El subte de la línea A, otra vez rodando

por Agustín Colombo
08 de marzo de 2013

Los emblemáticos vagones de La Brugeoise se cambiaron por unos modernos de origen chino. Ventajas y contras de este nuevo tiempo.

En menos de dos meses, la línea A pasó de tener los subtes más antiguos de la ciudad a tener los más modernos. Avanzó 99 años en 54 días. Y aunque las nuevas formaciones compradas en China todavía ofrecen algunos pequeños desperfectos, los pasajeros y los trabajadores coinciden, de manera casi unánime, en que se trata de un avance. Un avance que mejoró la comodidad y la predisposición en el interior de los vagones y en las estaciones.

Desde siempre, entrar al subte implicaba lidiar con dos factores incomodos: el calor Ófuera invierno o verano, el calor siempre estabaÓ y el ruido, por momentos insoportable, que se produce cuando las ruedas de los trenes se deslizan por las vías. Ahora, al menos en las nuevas formaciones de la línea A, todo transcurre en un sorprendente silencio y con la agradable temperatura que ofrecen los aires acondicionados.     

ÓLos de madera eran más pintorescos, pero ahora se viaja más cómodo y con aire Ó explica Adrián, uno de los pasajeros que frecuentemente utiliza el servicio para trasladarse del trabajo a su casa, y de su casa al trabajo.

Pero como siempre sucede con los grandes anuncios, detrás de los flamantes trenes, se esconden varias falencias. Ahora, después de la reinauguración del servicio, funcionan menos coches que antes. En la actualidad van y vienen desde Plaza de Mayo hasta Carabobo 12 formaciones (nueve nuevas y tres de la marca Fiat, del año 1979), cuando hasta el 12 de enero funcionaban 18. Al principio, para que la frecuencia no se estirara demasiado, el Gobierno de la Ciudad pensó en acortar el trayecto hasta Primera Junta (o sea anular las estaciones de Púan y Carabobo) y cerrar las de Alberti, Pasco y Piedras (que no acumulan muchos pasajeros y están a escasas cuadras de distancia de sus más próximas). El cuerpo de delegados se opuso de entrada para preservar las fuentes de trabajo. Y el macrismo retrocedió al advertir el costo político que le podría ocasionar acotar el recorrido habitual.

Vale aclarar algo: los coches chinos fueron comprados, a diferencia de lo que el imaginario colectivo supone, por el Gobierno Nacional (por ese motivo, el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, estuvo en la reinauguración), que erogó 100 millones de dólares para su adquisición. El reacondicionamiento de las vías, el tendido eléctrico y la capacitación sí estuvo a cargo del Gobierno de la Ciudad, que ahora debe hacerse cargo de terminar la actualización de la flota. 

ÓComo los diez kilómetros de subte por año son imposible de concretar, lo que van a hacer es seducir a potenciales clientes con trenes nuevos Óasegura Flavio Baigorria, uno de los delegados de la línea A.   

Distintos y no tan distintos
Cada uno de los vagones de la empresa china Changchun Railway Vehicles Co. Ltd tiene capacidad para 36 personas sentadas, la misma cantidad que los antiguos coches de la compañía belga La Brugeoise, construidos hace exactamente un siglo (1913). La sustancial diferencia es que los nuevos pueden albergar a casi un centenar y medio de usuarios parados, mucho más que los anteriores. Si bien los chinos alcanzan una velocidad de 80 kilómetros por hora, por cuestiones de seguridad avanzan a 60, como lo hacían sus antecesores.  

ÓTodo parece muy lindo, muy sofisticado, pero a mí me gustaría ver a estos trenes chinos dentro de tres o cuatro años para saber cómo están. Los Fiat o los de madera son como un Falcón; estos, en cambio, son como un auto chino: todo lata Óse queja un motorman que lleva 36 años en este oficio.

Para los maniobristas, conductores y guardas que tienen una antigüedad de décadas, la adaptación a las cabinas modernas y de última tecnología no es fácil. Baigorria se quejó de la corta capacitación que tuvieron y de la exagerada exigencia de Metrovías para que los trabajadores cumplan con los tiempos estipulados.

ÓHay compañeros que prefieren tomarse unos segundos más porque no conocen los coches, pero después los jefes les preguntan por qué demoraron tanto. El mensaje implícito es que ?corramos?Ó sostiene Baigorria, quien actualmente se desempeña como guarda.

La capacitación duró apenas cinco días para los conductores y tres para los guardas. Lo demás fue teoría. Mucha teoría. Lo ideal, aseguran los trabajadores en su sala de descanso, es que haya varias semanas de práctica. Pero aquí, las semanas no fueron semanas: apenas fueron días.  

El dueño del bar que se ubica en la estación Plaza de Mayo es uno de los pocos que está disconforme con el cambio. “Antes era lindo ver los vagones de madera y a todos los turistas enloquecidos”, enuncia. Para los románticos, para los que creen que todo tiempo pasado fue mejor, el fin de las históricas formaciones de La Brugeoise fue, también, el fin de ese viaje en el tiempo que constituía moverse en la línea A, la que con frecuencia tomaba el flamante papa Francisco para trasladarse del centro porteño a los barrios que la atraviesan. ¿Estaría contento Jorge Bergoglio, célebremente austero, con estos nuevos coches? No lo sabemos. Lo que sí podríamos imaginar es lo enojado que estaría si se enterase que los míticos vagones de La Brugeoise en los que viajaba se están pudriendo en un galpón al aire libre en el sur de la ciudad. Algunos Óapenas cuatro o cincoÓ están en los talleres de Emilio Mitre y Bonifacio, desde donde todos los fines de semana sale el tranvía turístico.

Hay varios proyectos presentados para que los trenes de La Brugeoise se revaloricen y cumplan una función social. Desde el Gobierno porteño informaron que existía un plan para transformarlos en bibliotecas populares que se ubicarían en los distintos espacios verdes que posee el corredor de Rivadavia (Plaza Miserere, Parque Rivadavia, Plaza Flores). Desde la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y el Premetro (AGTSyP) se elaboró un proyecto para que los mecánicos que hacían el mantenimiento, restauren íntegramente cada vagón con la intención de enviarlos de a dos a cada provincia argentina reconvertidos en un centro de cultura. Además, planean mandar, el 1º de mayo, cuatro vagones completamente restaurados a la Central de Trabajadores del Reino de Bélgica, de donde son originarios, y conformar un polo de cultura donde se informe la historia del subte de Buenos Aires, el tercer subterráneo del mundo y el primero de América Latina. 

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