En la Esma, ayer secuestrada, hoy trabajando

por Revista Cítrica
10 de abril de 2015

Se trata del ex CCDTyE del BAjo Núñez, en Capital. La historia de Marianella Galli, hija de uno de los guardiamarines que se sublevó en 1972.

Marianela Galli trabaja en el predio de la ex Esma, el mismo lugar al que la llevaron cuando tenía un año y medio, junto a sus padres y su abuela, quienes allí fueron vistos con vida por última vez. El papá de Marianela, Mario Galli, fue uno de los guardiamarines que se sublevó el 17 de noviembre de 1972, en apoyo al regreso de Perón. Por ese hecho, es que estuvo detenido por más de tres meses en el ex Instituto Penal de las Fuerzas Armadas de Magdalena, donde el año pasado se encontraron 7.000 legajos. 

¿Qué encontraste en esos papeles?

Una foto de mi papá que no tenía, documentos relacionados a sus objetos personales, como una cinta magnetofónica y un magnétofono, que era una especie de grabador. También unos micrófonos y unos libros sobre América Latina y revistas de “contenido político”, según decía en el legajo. Él tenía una identidad muy latinoamericana y muy comprometido con la unidad latinoamericana. Le gustaba mucho leer y ahí tenía mucho tiempo para hacerlo y para escribir. De hecho lo que supe de su estancia en Magdalena, es por escritos que conservó mi tía. A través de esos poemas y escritos, pude ver sus ideas, su pensamiento y su compromiso con otro tipo de fuerzas armadas y cómo no estaba de acuerdo con la doctrina de Seguridad Nacional ni con otras prácticas que se estaban desarrollando. 

¿Cómo sigue la vida de tu papá después de Magdalena?

Pasa a disponibilidad, o sea, no lo expulsan pero no lo destinan a ningún sitio ni le dan tareas. Eso para un militar es muy deprimente. Él quería seguir en la fuerza. Entonces se dedica a estudiar Sociología en la UBA, a la militancia y tuvo diferentes trabajos. Hacía changas, y junto con mi tío fue corredor de acero en Acindar por ejemplo.  Después lo expulsan definitivamente de la Armanda en 1974, una vez que muere Perón. Lo expulsa Isabel Martínez de Perón, por pedido de Massera, quien era el almirante y ya le había pedido a Perón pero éste se había negado. “No, yo a los muchachos no los expulso”, le había dicho Perón a Massera. Así que muere Perón y los expulsan automáticamente, porque dentro de las Fuerzas Armadas se sabía quienes eran los soldados, o guardiamarinas más comprometidos con el peronismo. Así que siguió así, haciendo changas y militando hasta el 77, que fue el secuestro y desaparición.

¿Qué se pudo reconstruir de su paso por la ESMA?

Estuvo acá, lo trajeron a él, a mi mamá, a mi abuela y a mí. El estuvo en el sector Capuchita, que es en el altillo del Casino de Oficiales. Por testigos sabemos que estuvo de junio hasta agosto del 77, hasta que le dan traslado, que significaba la muerte. Con mi mamá pasó lo mismo. Ella tenía un embarazo de tres meses, y nunca se supo si tuvo el hijo o no. Según testigos no, pero nunca se supo. Yo podría tener un hermano o una hermana, y por eso en su momento me acerqué a Abuelas. Pero lo más probable es que ese bebé no llegó a nacer

¿Vos cuántos años tenías y cuanto tiempo estuviste en la ESMA?

Tenía un año y medio y estuve tres días. Ahí me llevan con mi tía, la hermana de mi papá. Yo me crié con ella. Siempre supe la verdad y mi tía me contaba todo porque nunca se sabía si podían aparecer mis padres, para que no hubiese confusión. Siempre me dijeron “somos tus tíos”. 

¿Cuándo fue la primera vez que volviste a la ESMA?

Estuve mucho tiempo viviendo afuera. A mis 20 me fui a estudiar y trabajar afuera. Estudié Sociología en España, lo mismo que mi papá. Pero mucho después de haber empezado a estudiar me enteré de eso. Volví en 2008 y en 2009 vine con compañeros de la organización Hijos, donde yo militaba en Madrid. Y con otros Familiares y personas de los Organismos. Nos hicieron la visita al Casino de Oficiales. Fue muy emocionante y muy fuerte. Lo hice una vez y ya. Yo me quedo más con la historia de vida y de lucha de mi viejo. Obviamente que también estoy querellando en el juicio ESMA y el año pasado tuvimos una buena sentencia por el caso de mi papá. Y este año, en el otro tramo del juicio, estoy querellando y ya declaré.

