Otra represión disfrazada de “incidentes”

por Maxi Goldschmidt
10 de enero de 2017

En Once, la misma policía que les cobra coimas todos los días, se llevó la mercadería de cientos de puesteros y golpeó a mujeres y niños. Testimonios de un país donde aumenta la desocupación y se ataca a los laburantes.

Mientras las webs de Clarín y La Nación hablan del “reino de los manteros”, de las cifras millonarias que mueve “la venta ilegal”, de que los manifestantes cortaron el tránsito y quemaron basura, y “del apoyo de los entes comerciales al desalojo”, nos preguntamos por qué y quién dio la orden de reprimir así a laburantes. Y justamente a ellos fuimos a entrevistar en otra jornada de violencia institucional, porque eso es lo que vivieron hoy decenas de mujeres, hombres y niños, que fueron golpeados por la policía, luego de que se llevaran lo que más falta hace en estos días: el laburo.

“Nosotros no robamos. Trabajamos dignamente, no para que nos digan que somos la mafia. La mafia son ellos, la policía y los políticos, que vienen y le pegan a una mujer con sus cuatro hijos, y encima le robaron la plata y los documentos”, grita una mujer en plena Avenida Pueyrredón, junto a otra que está en silla de ruedas y que también fue víctima de la represión: “Yo estaba lejos de la protesta y los policías me arrinconaron y se fueron contra mí, y le pegaron a mi hija, que está toda golpeada”.

“Macri quiere una ciudad nueva. Y qué es una ciudad nueva… Que mire las villas, que mire el hambre, que mire la impotencia de la gente, que mire la salud, que mire cómo nos atienden en los hospitales”, dice Gabriela, que hace seis años empezó a vender en la calle, después pudo dejar por un trabajo mejor y hace unos meses tuvo que volver a una vereda de Once: “Yo tengo que venir y trabajar. Ni robar, ni vender falopa. Yo soy una mujer de 40 años y no consigo trabajo. Encima ahora vienen y te reprimen. ¿Qué vamos hacer nosotros? Tenemos que defender nuestro laburo, el único que tenemos. En realidad no tendríamos que ser manteros, tendría que haber laburo para todos. Un día que llueve no podés armar el puesto, y ese día no llevás nada a tu casa. Pero esta es la realidad que tenemos, éste es el país que tenemos. Te quieren vender una Buenos Aires con arbolitos, pero esta es la maldita realidad que vivimos”.

Lourdes pregunta a los gritos y ante las cámaras “¿dónde está el Ni una menos? Porque acá vinieron los policías y nos pegaron a todas las mujeres, y encima se llevaron toda nuestra mercadería”. Lourdes hace diez años trabaja acá, pasó muchas pero ninguna como la de hoy a la mañana: “Nunca nos había pasado algo así, es la primera vez que nos maltratan tanto, la policía empezó a pegar de la nada. Entraron a las 2 de la mañana al depósito a robarnos la mercadería, y después nos golpearon. Nosotros trabajamos dignamente, de sol a sol, y acá estamos defendiendo el pan de nuestros hijos. Yo soy padre y madre para mis hijos, los mantengo, porque mi esposo es discapacitado y no puede trabajar. Además tengo a cargo a dos nietos.  Soy el sustento de mi casa y hoy me quedé sin nada. Yo vengo desde La Plata a trabajar, porque acá los alquileres están demasiado caros. Si tuviera otra opción, estaría trabajando en otro lugar. A mí me gustaría dejar la calle. Pero no puedo”

Otra mujer, con un cochecito de bebé y dos nenes, ve que somos periodistas y también se acerca a dejar su testimonio. “No entiendo nada, el compañero que se acaba de llevar la policía estaba protestando por su lugar, nada más, él vende unos perfumitos y acá todos lo conocen. Lo golpearon y se lo llevaron. Yo laburo en la esquina del Dr. Ahorro desde el 2010 y en los últimos años, durante el gobierno anterior, pudimos progresar. Se vendía bien, pero ahora bajaron mucho las ventas y se aprovechan y te piden un montón de cosas. Y encima esto. Nos tratan como perros, es como volver a la época militar. A la mañana vinieron de prepo y nos sacaron lo que compramos con mucho esfuerzo. Y no nos va a devolver nada, se lo van a dar a los parientes. Son los mismos policías que en Navidad vienen y te manguean un juguete por cada puesto. Además tenemos que pagarles la coima de 200 pesos si no nos quitan la mercadería”.   

En la mayoría de los testimonios se repetía la desconfianza a la “salida” que ofrecían desde el Gobierno de la Ciudad. “Hace dos años nos prometieron reubicarnos en un lugar que nos iban a dar. Pero nos mintieron. Nos pidieron los documentos y todo, ¿y qué pasó? Que a las dos de la mañana te encontrabas que te estaban sacando la mercadería de tu casa. Hoy por hoy nos da terror cuando nos dicen que nos van a censar, y nos da terror dar los documentos porque no sabemos si no es para sacarnos la mercadería. Por eso no me quiero censar. Yo no creo en ellos. ¿Cómo sé que no van hacer lo mismo si hoy vinieron, se llevaron todo y nos pegaron? Por eso no me quiero ir de acá, del medio de la calle. No es que me gusta luchar, es que no me queda otra para darle de comer a mis hijos”.

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