El placer de vivir de Ed Motta

por Nicolás Peralta
26 de agosto de 2016

El músico brasileño visitó la Argentina para presentar su nuevo disco. Cuenta que le tiene fobia a las fiestas y a las reuniones sociales, y se reconoce como hedonista. Su amor por los vinilos, por las mollejas y las milanesas, y por el Flaco Spinetta.

Es un niño jugando y un hombre que hace su trabajo. Todo al mismo tiempo. Ed Motta es jazz, es  funk, es el rock y el pop de su adolescencia, y también es los 3.000 vinilos que tiene en su casa y lo nutren día a día con distintos tipos de música. “Solo me ocupo de lo que sé, mi mundo es no errar una nota, buscar la cadencia perfecta, sonar perfecto, o escuchar música de otros y ver que voy a tomar y comer con mi esposa”. Ese es Ed Motta, el brasileño que vino a Argentina para presentar Perpetual Gateway, su disco número doce como solista. La presentación fue la excusa que tuvo para venir a Buenos Aires a degustar nuestras delicias, las carnes y vinos. Y a Córdoba, de donde se llevará unos cuantos chacinados en su valija.

El músico carioca ofreció el jueves en el Teatro Picadero un recital intimista de solo piano, mostrando toda su locura y su talento. Fue un recital de una hora y media. Motta trabaja sus discos a partir de la suma de capas, con el uso de muchos canales, con un estilo al que definió como “jimmypageano”, en alusión al guitarrista de Led Zeppelín. Sin embargo esa sonoridad no la puede realizar en los shows en vivo. Por eso prefiere algo más íntimo. “Como si estuviera en el living de mi casa, para que vean cómo surgen las canciones”. Y lo del escenario como su casa se lo toma en forma muy literal: entre tema y tema conversa y cuenta anécdotas. “Eso de estar junto un montón de gente escuchando a una banda no es natural. “Todo el discurso de las bandas en vivo se basa en tres frases, que son '¿están listos?', '¿están bien?' y 'los amo'. Ese es el discurso que domina”, agrega sobre lo que a él no le interesa hacer.

A Motta le gusta la Argentina, aunque por eso lo acusen de antipatriota: “La música argentina tiene una particular sonoridad, es una pena que sea prácticamente desconocida para el público brasileño. A mí siempre me acusan de que elogio mucho a los argentinos sólo para hacer la contra a los brasileños, pero no es así. Eso pasa porque hay una gran rivalidad por culpa del fútbol. Es una pena que por esas cosas, a la mayoría de los brasileños no les interese lo que pasa culturalmente en Argentina. Por suerte, a mí no me gusta el fútbol ni ningún otro deporte. Una vez, cuando vine a un Lollapalooza me preguntaron si prefería a Pelé o a Maradona, y yo contesté que prefería a Luis Alberto Spinetta”, apuntó Motta, quien concluyó este comentario con una sonora carcajada. Además de a los músicos argentinos, también admira a los historietistas de nuestro país. Es fanático de Horacio Altuna y Alberto Brescia. Su esposa, Edna Lopes es dibujante de cómics. "Para mí, Corto Maltés es tan importante como James Joyce", asegura.

Vive en la zona del Jardín Botánico de Rio de Janeiro, que es el barrio carioca más fresco por estar rodeado de vegetación. Ed casi no sale de su casa. Trabaja en casa. “Tengo mi estudio. Me da pavor de salir. Salgo a comer a un restaurante pero una vez por semana. Pero no más”, comenta con una sonrisa en la boca.

¿Cuál es tu récord sin salir?

Estuve 3 meses y medio sin salir del apartamento. Tengo fobia social. No recibo muchos amigos o hago fiestas; no me gustan las fiestas. Es algo rarísimo porque mi música parece de fiesta, pero no las frecuento. De hecho no me puedo sentar a la mesa si hay más de 4 o 5 personas, me siento estúpido. Siento que estoy perdiendo el tiempo. Prefiero ver una película, o escuchar, o estudiar. Si son muchos en una conversación de alguna manera hay que estar concordando con todos. Eso no es natural. Tiene que haber en un punto algo de cinismo, para componer una mentira tal como es que en una mesa de 20 personas estén todos en paz y de acuerdo. ¿No? Prefiero mantenerme en mi forma: ser más bien solitario.

En Asia, tus discos son muy bien recibidos. ¿A qué se lo atribuís? ¿Será porque Brasil tiene musicalidad propia?

Puede ser. Pero no hay mucha gente que hace Funk o Soul en Brasil. Por lo que quizás tengo una particularidad. No escucho cosas grabadas después del 85, para atrás todo, lo que vino luego, nada. La cosa postpunk, no me interesa. No me gusta la cosa falsa, la pose, esa actitud moderna. Me gusta los músicos virtuosos.

¿Cómo armás tu canciones?

La base es clave. Antes de pensar en la cosa rítmica quiero tener una base que funcione. Voz y piano. Si tiene algo para decir solo con voz y piano, se le pueden agregar cosas. Para mi tiene que tener ese alma, esa elocuencia propia que permite colocar todo tipo de arreglos. La estética del asunto se arma luego. Toda canción surge de algo absolutamente abstracto, de un mundo desconocido

¿Dónde creés que llevás al público con tu música?

A un lugar de bienestar, naturalmente. Tiene que ver con el modo de vida hedonista que me gusta, para aprovechar cada segundo de la vida y de las cosas. Tiene relación con algo que yo preservo en mi vida que es el placer por todo: de las más simples a las más complejas, el placer de vivir. De venir a Argentina a tocar y a comer mollejas, por ejemplo, un manjar de otra galaxia o milanesa napolitanas.

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