¡Microcesárea las pelotas!

por Revista Cítrica
17 de enero de 2019

Esta semana se dio lugar a un recurso de amparo en San Salvador de Jujuy para impedir el aborto de una niña violada de 12 años. Stella Maris Manzano, médica especialista en Tocoginecología y Medicina Legal, visibiliza los mecanismos de los sectores pro vida para obligar a una menor a ser madre.

Stella Maris Manzano*

Qué malvados son los religiosos y religiosas. Pusieron un recurso de amparo en San Salvador de Jujuy para impedir el aborto de una niña violada de 12 años.

Tras enterarme de esta noticia una locutora de Jujuy me llamó hoy, y me preguntó si el Estado no podía tratar de garantizar la vida del bebé. Le pregunté de qué bebé hablaba, porque no había ninguno dentro de la niña, solo un feto, que no puede vivir fuera del útero, salvo que le nieguen el aborto, despreciando la vida de la niña, para que nazca un bebé. Así que volví a repetir que las complicaciones de los partos son la tercer causa de muerte en niñas de 10 a 14 años en toda Latinoamérica.

También tuve que volver a repetir que negar un aborto a una niña o mujer violada es tortura, y que no es algo que digo yo, sino el relator especial contra la tortura de la ONU Nils Melzer. La tortura es un delito al que corresponden condenas de entre 25 años a prisión perpetua.

La locutora se enojaba y me decía que no me fuera por las ramas, que me preguntaba otra cosa, que quería saber si se podría intentar que el "bebé" viviera. Le repetí que no hay bebé, que nacen muertos, pero que si naciera vivo, obviamente iría a una incubadora porque no somos asesinas de bebés, pero que siempre nacen muertos. Ella me dijo que eso digo yo, le contesté que sí. 'Que lo digo yo, médica que hace abortos y que debería ser más creíble por eso lo que digo que lo que diga un cura o una locutora que nunca atendió un aborto'.

¡Microcesárea las pelotas! Es una incisión de 12 centímetros en el vientre de la niña, que aumenta su riesgo de enfermar y morir.

Me enojé demasiado. Recordé a Ana María Acevedo, torturada y asesinada en Santa Fé por médicos católicos, y que el feto, abortado a las 23 semanas, también murió en la incubadora a las pocas horas.

La locutora me dijo que yo debería respetar a los que no piensan como yo. Le dije que yo lo hago, que si la niña quisiera parir, jamás la obligaría a abortar, y que en cambio son ellos quienes no respetan, quienes fuerzan y torturan. Me contestó que nadie hablaba de obligar a la niña a parir. Le pregunté como se llama no haberle hecho el aborto que pide desde hace semanas. En mi barrio, eso se llama forzar y obligar.

Más tarde una compañera me contó que a la niña le harían una cesárea. Eufemísticamente la llaman "microcesárea" ¡Microcesárea las pelotas! Es una incisión de 12 centímetros en el vientre de la niña, que aumenta su riesgo de enfermar y morir. ¡Todo para buscar sacar un feto vivo!

Pero la última noticia que llega es que posponen la cesárea porque supuestamente no hay quirófano. No les creo. En una maternidad no hay falta de quirófano por 48 horas. Las 48 horas son para dar tiempo a que actúen los corticoides para madurar los pulmones fetales y para proteger la cabeza fetal, para que no sea comprimida por la vagina. Mientras más horas, más cerca de la viabilidad.

Y si logran que un feto viva y sea discapacitado, dirán que fue por un aborto, no por un aborto que impidieron, porque dilataron los tiempos hasta que fue un parto.
Si la niña muere por una infección en la herida quirúrgica, acusarán por mala praxis a quien la haya operado.

Son el mal. No hay otra. No importa que a la pequeña le duela un mes, que le quede la marca de por vida, que se puede infectar y morir, como les pasa a tantas en tantas cesáreas. Son el mal.

*Médica especialista en Tocoginecología y Medicina Legal.

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