"Hay muchas vidas en una sola vida"

por Revista Cítrica
13 de julio de 2017

Kevin Johansen recuerda su infancia con una madre feminista, sus idas y vueltas a la Argentina y por qué elige, todo el tiempo, encarar proyectos diferentes. El rol crítico de sus hijxs y el momento del país y del mundo.

Las 3 de la mañana en un bar de Palermo. Un rato antes, Kevin Johansen había tocado como artista invitado en el show de Nación Ekeko. La noche recién empieza. Está distendido y sentado a una mesa de La Tangente. Los parlantes explotan, la gente pasa y le sonríe. Él responde con simpatía. Pero es nuestro momento. Tiene una entrevista con Cítrica. “¿En qué estábamos?”, pregunta para arrancar.

¿Por qué volvés a la Argentina siempre?

Tiene que ver con mi crianza. Fui criado por una madre soltera, docente. De una generación rebelde a la educación conservadora. De una escuela de monjas se fue becada a estudiar a Estados Unidos y se volvió feminista, comunista, antiimperialista y se casó con un gringo piola que no quería ir a Vietnam. Volví en dos momentos particulares del país. Vine a los diez años, durante la dictadura. A los 26 me fui a New York diez años y volví con mi familia política muy esperanzada con la Alianza. La esperanza era que se terminaba la fiesta. Fue tremendo volver con esa expectativa y ver después lo que pasó. También fue muy loco no estár allá: cayeron Las Torres Gemelas a 25 cuadras de donde yo vivía. Sentí alivio de estar acá y no en esa locura. Por ahí la vida me dio la posibilidad de ver dos culturas.

¿Y la música cuándo llega a tu vida?

La música llegó temprano. Mi vieja melómana, intelectual, rasgueaba la guitarra y tenía mucha música. Ella quería ser una mezcla de Joan Báez con Violeta Parra, Tita Merello, Julio Sosa y Frank Zappa. Muy amplia era, hasta música caribeña. Todo muy latinoamericanista, pro cuba, pro revolución. Así llegó la música.

Cuando terminás un tema, ¿a quién se lo hacés escuchar?

Mis hijos son testigos de una canción o todo lo que se me ocurre. Son mis peores críticos pero cuando empiezan a tararear algo que compuse siento que puede gustar. Y hace más diez años que tocó con la misma banda, ya somos como una familia. Ellos son testigos de muchos momentos con mis hijos. Miranda, por ejemplo, siempre sentada arriba de un cajón escuchando. A esa gente cercana escucho mucho yo. 

¿Cómo se sostiene un mismo grupo de trabajo durante tantos años?

Hay muchas vidas en una sola vida. Yo creo en la reencarnación dentro de una misma vida. Te la pasas resurgiendo. Mis compañeros de la banda The Nada conocieron muchos kevins en esta vida. Y yo igual. Muchos trances tiene una vida más o menos intensa.

Sos bastante arriesgado en lo musical, ¿lo vivís así?

Sí, creo mucho en intentarlo. Es un desafío permanente porque hay lugares de comodidad que uno tiene, y siempre lo llevan a caer ahí. Nos mandamos con Liniers, y ahora con Pity. Yo me mando. Tiene que ver con sorprenderse de uno mismo y no caer demasiado en una zona de confort que puede ser nociva.

Con Pity Álvarez te la jugaste.

Bueno, traerlo a Pity fue jugado. Para el tema Folki escuchaba su voz: como de niño herido del rock. Una mezcla entre ternura y rocanrol. Y me topé con un tipo genial. Estábamos en un estudio en el centro y llegó y me dice: ‘vos sos auténtico, loco’. La gente que lo acompañaba me dijo que di en la tecla porque el tema habla del fuego y las hormigas. De pedo. Él es muy intuitivo y lúcido, siempre está igual y conecta.

Después hicimos un asado para celebrar el tema. Tenía que llegar a las 8 y cayó como a la 1 y media de la mañana. Pero llegó. Estuvo con todas las pilas y se re copó. Me gustaría ser su Palito Ortega.

¿Cómo ves actualmente al país?

El momento global es difícil. Yo lo veo más macro porque tengo una fe ciega en la gente de este país. Para una persona que vino a los 12 años, en plena dictadura, la democracia es importante. Soy una persona que vivió varias épocas del país y veo una cuestión cíclica, medio bizarra.

Ahora estoy un poco entre la expectativa de que pueden hacer y con la consternación de muchas cuestiones que no van. Veo el sketch de Juan Domingo Perdón y me río. Con pedir perdón no alcanza. No. Estás abogando por hacer las cosas bien y después estás mecánicamente pidiendo disculpas, algo no está bien en tu discurso. Ahí cae en saco roto lo de este gobierno. Ya está, no pidan más disculpas y empiecen a hacer. Igual el problema no es el país, el problema es la humanidad. El tema es macro.

Docentes en lucha

Los reclamos que  llegaron a la Plaza de los Dos Congresos con una Escuela Itinerante convocaron a la comunidad, y a artistas e intelectuales. Hijo de una docente, Kevin también se siente parte de ese colectivo que defiende la educación pública en el país: “Me parece un signo de los tiempos que esté ahí la Escuela Itinerante. Es un mensaje muy fuerte y muy importante para todos, para la sociedad en general, que se le dé el reconocimiento literal a los maestros, lo que merecen. Sé lo postergado que está el gremio".

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