Un brindis por el trabajo

por Revista Cítrica
26 de noviembre de 2014

En Argentina, cada vez son más los bares que funcionan bajo los principios del cooperativismo. Y en Buenos Aires la salida es colectiva y cultural.

Una cooperativa es un conjunto de personas que se asocian para administrar una organización. Esa organización puede perseguir fines económicos o puede ser una forma de organizarse para disputar otro tipo de recursos. Pueden ser cooperativas de trabajo, o de enseñanza, o de artistas. Las cooperativas tienen la característica de ser un órgano democrático. Todos los socios de la cooperativa son iguales entre ellos, y las decisiones las toman todos.

 

En Argentina las cooperativas se rigen legalmente por la ley N° 20.337 de 1973, que pone a la cooperativa como una forma de personería jurídica, y empezaron a surgir con fuerza durante el 2001. Después del vaciamiento de todas las esferas producidas por el esquema neoliberal que venía desde la dictadura y continuado todavía con más fuerza durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, el país se encontró en una de sus crisis más fuertes. En este marco empieza a tener protagonismo la organización de base. Es decir, las organizaciones que trabajaban no como un partido político orgánico, sino más bien con el colectivo; sin representantes directos, más bien con asambleas. A partir de estas organizaciones y el comienzo de la intervención política de sectores que hasta ese momento eran completamente ajenos a ella, comenzaron a surgir diferentes propuestas. Las cooperativas y el trabajo autogestionado fueron algunas de ellas.

 

Tucumán fue uno de los lugares más afectados por la crisis del 2001 y,  para intentar paliar las consecuencias, nacieron diferentes iniciativas políticas, con trabajo desde las bases, en los barrios. El bar autogestionado Pangea surgió así. “Nació un poco de esa herencia del 2001. Nosotros estamos conformados como cooperativa hace ya 6 años”, cuenta Lucas Álvarez, trabajador de Pangea. “Empezamos con un grupo de compañeros que pertenecíamos al movimiento de desocupados, veníamos de ver también el armado de cooperativas en el barrio. Vimos las dificultades que tenían algunos emprendimientos, algunas cooperativas de barrios que no tenían garantizadas la venta de los productos. Producían y se chocaban con el primer límite que era que en los barrios no había suficiente poder adquisitivo para comprarles los productos. Y no tenían logística para distribuirlos. Entonces un par de compañeros decidimos armar una cooperativa gastronómica en el centro y poder vincularlo con la compra de productos de algunas cooperativas de barrios. Y ahí comenzó, en el 2004 más o menos lo abrimos”, agrega Nicolás García, uno de los miembros fundadores de Pangea como bar y como cooperativa.

 

Pangea, si bien existe hace más tiempo como bar que como cooperativa, desde el comienzo se sostuvo en los principios del cooperativismo. Empezó como una respuesta a la falta de trabajo y como una forma de sostenimiento para el trabajo de otros. Lo que Pangea intenta hacer es parte de un proyecto más grande de una economía social. Una economía que sea democrática, y que permita tomar decisiones como sujetos. Es democrática la forma de repartir el trabajo, todos trabajan la misma cantidad de días y todos cumplen con todos los roles y todos ganan lo mismo. Algunos son mozos un día, otro día les toca la caja, otro día atender proveedores o estar en la cocina. De hecho, en Pangea el sistema para decidir es la asamblea. “Tenemos asambleas cada quince días. Por lo general nos suele llevar todo un día, cerramos el bar por eso. En las asambleas tratamos de debatir de lo que es estrictamente el trabajo y lo que es inherente al día a día, y por otro lado la construcción que hacemos como colectivo. Que es el proyecto que hay detrás del bar”, comenta Lucas.

 

Más allá del bar en sí, Pangea como colectivo intenta ser un actor político. Explica Nicolás que el proyecto original de utilizar la producción de las cooperativas barriales en el bar sigue estando con las cooperativas que aún existen. También cuenta que varios compañeros se han ido y han formado otras cooperativas, por lo que se intenta mantener un intercambio con ellos. El desafío, dicen Lucas y Nicolás, es no aislarse, intervenir políticamente. Pangea trata de hacerlo a través de diferentes acciones, desde el dictado de cursos y charlas sobre el trabajo autogestivo, hasta la participación en las marchas en contra de la impunidad de Alberto Lebbos.

 

En Argentina hay más de 20.000 cooperativas. Pangea es solo un ejemplo de lo que se puede lograr con el trabajo colectivo. Lo más importante de esta experiencia es que demuestra cómo se puede defender el trabajo propio, generarlo y apostar por una verdadera construcción con las bases reales de la democracia.

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