La Garganta Poderosa entrevistó a Evo Morales

Celebrando el tercer año de la revista y el noveno de esta poderosa construcción asambleísta, explotó el grito de los barrios, en la garganta de los pueblos originarios: “No podemos olvidar de dónde venimos, ni los saqueos que padecimos, ni nuestros sufrimientos, ni los 500 años de sometimientos”.

Pues su infancia, bien lejos del lujo y la arrogancia, no le dejó tiempo para los antojos: “Sólo me cambiaban la ropa, para arreglarla o sacarle piojos”. Así, sin alterar los buenos modales, ante la grasa de los capitales, la mayor amenaza sigue siendo Evo Morales, no sólo por sus políticas de inclusión social, sino por esa tremenda transformación cultural que no se detiene ni por un segundo: “Si la coca fuera yanqui, estaría legalizada en todo del mundo”.

Desafiando la naturalización de la globalización que se viraliza por internet, el presidente de Bolivia se conecta a Bachelet: “Acá, le voy a hablar de frente: si sigue en la Alianza del Pacífico, sabremos qué quiere perfectamente”. Contra todos los atropellos que su pueblo debió soportar, ahora grita en la tapa para que le devuelvan el mar, ¡urgente! “Sudamérica y el Caribe saben que tienen esa deuda pendiente”. Eterno líder de los cocaleros, enfrenta al narcotráfico y la estigmatización de sus compañeros, afirmando que “la solución no pasa por la militarización, ni por las represiones, sino por el incentivo a la producción y el desarrollo de otras plantaciones”. 

Siendo el segundo hombre que más duró al mando de su país, supo mantener la humildad que fortaleció su raíz, burlando al cinismo del imperialismo con políticas públicas que verdaderamente lo joden: “Estaría encantado de darle asilo político a Snowden”. Latinoamericanista por convicción, actúa como soldado de la pachamama en defensa de la región, aun cuando deba aislarse para bancar su posición o para que el debate se abra: “Monsanto es mala palabra”. Valiente y despierto, desplantó también a la minería a cielo abierto, porque su camino le permitió comprender que “esos recursos no van a volver”.

 Y tanto creció Bolivia desde sus postulados, que alteró la relación entre los niños y los uniformados. “Antes les decían los 'Cucos', asustados”, porque tanto abuso había dejado esa secuela, “y ahora les dicen 'Tíos', cuando les dan los bonos por terminar la escuela”. ¿Pero qué sueño le quedará por cumplir a un tipo que aprendió a vivir, sin mirar la billetera? “¡Jugar en la Bombonera!” Por ese motivo y muchos más, nos subimos a un colectivo hacia La Paz, donde sobrevivimos un mes con moneditas, tejiendo carteras y reciclando latitas, hasta que conseguimos esta nota para la historia, con el máximo referente de la memoria: “Me alegra mucho que La Poderosa se haga escuchar desde la marginalidad, porque así nacieron todas las revoluciones de la humanidad”.