PEQUEÑOS VIAJES: CUBA (segunda parte)

por Pablo Bruetman
07 de enero de 2012

En esta sección, te contamos pequeñas historias de viajes. No buscamos relatar la belleza natural o artificial de los lugares, sino narrar historias o hechos que nos permitan conocer mejor a otras sociedades.

En La Habana, la libertad está en la cola. Al llegar a la parada de la guagua (autobus) o a Coppelia (establecimientos estatales que venden helados a precios módicos y de un solo sabor), se debe gritar “último” y la persona aludida debe confesar su retrasado y vergonzante puesto  y decir “yo”. (El comunismo no es un viva la pepa. Viene con muchas responsabilidades. Tal vez, con más de las que la miseria humana puede cumplir). Acto seguido, ya está todo hecho. El nuevo último, especie de hombre nuevo nietzchiano, ha conseguido la libertad. Puede sentarse en la sombra o dar una vuelta manzana. Su única responsabilidad será recordar detrás de quien deberá subir a la guagua o ingresar a Copellia. El sistema es como todos. A veces funciona, a veces no.

Algunos últimos son tan libres e irresponsables que regresan cuando ya ha pasado su turno. Otros olvidan a su último o crean a uno inexistente. Y siempre hay un extranjero, un inadaptado al sistema. Uno de esos que les muestra a los cubanos todo lo que no pueden conseguir. Ahí están, adaptándose a un sistema que admiran pero del que no se animan a formar parte.

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