No se pueden desafiliar los sueños

Una vez más, el macrismo ataca a maestras y maestros. La gobernadora Vidal promueve la desafiliación de los sindicatos y el presidente Macri —por decreto— modificó la paritaria docente. Como respuesta a eso, Marina Yasky invita a educar desde la militancia.

Por Marina Yasky 

La cocina de nuestra casa cuando éramos chicos estaba llena de frases que mi vieja pinchaba en las paredes de madera. Eran muchos y todos mezclados: Gelman, Zito Lema, Machado, Hernández, Alejo Carpentier, Violeta Parra, González Tuñón. Sos chica y no te das cuenta, pero ahí están todos esos desconocidos pasando a ser familiares, contándote cosas, amasándote una mirada sobre el mundo mientras tomás la leche que no querés tomar, hacés los deberes que no querés hacer o le relatás a tu mamá lo más destacado del día, mientras corta las papas recién llegada del laburo y la militancia. No era una cocina cualquiera porque además de la comida, las sobremesas sin televisor y la poesía resistiendo en las paredes, ahí se cocinaban también muchas veces las reuniones del sindicato. Al principio el sindicato eran 5 ó 6, en plena dictadura, conspirando en un idioma que para mi era incomprensible. Lo único que estaba claro era que había que cocinar a fuego lento. Con los años la cocina fue quedando chica, los 5 ó 6 pasaron a ser 10 ó 12, el número de cocineros iba aumentando y el fuego también. La poesía insistía en las paredes, con el papel amarronado pero el mandato intacto: había que cuidar el fuego como fuera.

No era una cocina cualquiera porque además de la comida, las sobremesas sin televisor y la poesía resistiendo en las paredes, ahí se cocinaban también muchas veces las reuniones del sindicato.

Estos últimos días me vengo acordando mucho de esa cocina, porque en como casi todas las casas fue el corazón de la nuestra y en ese sentido, va a latir siempre conmigo, y porque me quedaron tatuadas en la memoria todas esas frases que al final se convirtieron en brújula y en metralla. Pero sobre todo, gracias al último (que será siempre el penúltimo) intento de apagar el fuego colectivo de Vidal convocando a los docentes a desafiliarse de los sindicatos, se me viene galopante una de Juan Sasturain con la que mi vieja nos explicó la vida: “Uno no puede jubilarse de lo que ama. Ya sea una mujer que nos hipotecó la adolescencia, un líder que nos ganó la vida o una camiseta con el color de la victoria. O mejor: nadie puede jubilarse de los sueños sin enloquecer".

Imposible no agregar una del entrañable Paco en la cocina de los tiempos que (nos) corren: “Arderá el amor, arderá su memoria hasta que todo sea como lo soñamos.”

Fuerza Suteba. Fuerza Maestrxs. Fuerza Todxs.

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