Para que los centros culturales sigan abiertos

por Taylor Dolven
17 de diciembre de 2013

El Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos de la Ciudad de Buenos Aires (MECA) lucha por una ley que cambie la forma de hacer cultura.

Toqué el timbre sin miedo, tal como me dijeron en el mensaje de Facebook. Cada uno tiene su propia historia de cómo llegó al mundo de los centros culturales. La mía empezó con mis ganas de pintar. Busqué talleres de pintura en internet y llegué a la página de Vuela El Pez, un centro cultural.

Como extranjera ya no me sorprenden muchas cosas de Buenos Aires (impuntualidad, graffitis impresionantes y cenas que duran cinco horas) pero sí me sorprendió cuando tuve que pedir la dirección del Pez por mensaje privado. Cuando llegué al lugar, había una puerta sin señales, sin avisos, sin nombre, pero adiviné que no me había equivocado porque nunca vi una puerta pintada así, tan linda. Mi profe de pintura bajó a buscarme. Desde ese momento me enamoré de este lugarcito que pareció como un secreto mío: un grupo de gente colaborando, realizando sus proyectos propios (pintura, música, dibujo, yoga, cocina, jardinería, danza) sin patrón, bajo un techo colectivo.

Hoy en día, el Gobierno de la Ciudad tiene el poder de ir al centro cultural sin avisar y cerrarlo, si el lugar no cumple con ciertas reglas. Como no hay una Ley para Centros Culturales, se crea un vacío legal que termina con centros cerrados sin razón.

Florencia Mincini, de Usina Cultural del Sur, nombró al gobierno como un obstáculo central. “No nos reconocen en la ley, pero nos pueden cerrar,” contó ella. Explicó que la gestión de Mauricio Macri monitorea a los centros culturales por internet.

El Movimiento de Espacios Culturales y Artísticos de la Ciudad de Buenos Aires (MECA) está luchando por una Ley de Centros Culturales que logre categorizar los lugares en cuatro grupos: Centro Cultural (máximo 150 personas), Club de Cultura (máximo de 500 personas), Casa de Artistas (máximo 50 espectadores) y Centro Barrial, Social y Cultural (máximo 50 espectadores). Más allá de definir el sector de centros culturales, la norma busca cambiar la forma de consumir cultura.

Según un informe de La Fábrica Porteña, una plataforma de información de la Ciudad, la gran mayoría de los teatros, cines, librerías, museos y galerías de arte se ubican en el norte y el este porteño. “Los centros culturales son la excepción”.

Claudio Goreman, abogado del Club Cultural Matienzo y referente de Abogados Culturales, un grupo de abogados que representan al circuito independiente, asegura que en los últimos seis años aumentó la cantidad de gente activa en centros culturales.

“Las redes sociales le resultan a una cultura independiente, hay más gente conectada. La gente busca un lugar para realizar sus proyectos porque es interesante, no por comercio. Cambió la manera en que pensamos.”, explicó Gorenman.

El fundador de Vuela El Pez, el lugar de mi primera experiencia en un centro cultural, Demián Adler dice que “había una necesidad de espacios culturales donde se puedan desarrollar nuevos artistas frente a una industria no muy cerrada y comercial.

“Hay muchos que cuando entran por primera vez se sorprenden de que una movida artística independiente pueda suceder dentro de un marco profesional y buena onda al mismo tiempo,” contó.

Describe a El Pez como “el punto de encuentro de muchas personas que estamos en la misma”. La difusión del centro es mayormente por Facebook, donde tiene más de 25 mil seguidores. Todos los que trabajan ahí tienen trabajos aparte y las ganancias son para mantener el lugar. Alder explicó que MECA es una herramienta clave para sostener un centro cultural.

“MECA es una bendición”, dijo. “No es simple encarar un espacio cultural en nuestra ciudad. Y MECA se transformó como en un grupo de autoayuda.”
A pesar de mantener un estilo underground, el grupo no intenta existir sin un control, al contrario. Con tragedias como Cromañón, lo que más quiere el grupo es la seguridad.

“Somos herederos de Cromañón y tenemos una responsabilidad enorme: además de más cultura, tenemos que generar más seguridad”, subrayó Gorenman. “Si antes tener un sótano era buena onda, ahora es peligroso”.

“Ser un lugar de referencia cultural es un poder. Y como todo poder, hay que manejarlo con conciencia y cuidado”, dijo. La ley no pide apoyo financiero, sólo busca que los centros culturales pueden funcionar tranquilamente.

La ley fue presentada el 18 de Noviembre en Club Cultural Matienzo, pero lleva tres años de trabajo. Para evitar que haya oposiciones políticas, el grupo necesita juntar 40 mil firmas para que la ley llegue a la Legislatura en 2014 en forma popular.

“Tuvimos reuniones con asesores. Pero para nosotros es importante que se entienda que es apartidario”, dijo Gorenman. En las primeras dos semanas de la campaña juntaron 10 mil firmas. Además de sólo firmar, cualquiera puede bajar una planilla de internet y juntar firmas por sí mismo.


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