¿Y acá hace cuánto trabajás?

Desde el 2010. Acá, en este lugar, desde hace una semana. Antes trabajaba en el centro, en la calle 25 de mayo. Antes venía por alguna reunión o algo así. El tema es que acá veo que cada vez hay más vida y más jóvenes. No es un lugar que me deprime. Si voy al Casino de Oficiales si me bajoneo. Pero este es un lugar que se está resignificando día a día. Ayer hubo un concierto, hay tecnicaturas de Madres, de Periodismo Deportivo, hay un montón de actividades culturales. Es un lugar que se está resignificando. Y además este para mí es un lugar de la sublevación. Es un espacio con mucho significado. Y mi viejo también estudió acá. La escuela naval está en Río Santiago, cerca de La Plata, pero acá hizo muchos cursos y especializaciones en su instrucción militar.

¿Cómo contarías la historia de la sublevación de tu papá?

Ellos conformaban la promoción 100 de la oficialidad, donde también estaban (Alfredo) Astiz, (Ricardo) Cavallo y otros genocidas. Mi papá, Julio Urien y otros compañeros no estaban de acuerdo con sus ideas, y tampoco con la doctrina de Seguridad Nacional que venía bajando de las altas esferas. Les hacían hacer prácticas en las que tenían que reprimir a estudiantes, a trabajadores. Uno de los ejercicios de entrenamiento era la toma de una fábrica. Entonces ellos tenían que desplegarse y buscar estrategias y tácticas para replegar a los obreros. Y ellos no estaban de acuerdo. Decían “nosotros no entramos a las Fuerzas Armadas para empuñar las armas contra el pueblo, contra compatriotas, estudiantes, trabajadores”. Ellos se negaban a seguir esa doctrina, y para ellos su legítimo líder era Perón. Eran muy peronistas y cuando fue la vuelta de Perón, ellos deciden ponerse a la orden de él y no ante el jefe de la Fuerzas. Y denunciando todas esas prácticas. Ya había pasado la Masacre de Trelew, ya había pasado el Cordobazo, donde también hubo una participación de la Marina en la represión. Ellos tenían una concepción de defensa de su patria, de los intereses imperialistas. Ellos tenían otra idea de las Fuerzas Armadas, y que tenían que asumir otro rol. Y entonces acá, Julio con otros suboficiales toman varios edificios, y se llevan presos a algunos oficiales. La idea era después encontrarse con organizaciones del movimiento peronista en Lomas de Zamora. Pero al final fracasó, lo agarraron a Julio. Mi viejo estaba en  Puerto Belgrano, y la idea era bloquear el canal de salida de buques para que no vengan a Buenos Aires a reprimir, como había pasado en el 55. También había gente en el Ejército que se iba a plegar, pero no dieron los tiempos

¿Tu papá cae en Puerto Belgrano?

Sí, y lo traen acá, le hacen un interrogatorio, un sumario y lo acusan. Sí, él acá estudió, después estuvo preso y después pasó los últimos días de su vida. Cuando cayeron presos todos los que participaron, a Julio y a mi papá, que eran los que estaban a cargo, los mandaron a Magdalena, una prisión más rigurosa. Eso un poco es lo que cuentan los archivos. Que él tambien pedía muchas veces la defensa de un abogado que no fuera militar. Y después, cuando ya fue expulsado, él y sus compañeros hicieron varios pedidos de reincorporación. Ellos habían elegido la carrera militar, y querían dar la lucha desde adentro. Después mi papá se involucró muchos con las organizaciones del movimiento peronista. Y los últimos años estuvo muy comprometido con el grupo de Rodolfo Walsh y la agencia de noticias ANCLA, donde participó como colaborador e informante. Muchos de los cables que sacaban clandestinamente referidos a la fuerza, era por información que conseguía él. Tenía mucha data y los últimos años se dedicó a eso, a dar a conocer la verdad sobre la represión y la matanza que estaban haciendo las Fuerzas Armadas.

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