Chile: los diarios en la dictadura

por Francisca Skoknic. El puercoespín
17 de septiembre de 2013

Cómo los grandes medios de comunicación también ocultaron desapariciones en el país vecino. La posibilidad de juzgar a los responsables civiles.

Lo dijo el poderoso ex secretario de Estado Henry Kissinger: una visita de Agustín Edwards, propietario del diario El Mercurio, a Washington gatilló la decisión de Richard Nixon de apoyar un Golpe de Estado en Chile. Lo escribió Kissinger en su biografía y lo rescató el director del National Security Archive, Peter Kornbluh, en su libro The Pinochet File (2003). El volumen reconstruye la historia secreta del golpe a partir de archivos de la CIA. Una historia en la que el dueño de El Mercurio juega un rol importante.

Ahora que se cumplen 40 años del Golpe de Estado, el Presidente Sebastián Piñera arrastró a los medios a la discusión sobre los cómplices pasivos de la dictadura y sobre quiénes deben pedir perdón. Insistió sobre ello en el discurso con que conmemoró el aniversario del golpe en La Moneda: “La responsabilidad también alcanza a algunos medios de comunicación, que con frecuencia se limitaron a entregar la versión oficial del gobierno y no siempre investigaron e informaron con la objetividad y veracidad que los graves atropellos a los derechos humanos exigían”.

El domingo 8, el abogado Carlos Peña –rector de la Universidad Diego Portales y vicepresidente del directorio de CIPER– usó las páginas del propio El Mercurio para apuntar hacia las responsabilidades del diario. Recordó específicamente la portada de La Segunda –también propiedad de Agustín Edwards– que bajo el titular “Exterminados como ratones” fue parte de una operación para encubrir el asesinato de 119 opositores al régimen.

Pese a haber transcurrido 40 años, El Mercurio no parece lamentar su actuación en dictadura. El mismo domingo 8, una editorial del periódico reivindicó lo hecho, congratulándose incluso de haber contribuido “decisivamente a una transición pacífica y democrática” gracias a que al intentar relajar las restricciones, la prensa establecida permitió que surgieran los medios opositores en la década de 1980.

No es la primera vez que la atención pública está puesta en la responsabilidad de El Mercurio en incitar el Golpe de Estado y cubrir los crímenes de la dictadura. El último episodio que incomodó al periódico fue el lanzamiento en 2008 de “El Diario de Agustín”, un documental de Ignacio Agüero que ahondó en el papel jugado por los diarios de la cadena de El Mercurio.

Hasta ahora, Agustín Edwards nunca ha tenido que dar explicaciones sobre sus actuaciones pero esto podría cambiar en breve debido a que un hijo de una víctima de la dictadura de Augusto Pinochet presentó una querella en contra del dueño de la cadena periodística por su eventual responsabilidad en una operación de montaje para encubrir la desapariciones.

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