Honduras: el pueblo no se calla y combate

por Redacción Rosario
10 de julio de 2014

Se profundiza la restauración conservadora iniciada con un golpe de estado pero aumenta la resistencia.

Tras la destitución de Manuel Zelaya en 2009, se impuso a sangre y fuego la restauración conservadora. El mandatario derrocado había aumentado los sueldos un 64 por ciento, repartió tierras y se acercó a Venezuela. Hasta que una noche vinieron a buscarlo los milicos para terminar con esa “anomalía populista”.

Los militares llegaron de madrugada. El presidente estaba en pijamas. Lo trasladaron a una base aérea, antes de sacarlo del país. Había que terminar con la anomalía Zelaya y sus sorprendentes medidas de redistribución de la riqueza y acercamiento a los procesos de cambio continentales. Había que comenzar con la restauración conservadora que todavía hoy, cinco años después, se profundiza en Honduras. Pero con cada vez más resistencia.

Miles de ciudadanas, ciudadanos y militantes del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y del partido Libertad y Refundación (Libre) colmaron esta semana las calles hondureñas para conmemorar los cinco años del “fatídico golpe de Estado que rompió el orden constitucional en Honduras el 28 de junio de 2009”. En esa fecha un grupo de militares echó del gobierno al presidente Manuel Zelaya en complicidad con la Justicia, el empresariado y dirigentes políticos de partidos conservadores, y con el visto bueno de la CIA. Desde el golpe se desató la represión y persecución contra los opositores y se produjeron sistemáticas violaciones a los derechos humanos, según se denunció en el documento emitido por los organizadores de la marcha, reproducido por el portal Honduras Tierra Libre.

Los manifestantes denunciaron la injerencia de los Estados Unidos y enumeraron las medidas del gobierno de Zelaya que significaron un avance para los intereses populares y la inclusión social, por lo que la gestión comenzó a resultar molesta a los intereses del Imperio y la burguesía panameña que lo sirve. Esos sectores fueron los que planificaron y ejecutaron la restauración conservadora.“Se han violado los principales derechos ciudadanos, como el derecho a la vida, a la libertad de expresión y a la libertad de reunión, entre otros derechos contemplados en la Constitución de la República y los Tratados Internacionales”, señala el comunicado distribuido durante la movilización en Tegucigalpa.“Hubo más de 200 asesinatos contra nuestro pueblo, murieron sindicalistas, maestros, obreros, campesinos, periodistas, abogados, defensores de derechos humanos, todos miembros del FNRP y posteriormente del partido LIBRE”, expresa el escrito.

“Este golpe fue elaborado, dirigido y financiado por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), con la complicidad y apoyo de la oligarquía y de los militares. Ni al imperio norteamericano ni a las clases dominantes hondureñas, les gustaban las medidas económicas y políticas que adoptó a partir del año 2007, a favor de nuestro pueblo el presidente Manuel Zelaya Rosales”, apunta el comunicado que también hace referencia a la situación de violencia urbana que desde hace años azota a Honduras y que hace que ese país “se conozca en el mundo como el que tiene más homicidios por cada cien mil habitantes, o sea: el más violento del mundo”.

Los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos tuvieron un papel destacado en la interrupción del orden constitucional. El ejemplo de la cadena estadounidense CNN fue el más claro. En todo momento difundió injurias contra Zelaya y nunca llamó al golpe por su nombre. “Crisis política en Honduras”, titulaba CNN por aquellos días.“Sigamos adelante que nadie nos va a vencer siempre que nos mantengamos unidos”, señaló Zelaya ante sus seguidores durante la movilización en Tegucigalpa.

El golpe de Estado del 28 de junio de 2009 tuvo lugar el mismo día en que Zelaya convocó a una consulta popular para realizar una reforma constitucional. Con el burdo pretexto, propalado por los medios hegemónicos, de que el gobernante quería reformar la Constitución para reelegirse, la Corte Suprema ordenó el derrocamiento, mientras el Congreso lo convalidó al designar como reemplazo a Roberto Micheletti, quien usurpó el poder con la complicidad de los poderes fácticos y pese a que gobiernos de la región y organismos internacionales condenaron severamente el golpe. Micheletti se mantuvo en el poder hasta el 27 de enero de 2010, cuando asumió Porfirio Lobo tras ganar las elecciones.

Los manifestantes enumeraron las medidas progresistas que tomó el gobierno de Zelaya, entre las que se mencionan la sesión de tierras a los campesinos, la aprobación de un aumento del 64 por ciento al salario mínimo, el control a favor del pueblo de los precios de los combustibles, y el ingreso de Honduras al programa venezolano de cooperación y financiamiento conocido como Petrocaribe.Además, de la mano de Zelaya, Honduras ingresó a la Alianza Bolivariana de los Pueblos con América (ALBA), y se profundizaron las relaciones económicas, comerciales y financieras con la República Bolivariana de Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, y con otros países progresistas y antiimperialistas como Brasil, Argentina, Uruguay y Chile.

El portal Honduras Tierra Libre señala que, en el ámbito económico, tras el golpe de Estado del 28 de junio de 2009, Honduras se convirtió en uno de los países más corruptos del planeta y su economía y finanzas están completamente deterioradas. Lo suficientemente deterioradas para que los conservadores señalen la necesidad de pedirle “una ayuda” al FMI, una receta muy conocida en el continente.

Luego del derrocamiento de Zelaya, y tras el interinato ilegal e ilegítimo de Roberto Micheletti, vino el gobierno conservador de Porfirio Lobo (2010-2014) y actualmente gobierna el también conservador Juan Orlando Hernández. La restauración conservadora, “el regreso al orden”, tras la anomalía zelayista parecía consumada. Pero la militancia sigue en la calle y tiene la última palabra.

 Artículo publicado en la edición 150 del semanario El Eslabón.

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