Cómo empoderar mujeres según Pepsico

por Revista Cítrica
28 de junio de 2017

Al mismo tiempo que dejaron a 300 trabajadoras en la calle (600 laburantes en total), la multinacional de las papas fritas brinda talleres a mujeres en situación de vulnerabilidad que nadie pidió y que son parte de su plan de negocios avalado por el Estado.

Unos días antes de dejar en la calle a 300 trabajadoras, Pepsico, a través del Ministerio de Desarrollo Social, comenzó a brindar capacitaciones para beneficiarias del Ellas Hacen, un programa destinado a mujeres que atraviesan situaciones de vulnerabilidad y violencia. Muchas de ellas -víctimas de trata, de violencia de género, madres de familias numerosas o de hijos con discapacidad-, viven en barrios del Conurbano y carecen de acceso a computadoras e internet. Sin embargo, el curso, consta de tan solo cuatro encuentros presenciales -en una dependencia del Ministerio en Las Cañitas-,y todo el resto se aprende a través de clases virtuales.

El objetivo del curso, que Pepsico lleva adelante dentro del área de Responsabilidad Social del Ministerio -léase, deducir impuestos- tiene como objetivo “empoderar a mujeres emprendedoras a través de oportunidades de educación, espíritu empresarial y empleo”.

Así fue presentado el programa “Mujeres con propósito” a fines del año pasado, en un acto en el que participó la ministra Carolina Stanley, el CEO de Pepsico Latinoamérica, Laxman Narasimham, y el Director Ejecutivo regional de FUNDES, una fundación internacional cuyo lema es “somos el aliado ideal de las grandes empresas y gobiernos”

Los propios firmantes explicaron que “en su primera y esencial fase piloto en Argentina, se buscará perfeccionar el programa” para luego lanzarlo en Brasil, México, Colombia y República Dominicana.

¿Por qué un ministerio pone recursos propios para que una empresa brinde capacitaciones que nadie pidió a mujeres en situaciones de vulnerabilidad? ¿Y en qué se relaciona eso con los recientes despidos en Pepsico?

La respuesta ya la habían dado en dicha presentación (todo disponible en internet) cuando explicaban que “se ofrecerá capacitación profesional y se buscará integrar a las mujeres a las cadenas de valor, como empleadas o emprendedoras”. Así, como al pasar, ya se cuela la palabra “empleada” junto a esa que suena mejor y tiene buena prensa: emprendedora.

Y antes de presentar el testimonio de Elizabeth Vique, una de las 300 mujeres despedidas que resiste en la planta de Pepsico en Florida, leamos el discurso que en ocasión del lanzamiento de “Mujeres con propósito” decía, vestido de traje, corbata y cinismo, el Ceo de Pepsico Latinoamérica:

"El desempleo, particularmente entre las mujeres y los jóvenes, sigue constituyendo un desafío económico a nivel mundial así como garantizar que las personas cuenten con las habilidades técnicas que necesitan para tener éxito. Sin embargo, la desigualdad económica que enfrentan las mujeres no es inevitable. En PepsiCo tenemos el compromiso de ayudar a solucionar algunos de los desafíos fundamentales de la región como es el caso del empoderamiento y la participación de las mujeres en sus comunidades".

Ahora sí, de nuevo en la calle, literalmente, en la puerta de la planta tomada por laburantes de Pepsico, Liz, como le gusta que la llamen, explica que es una mujer con un propósito muy claro: recuperar, junto a 600 compañeras y compañeros, sus puestos de trabajo. Un trabajo, por otra parte, que está lejos de ser el soñado.

“Los ritmos de producción son agobiantes. El movimiento repetitivo y continuo, de agacharse, de levantar cajas, hace que muchas compañeras tengan que ser operadas de la columna. Es horrible, nos pasa a muchas. Después no podés levantar a tus hijos, ni siquiera a los bebés. Te duele y se te caen las cosas de la mano. Para nosotras es común tener tendinitis, hernia de disco, columna rectificada. Y esas cosas no te la cuentan antes de entrar. Y encima las enfermedades laborales no te las quieren reconocer. Por eso mismo se lavan las manos las ARTs. Debería haber médico las 24 horas y sólo ponen una enfermera”, cuenta Liz, que tiene 39 años y siete de operaria empaquetadora en Pepsico.

“Vos ponés lo mejor de vos, los mejores años de tu vida. Entrás a los veinte años y hoy, con veinte de antigüedad, nos dejan en la calle. No te dicen que te vas a lesionar, que tenés que dejar tu familia, tu vida, a tus hijos con fiebre porque sí o sí hay que cumplir. Muchas teníamos que hacer horas extra y sacrificar los fines de semana porque no llegabámos a fin de mes. Tampoco existe el día femenino y a nadie le importa si estás con dolores o no. Nosotras no tenemos derechos. Sólo la necesidad de trabajar. Y una trabaja, cumple, pone voluntad. Y después nos encontramos en la calle. Por eso mis compañeras lloran, están angustiadas. Además, no hay trabajo afuera. Y con las lesiones que tenemos, no nos van a tomar en ningún lado. Y por la edad tampoco”.

A veces, y sobre todo por la manipulación de la información y los intereses de los medios que de grandes tienen sólo la capacidad de mentir y hacer negocios, se hace difícil unir los puntos. Pero están ahí, cada vez más casos en los que queda en evidencia un Estado que le abre las puertas de par en par a las multinacionales y se las cierra en la cara a los laburantes. El caso Pepsico es sólo un ejemplo, pero vale por lo elocuente. Ejemplo, también, son las trabajadoras y trabajadores que ponen el cuerpo para defender sus derechos. Como está ocurriendo ahora en Pepsico, como está ocurriendo ahora en muchas partes del país.

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