de un lado a otro, con carteles en sus manos empapadas y ojos encendidos.

No son crímenes pasionales, ni cualquier otro eufemismo. Son femicidios. Ocurren 50 ataques sexuales por día. Durante 2015 se observaron 3746 violaciones y hubo más de 13520 víctimas de delitos sexuales. Dos de cada diez mujeres asesinadas en la Argentina habían presentado denuncias por violencia de género. La Oficina de Violencia Doméstica (OVD) recibe un millar de denuncias mensuales. 

Y el agresor o asesino usualmente está cerca. En el 71% de los casos fue pareja o ex de la víctima, obien familiares directos. Entonces, 7 de cada 10 mujeres fueron asesinadas por personas de su círculo íntimo.

"Ni una menos. Vivas nos queremos". Los gritos y los pedidos y las expresiones de deseo se entrelazan. Forman un tejido social. Sin embargo, el espiral de violencia de género va escandalosamente en aumento. Desde la primera marcha de Ni una menos, la cantidad de femicidios estuvo lejos de disminuir. Sino que, por el contrario, fue en aumento, según las diferentes cifras oficiales que se acumulan sobre el tema.

La Capital Federal fue el epicentro, sin embargo varias marchas multitudinarias se extendieron a lo largo y ancho de Argentina, y además hubo réplicas en Chile, México y España. Mientras la Justicia gatea, los homicidios galopan. Mientras las sociedades miran para el costado, las mujeres son asesinadas a diario. Mientras la apatía política se enreda en necedades y boberías, las historias de violencia de género siguen agolpándose. Fue la marcha de las miles por las miles. Una multitud de mujeres en lucha por salvar sus vidas, las de tantas otras, y por no permitir que caigan en el olvido las miles de vidas arrebatadas por los femicidios. 

 

 

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