¿Para quién sonreír?

por Mariana Aquino
03 de febrero de 2017

Poco fotogénica, el pelo muy corto, desaliñada y una voz demasiado grave para una señorita. Así presenta Melisa Liebenthal su primera película en el BAFICI: Las Lindas. Un autorretrato experimental de ella y sus amigas en la adolescencia, que invita a la reflexión sobre estereotipos e imposiciones sociales hacia las mujeres.

Desde sus inicios, Las Lindas rompe con los caminos tradicionales. No es una película pensada para recorrer festivales por el mundo y llegar a las salas de cine con laureles y pompas. Todo lo contrario. Nace en la total intimidad de un grupo de amigas en la infancia. Una de ellas, Melisa Liebenthal, es aficionada a filmar todo. Entre sus 9 y 12 años, la cámara funcionaba como una extensión de su cuerpo, como sus propios ojos. Todo que lo pasaba por el lente quedaba registrado para siempre. Se reunía con sus amigas y filmaba todo. Sin demasiado análisis conservó esos casettes en VHS y una década después invita a esas mismas amigas a revisar charlas y risas en viejas fotos y videos.

Las Lindas es un encuentro entre ese pasado reciente y una lectura actual cargada de disparadores. Esta es una película que empieza como un juego y va tomando seriedad con el paso del tiempo. “El proyecto surgió con la idea de trabajar con mi propia historia. Tenía esos videos viejos, que había grabado con mis amigas, que siempre me parecieron muy graciosos y hasta interesantes. Siempre pensé en usarlos para algo, se dieron un montón de factores y salió”, nos cuenta la directora, Melisa Liebenthal.

Cuando sonreimos, ¿para quién lo hacemos? ¿Qué tan lindas somos cuando lo hacemos? ¿Qué tan importante es serlo?

Melisa era todo lo que no debía ser. Lejos de los cánones de belleza y simpatía que el mundo exige para una señorita, construyó una personalidad diferente y, por ello, marginal. Desde allí inventa su propio mundo de imágenes congeladas y en movimiento. Ese material casero y fresco es releído -en palabras de Eliseo Verón- en condiciones de reconocimiento totalmente distintas. Actualmente, tras dos marchas multitudinarias en rechazo a las violencias hacia las mujeres en un mundo de machos y antes el paro internacional de mujeres, convocado para el próximo 8 de marzo, la visión de Melisa se resignifica y su primer largometraje es una invitación a la reflexión sobre estereotipos y mandatos sociales, pero también sobre el cuerpo, la mirada del otro y la propia mirada. Cuando sonreímos, ¿para quién lo hacemos? ¿Qué tan lindas somos cuando lo hacemos? ¿Qué tan importante es serlo?

“Desde chica llamó la atención mi cara de orto, lo mal que salía en las fotos. Y si salís mal, sos fea. Esas eran cosas que a mi me habían preocupado desde siempre. Y recién de adulta las conecté con discursos feministas. Hasta en lo más banal y superficial ya aparece esa forma de ser moldeadas desde el género. Es increíble cómo somos formadas para rellenar esa figura de mujer”, dice la directora.

“No a todas mis amigas les preocupa lo mismo y de la misma forma. Y eso está bien, no tenemos por qué pensar y sentir igual. Cada persona tiene su propio recorrido. La idea de mi película es no bajar línea sobre nada. Imponer no es una buena estrategia. Cuando te dicen cómo debe ser, se puede generar más cerramiento y rechazo que apertura”

Melisa cree que es necesario respetar los diferentes caminos que se hacen a la hora de tomar conciencia de las violencias simbólicas que atravesamos las mujeres desde niñas. “No a todas mis amigas les preocupa lo mismo y de la misma forma. Y eso está bien, no tenemos por qué pensar y sentir igual. Cada persona tiene su propio recorrido. La idea de mi película es no bajar línea sobre nada. Imponer no es una buena estrategia. Cuando te dicen cómo debe ser, se puede generar más cerramiento y rechazo que apertura”. De esta forma la ópera prima de Liebenthal indaga sobre la belleza y la sexualidad de las mujeres pero también sobre las preferencias y las inseguridades que nos acosan desde la primera infancia. Y lo hace desde hechos más cotidianos y banales, como depilarse o no. Ser o no ser “más minitas”, esa es la cuestión.

“El feminismo le vino a dar forma a todas estas preocupaciones que yo tenía y antes no las podía enmarcar en nada. Tomar conciencia de la lucha feminista me permitió darle otra lectura a mi propia historia. Explicar y explicarme ciertas cosas.Yo me abro y comparto cosas íntimas. Y me gustaría que cada una que vea la peli saque y reciba lo que le sirva. Abrimos ese espacio. Nosotros planteamos la problemáticas pero no damos respuestas ni directivas de cómo debe ser”, asegura.

Una pequeña película “experimental  y algo trash” que parte de una experiencia personal e indaga sobre cuestiones de género bien profundas llegó a lugares impensados para su realizadora: estuvo en el Bafici, en el Festival Asterisco, recorrió salas de varios puntos del país y ganó el premio de la Sección Bright Future en el Festival Internacional de Cine en Rotterdam. Hoy se estrena el el cine Malba y estará todos los viernes de febrero. Y como a las salas más grandes no les interesan, estas películas quedan limitadas a los circuitos alternativos. La duda es siempre la misma: ¿No exponen estas películas porque el público no va a verlas o no van porque no las pasan?  “No es que a la gente no le guste el cine argentino y estas temáticas, a veces las desconoce y no va. Hay que trabajar en eso, difundir más nuestro laburo”, opina Liebenthal.

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