La revolución en camioneta

por Jorge Torres Fariña
03 de febrero de 2017

Formados en la educación popular, salieron a recorrer las venas abiertas de América Latina a bordo de una Kangoo, con la idea de hacer un documental. Volvieron con mucho más que eso. Una historia de amor y militancia.

Se conocieron en 2013 cuando enseñaban en un bachillerato popular en el barrio Las Flores, en Vicente López. Se pusieron en pareja y al tiempo empezaron a proyectar juntos la realización de un documental sobre “la educación y los movimientos populares en Latinoamérica”. A bordo de su Renault Kangoo partieron desde Buenos Aires el 11 de agosto de 2015, y dieron inicio a una travesía que los puso en contacto con militantes de distintos países, y aprendieron de sus costumbres e ideales.

Martín Ferrari es profesor de filosofía y ciencias de la educación, Malena Noguer es socióloga. Ambos son defensores acérrimos de la educación pública, y sobre todo de los bachilleratos populares. Con estas dos ideas bien afirmadas, recorrieron 37.000 kilómetros en una camioneta especialmente acondicionada. Después de visitar al Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase) y distintas ciudades y pueblos de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, México, Venezuela y Brasil retornaron al país el 23 de diciembre de 2016. Si bien el viaje estaba proyectado para que se realizara en seis meses, la experiencia y la calidez de quienes los recibían, terminaron extendiéndolo a casi un año y medio.

¿Cómo se prepararon para realizar semejante viaje?

Malena: Decidimos salir con la camioneta que teníamos. Y debido a que no queríamos que fuera solo algo nuestro, decidimos que fuera un documental porque lo audiovisual tiene gran potencia. Para ello transformamos la Kangoo en nuestra casa, donde teníamos electricidad para cargar las cámaras y editar, cocinar y lugar para dormir, entre otras cosas.

Martín: Vale aclarar que no somos documentalistas, por lo que antes de salir decidimos formarnos en lo audiovisual. Es así que una compañera, Gabriela Jaime, nos instruyó intensivamente durante cinco meses para que lo que pudiéramos filmar pudiera ser una herramienta para otros. Fueron semanas de filmar, editar y volver a filmar. Además, decidimos que sea un proyecto autogestivo, que no dependiera de alguien más. Antes de salir hicimos algunas cosas para darle impulso, pero creemos que la más importante fue la presentación del video del proyecto ante compañeros y familiares. Entendíamos que íbamos a hacer 30.000 kilómetros, y en ese momento 600 kilómetros eran 600 pesos, entonces teníamos que juntar 30.000 pesos. La gente que asistió fue aportando para llegar a la cifra. También fue clave que se sumaron referentes de la militancia y el mundo académico (Claudia Korol, Gastón Picone, Pablo Imen, Norma Michi, Patricio Boltón, Alberto Croce y el GEMSEP), reflejando el proyecto para darle rebote.

 

En estos momentos es necesario pensar en una educación americana que reivindique la cultura de nuestros pueblos, que tenga en cuenta las luchas por la tierra y el territorio, las luchas de las compañeras en las cuestiones de género y la profunda espiritualidad de nuestros pueblos

¿La colaboración de la militancia fue clave para el viaje?

Malena: Ellos nos hicieron los contactos fuera del país y dieron referencias de lugares a donde filmar. Cuando salimos, teníamos una ruta trazada y una lista de movimientos con los cuales hablar, con los que hubo contacto previo. Si bien en el camino surgieron otros lugares, la red de contactos que tejimos fue muy importante. Lo mismo pasó en nuestra primera visita. Después de un mes de estar filmando y compartiendo con el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, nos brindaron otros contactos que se sumaron a los anteriores.

Realizaron el viaje en un período histórico en cuanto a cambios políticos y sociales…

Martín: Sí. El cambio de gobierno en Argentina, la preparación de un referéndum para la reelección de Evo, las elecciones en Perú, la previa a las elecciones en Ecuador, el acuerdo de paz en Colombia, el impeachment en Brasil y la guerra económica en Venezuela. No teníamos pensado que eso nos atravesara, pero es algo que se verá reflejado en el documental porque los movimientos están repensando un montón de cuestiones.

Malena: También nos sorprendió el avance sobre los territorios. En Colombia vimos que el acuerdo de paz fue propiciado para lograr ese mismo objetivo. Así las grandes multinacionales pueden seguir explotando las tierras que estaban en conflicto.

Martín: Cuando entramos en Brasil fue en medio del impeachment a Dilma Rousseff y a la semana había elecciones para algunos cargos. Nosotros estábamos movilizados por toda esta situación pero apreciamos que la gente seguía en su cotidianidad y casi no se hablaba del tema. Nos descolocó ver como los candidatos continuaban preparándose para las elecciones pese a lo que ocurría. Si bien el Frente Popular de Brasil ha dado una lucha, claramente las movilizaciones no fueron contundentes y por eso se pudo concretar la medida.

