Entre wines y milongas

por Hernán Zyseskind
28 de noviembre de 2016

Jugaban en las inferiores de Argentinos Juniors y no cumplieron el sueño de llegar a Primera. Pero sí el de mantener la amistad tanguera. Crearon Fútboltango, que une las dos pasiones en la esquina del Bar El Faro de Villa Urquiza.

Amistades de la vida, del barrio, del fútbol. La segunda familia. Eso son Marcelo Cardozo y Hernán Castiello: el balón los juntó a fines de la década del 70 cuando eran pibes y, a pesar que el éxito del fútbol profesional les fue esquivo, su amistad perduró en el tiempo.

En el presente Pato Cardozo y Cucuza Castiello le dan vida a Fútboltango, un evento que une estas dos pasiones bien nuestras en un solo lugar.  Una vez por mes, el mítico bar El Faro de Villa Urquiza (Avenida Constituyentes y La Pampa) se transforma en una cancha por donde desfilan viejas glorias futbolísticas acompañados de otros personajes con raíces tangueras. Se habla de fútbol, se escucha tango. Se respiran ambos.

Nos citan a las 20, un rato antes que empiece el partido en el bar, para contarnos de qué va este ciclo. Incluso, nos invitan al vestuario (el sótano del local) para presenciar la charla previa con los invitados de la noche:  Walter Perazzo, Claudio Morresi y Norberto Ortega Sánchez. Cucuza, como se lo conoce en el ambiente tanguero, canta desde los 5 años y lo conoció al Pato Cardozo en las juveniles de Argentinos Juniors. Eran dos pibes de barrio y hoy parecen seguir siéndolo. Cardozo es un amante del fútbol bien jugado y tiene al flaco Menotti como estandarte, y Castiello lleva el tango tatuado en la sangre, con el Polaco Goyeneche como bandera.

Amistades de la vida, del barrio, del fútbol. La segunda familia. Eso son Marcelo Cardozo y Hernán Castiello: el balón los juntó a fines de la década del 70 cuando eran pibes y, a pesar que el éxito del fútbol profesional les fue esquivo, su amistad perduró en el tiempo.

¿Cómo nació la idea de Fútboltango?

Pato Cardozo: Con Cucu lo teníamos en la cabeza desde hace un tiempo. Una tarde comenzamos a escribir la idea para darle forma. Él introdujo la parte de tangos y boleros y yo me dediqué a los invitados del fútbol. Así armamos un clima de entrecasa, bien de barrio. Empezamos en junio junto a Rudy Chernikof, quien con su cuota de humor, forma parte del staff fijo. Y la primera noche vinieron Pipa Gancedo y Horacio Pagani como invitados. Ahora se sumó Fernando Viale, un periodista que trae datos de cada invitado, y también viene Jorge Viejo, que es otro animador del ciclo.

Cucuza Castiello: Como dice Pato, esto tiene que ver con la unión de dos pasiones como el tango y el fútbol. En mi caso, es algo que hice prácticamente toda mi vida porque empecé a cantar a los 5 años en las peñas de tango y comencé a jugar a la pelota en el club Parque para luego pasar a Argentinos. Y en esa época nos conocimos con Pato.

¿Qué buscan con Fútboltango?

Pato: Esto es una charla futbolera, donde buscamos que los invitados pasen un momento agradable y escuchen tangos con letras de fútbol que la mayoría no conoce. Ellos son respetados y bien tratados. Éste es nuestro espacio de la resistencia donde buscamos recuperar el buen fútbol, el del toque y el respeto por la pelota y el contacto con el ser humano, donde dejamos la tecnología a un costado y nos relajamos con los invitados.

Cucuza: A los que no nos gustan los pelotazos, queremos reivindicar el buen juego de pelota al piso, como en el baile del tango que hay un estilo de bailar al piso. Que el pelotazo sea una opción, no una regla. Tanto el tango como el fútbol fueron masivos en sus inicios y son dos de las cosas que más y mejor nos representa en el mundo.

Con Cucu lo teníamos en la cabeza desde hace un tiempo. Una tarde comenzamos a escribir la idea para darle forma. Él introdujo la parte de tangos y boleros y yo me dediqué a los invitados del fútbol. Así armamos un clima de entrecasa, bien de barrio.

¿Y por qué la elección del lugar?

Cucuza: Esto tiene que ver con la coherencia. El fútbol y el tango son barriales y el lugar propicio para hacer algo así es en un bar. Aún hoy sigue pasando que los amigos se juntan en el bar a charlar de fútbol. Mientras nosotros estamos hablando, fijate que afuera hay un grupo de muchachos de unos 70 años que paran acá hace mucho tiempo. El lugar en sí tiene un toque mágico que invita a esto que armamos con Pato y que bauticé como una conferencia de prensa rea. El Faro está fuera del circuito turístico de la ciudad y llegás acá por el boca a boca.

