El fuego no los consumirá

por Revista Cítrica
24 de agosto de 2016

Los junqueros del Delta de Tigre conformaron una cooperativa para resistir al proyecto de un barrio privado. Sufrieron desalojos y robos. Ahora les incendiaron el galpón, pero seguirán luchando por su forma de vida.

Primero los desalojaron. Los sacaron de las tierras donde vivieron por generaciones. ¿El motivo? Usarlas para la creación del barrio privado Colony Park. Ellos resistieron. Armaron una cooperativa para luchar juntos. Y consiguieron que la Justicia frenara el proyecto por falta de estudios ambientales.

Después les robaron. La cooperativa trabajó para que las familias desalojadas pudieran volver a sus tierras. Armaron un galpón donde se fueron nutriendo de las herramientas necesarias para el trabajo y utilizarlas colectivamente. Sufrieron todo tipo de hurtos y situaciones extrañas. Pero no se me amedrentaron.

Ahora les quemaron el galpón. Los dejaron sin máquinas y sin herramientas de trabajo. Para que tengan que volver a empezar de cero. Para que se den por rendidos.

Ellos son junqueros de la primera sección del Delta, que desde 2010 conforman la cooperativa Isla Esperanza, y los que los atacan, los que se encargan de desalojarlos, de robarles y de incendiar sus pertenencias son quienes no quieren perderse el millonario negocio del barrio privado. No hay manera de comprobar que el incendio haya sido responsabilidad del proyecto Colony Park aunque todos los indicios apuntan hacía allí: “Es un problema que viene desde 2009. Venimos luchando contra un monstruo que tiene muchísimo interés, y desde el poder económico y político están muy ligados entre sí. Los barrios privados intentan arrasar con todo. De a poco nos podemos defender pero tiene estos costos”, explica Ignacio Fana, miembro de la cooperativa.

Entre las 6 y las 7 de la tarde del domingo 21, varios testigos vieron salir de un arroyo sin salida a una lancha celeste y blanca a toda velocidad. En ese lugar está el galpón de la cooperativa. Nadie pasa por ese arroyo si no va al galpón. Cuando la lancha salió, los testigos vieron también una “llama negra, una columna de humo impresionante”. Cuando los junqueros llegaron a su galpón no quedaba nada. Solo las chapas retorcidas. No hay dudas de que el incendio fue intencional: el galpón no tenía instalación eléctrica, trabajaban con un generador que llevaban cada vez que iban y nunca lo dejaban ahí para evitar que se los robaran.

En el galpón tenían una máquina para tejer juncos. Van y los cortan de las playas. Usualmente es un trabajo duro y mal pago pero -gracias a la máquina y a la cooperativa- pudieron especializarse en la producción de cortinas de junco y trabajar para ellos sin tener que vender la materia prima. También trabajan en apicultura y frutales. Y con la ayuda del INTI y la Secretaría de Medio Ambiente habían conseguido materiales y herramientas para fortalecer la producción y la formación de los compañeros productores. Los guardaban en el galpón. Ahora son ceniza.

El incendio no llegó en un momento cualquiera: cuatro días antes una de las familias, que en su momento había sido desalojada para instalar el Colony Park , intentó regresar a su tierra y rearmar su vivienda. Pero Perfectura intervino y les impidió seguir armándola.

Las familias de junqueros han estado en esas tierras y se han autosustentado por generaciones. “Las familias siempre vivieron ahí de la caza, de la pesca, del junco, de la agricultura, de distintas actividades de la madera. Con todo este conflicto muchas de estas personas terminaron viviendo en casas humildes de familiares en el valle de San Fernando. Desde el galpón se trabajaba para generar las condiciones para que esas familias pudieran volver a sus tierras. Intentaremos levantarlo el galpón nuevamente y fortalecer ese espacio. Los compañeros están decididos a eso.  A no abandonar el espacio por más que haya pasado esto. No bajaremos los brazos”, remarca Fana.

El proyecto del Colony Park se encuentra por el momento frenado por la Justicia por razones ambientales pero hay demasiados intereses y millones en juego como para que quede definitivamente trunco. Y las familias que fueron desalojadas en su momento luchan por volver: “La jueza Sandra Arroyo Salgado falló en contra por la cuestión ambiental pero la posesión de las tierras no fue aclarada y queremos que se les devuelva el derecho que les fue robado a las familias desalojadas. El derecho de vivir y trabajar en esa zona donde han estado por generaciones. En ese contexto formamos la cooperativa y veníamos resistiendo y generando propuestas desde ese espacio que se convirtió en un lugar de lucha y resistencia para el modo de vida isleño”, comenta Fana sobre la situación actual.

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