¿Qué experiencias los sorprendieron más y por qué?

Malena: Una muy importante la tuvimos en Bolivia,en la Universidad Indígena Quechua (el gobierno de Evo junto con los movimientos sociales creó tres universidades indígenas), donde estuvimos dos semanas con los jóvenes que se están formando para que sus comunidades tengan técnicos que comprendan las problemáticas locales.

Martín: Las universidades indígenas de Bolivia enfrentan el desafío de saber qué tipo de educación llevan adelante teniendo en cuenta la cosmovisión de la Nación Quechua, además de cómo se enseña. Todas las clases se dan en quichua, o no. De ser así deberán capacitar a los profesores para poder expresar todos los conocimientos en dicha lengua. Otra experiencia muy importante fue en Colombia: la del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), donde la situación es otra. Si bien en Bolivia los movimientos sociales participan del gobierno de Evo Morales, en Colombia esto es muy distinto. Allí el gobierno “viene asesinando a la izquierda, asesinando al campesinado”. Más allá del conflicto con las FARC y el ELN, hay una experiencia muy significativa que lleva 45 años de lucha y es el CRIC. Tienen 400 escuelas propias, que no fueron construyendo con el gobierno, sino que las fueron levantando en las comunidades y que le fueron exigiendo al Estado su reconocimiento, los salarios de los docentes y que les sea reconocido su propio proyecto educativo. Lo que se aprende en cada una de esas escuelas es diseñado entre la comunidad educativa y la comunidad indígena.

“Para mí fue muy fuerte vivir el mundo indígena o el mundo campesino. No es lo mismo leer que vivirlo, tratar de entender cómo viven, cómo piensan y cómo entienden el mundo”

Para llegar a México tuvieron que dejar la camioneta…

Malena: Sí, ir desde Colombia hasta México se nos hacía imposible desde lo económico. Dejamos el auto en casa de un compañero durante un mes y viajamos en avión porque ya teníamos pensado ir a conocer la obra del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Fue muy interesante y movilizante lo que vivimos allí. Llevan 23 años auto-organizándose. Tienen sus propias escuelas, gobierno y centros de salud. Ellos sufrieron 500 años de opresión y, hasta el levantamiento de 1994, los chicos se seguían muriendo de desnutrición. Llegamos a la sede de gobierno, que se llama Los Caracoles, y nos presentamos ante la Junta de Buen Gobierno -como ellos dicen-, que tiene la particularidad de estar conformada por más de 12 indígenas que gobiernan durante una semana y después rotan.

Martín: Ellos también tuvieron que repensar el tema de la educación. Tienen sus propias expresiones audiovisuales, como sus novelas, en las que tratan distintas historias que hacen a su identidad. En Latinoamérica se nos ha robado, y se nos continúa robando, nuestra identidad indígena. En el sur de México, el zapatismo representa un lugar de lucha ante esto. Por querer parecernos a Europa, olvidamos nuestra identidad indígena, como ocurre con los Mapuches en nuestro país, que terminan siendo otra nota de color de las represiones de este gobierno.

Si bien aún trabajan en el documental final, su trabajo ya se utiliza como una herramienta de estudio. ¿Qué piensan de ello?

Malena: Desde Santiago del Estero empezamos a editar cortos que presentábamos en la misma comunidad o la escuela. Los compañeros del MOCASE nos pidieron que les dejemos ver lo que hacíamos porque muchos pasan, filman, hacen entrevistas y nunca vuelven. Nosotros hicimos allí un corto de acuerdo a nuestras convicciones y lo que creemos que tiene que servir este trabajo. Generamos un ida y vuelta para que hicieran críticas o nos dijeran si faltaba algo. De ahí en más, siempre tratamos de hacer lo mismo en otras comunidades. Y eso implicó estar más tiempo en cada lugar e ir pensando si hay que filmar más. Filmamos, editamos y entregamos unos 10 cortos, pero también subimos a la página web (www.laeducaciónenmovimiento.com) alrededor de 20 materiales más. Nos alegra que ya hayan estado usando algunos de esos cortos y entrevistas en distintos espacios, tanto en Argentina como en otros países.

Martín: En Popayan, al sur de Colombia, asistimos a una Maestría en Educación Popular a la que nos invitaron a partir de lo que estábamos haciendo y nos encontramos con un pedagogo, investigador e intelectual del país, Alfonso Torres Carrillo, que iba a trabajar a partir de un corto nuestro.

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