Pato: En este bar, Nelson, el papá de Cucu, tomaba café cuando era taxista y hoy es un lugar auténtico de tango. Lo elegimos porque, como explica Cucu, unimos dos hechos culturales como el fútbol y el tango y debía ser un lugar acorde a eso, no uno moderno o tipo americano. Esto es a la vieja usanza, y estamos muy contentos con el ciclo por las repercusiones que ha tenido y la gran cantidad de gente que se acerca a vivir una noche bien argentina hablando de fútbol y escuchando tango. Rudy tiene una frase espectacular que dice: “Si querés conocer a alguien preguntale si le gusta el tango y si te contesta mmm no se, empezá a dudar” (risas) y con el fútbol es lo mismo. Quisimos unir estas cosas tan lindas que unen tanta pasión.

-Hablando de unión, ustedes llevan una relación de amistad desde hace mucho.

Pato: Sí, nos conocemos desde los 9 años cuando yo llegué a Argentinos en el 79 en la vieja y querida Malvinas (haciendo referencia al polideportivo del club de La Paternal). Cucuza ya estaba jugando porque me lleva un año y así comenzamos nuestra relación pegándole a la pelotita bajo las órdenes de grandes formadores como Oscar Refojos o Francis Cornejo.

Cucuza: Formamos parte de una categoría excepcional del Bicho como fue la 69 donde jugaban Fernando Redondo, Silvio Rudman, Diego Segovia, Gabriel Marino.

Pato: Yo soy categoría 70 y me subieron junto a Christian Trapasso y al Bocha Batista. Un equipazo que llegó a salir campeón de Reserva con José Pekerman como entrenador.

El lugar en sí tiene un toque mágico que invita a esto que armamos con Pato y que bauticé como una conferencia de prensa rea. El Faro está fuera del circuito turístico de la ciudad y llegás acá por el boca a boca.

El calentamiento previo se hace en el sótano del bar. Ahí se termina de diagramar el juego que van a desplegar esa noche. La lluvia de papelitos recibe a cada invitado, como cuando salían a la cancha. La viola de Mateo Castiello comienza a dibujar El sueño del pibe y la voz de su viejo, Cucuza, lo hace realidad con su canto. “Agradezco este momento tan lindo que me han hecho pasar. Esto es como un mimo, una caricia a quienes hemos dedicado gran parte de nuestra vida al fútbol y hoy estamos alejados de una cancha”, dice emocionado Morresi, quien cuenta, entre sus anécdotas, que “debería haber jugado los miércoles” porque su debut profesional en el Globo fue un día miércoles goleando a Boca 4-1 anotando un tanto y su mejor gol, también lo hizo un miércoles en un partido ante Racing de Córdoba con muy poca gente que los medios casi ni registraron. “Recuerdo que me tiré en palomita y enganché el balón de taco, el tiro salió directo al ángulo, y tengo la imagen del arquero volando, haciendo más espectacular el gol”.

Por su parte, Ortega Sánchez recibe una ovación incentivada por Perazzo, a raíz de su llegada tarde al evento, demostrando el buen compañerismo que existió entre ambos en su época de Los Camboyanos de San Lorenzo. “Al único lugar donde no llegaba tarde era a la cancha de Tigre porque vivía a la vuelta”, bromea Perazzo ante las carcajadas de los presentes. Por su parte, Beto Ortega Sánchez recuerda cómo se decidió por el fútbol. “A los 9 años yo jugaba en el club San Fernando y practicábamos dos deportes, fútbol y básquet. Resulta que un sábado de lluvia habíamos jugado al fútbol y terminamos todos embarrados. Así sucios nos subimos al micro para ir a jugar básquet. El técnico muy enojado nos dijo, o juegan fútbol o juegan básquet, y así decidí jugar a la pelota”.

El micrófono vuelve a Perazzo que cuenta la anécdota del día de su debut. “Me habían citado para jugar en Reserva y como había llovido mucho pensé que se había suspendido. Entonces no fui a la cancha y me quedé a comer unos ravioles en lo de mi mamá. Dos platos me comí, más postre, mirando Los Campanelli. Resulta que llaman por teléfono y era el técnico Milano, preguntándome porque no había ido. Y me dice que vaya para la cancha inmediatamente. Así que salí con la panza llena. No me acuerdo quién no pudo jugar y me pusieron en el banco. Entré faltando 10 minutos. Era el año 79 frente a Cipolleti de Río Negro y sin saberlo, había debutado en el Viejo Gasómetro, que desaparecería unos días después”.

Y así, los recuerdos futboleros se transforman en tango. Y la nostalgia une al buen trato de la pelota con la milonga. “Fútboltango es un encuentro bien jugado, bien contado y cantado; donde en cada noche, las musas desveladas del tango y los sueños futboleros se abrazan en un solo grito y en un solo chamuyo”, definen los anfitriones. La emblemática pelota Tango, utilizada en los mundiales del 78 y del 82, recibe mimos todo el tiempo, mientras al oído le susurran gotanes que la tienen como protagonista. En este partido distinto, en la esquina de la resistencia, la Tango agradece y sigue rodando por el verde césped.

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