El día que los ingleses se pusieron la camiseta argentina

por Revista Cítrica
26 de diciembre de 2016

Un deporte nuevo, inusual, dinámico. La selección de Roller Derby masculina jugó su primer mundial en Birmingham, donde los británicos se enamoraron de la albiceleste.

Dos Mundiales, dos viajes intensos. Anécdotas, historias, aprendizajes. La Selección Argentina de Roller Derby Masculino nació a finales de 2013 para disputar la primera Copa del Mundo, en Inglaterra 2014. La incipiente aventura significó un viaje lleno de tropiezos, éxitos, muchas enseñanzas y una conclusión: sus integrantes comprendieron que resultaba imprescindible hacer una reestructuración para poder crecer. En 2016 tuvieron su segunda experiencia mundial, en Canadá. El torneo fue más competitivo, los argentinos mejoraron y subieron algunos escalones en el cuadro final, pero siempre con la premisa de que era necesario seguir trabajando duro para que España 2018 los encuentre con una versión superadora en su rendimiento.

A mediados de 2013, llegó el primer contacto desde Estados Unidos, donde se disputa la Liga más competitiva de este deporte que no para de crecer. La conexión se dio con integrantes de los –por entonces- tres equipos masculinos que había en nuestro país (Thunderquads y BAC, en Buenos Aires, y Rayo Naranja, en Tucumán). El mensaje era claro: existía la posibilidad de hacer una Copa del Mundo. La iniciativa gustó, pero en Argentina no había una selección.

En noviembre de ese año, llegó una invitación oficial para disputar el Mundial en Birmingham -en marzo de 2014- y la aventura comenzó. La ausencia de tiempo físico jugó un papel preponderante. Primero se hizo una prueba de jugadores para elegir a los que estaban en mejor nivel. Dieciocho quedaron pre-seleccionados, aunque la etapa inmediata siguiente sería determinante. Sólo viajarían aquellos que estuviesen en condiciones de financiar su participación y contaran con el tiempo necesario para permanecer en el viejo continente durante la competencia. El resultado arrojó que solamente ocho jugadores abordaron el avión hacia las islas.

Con pocos entrenamientos y habiendo visto algunos videos del resto de los seleccionados participantes, viajaron con la premisa de vivir una experiencia distinta. Eran el equipo “tapado”, como destaca su capitán Luis Llorente. “The Beast 666” (nombre de Luis en Roller Derby, el mismo que porta en su casaca) cuenta que nadie sabía nada del seleccionado nacional, pero que al conocer su historia, rápidamente se metieron a la gente en el bolsillo.

Teniendo en cuenta que eran 8 jugadores en el plantel, cuando todas las delegaciones contaban con 20 (de los cuales 5 abren el juego en cada partido, y 9 van al banco), tanto sus rivales como el público no paraban de sorprenderse por los resultados que iban obteniendo. “Si con ocho jugábamos así, wow. Los ingleses todo el tiempo nos apoyaron. Compraron muchas de nuestras camisetas y se las ponían en las tribunas” destaca Luis, quien recuerda que junto a otro integrante del plantel, compraron una oferta de 100 remeras en nuestro país y, como el 90% de ellas estaban de más, juntaron dinero para la delegación vendiéndolas al público.

En Inglaterra todos enloquecieron con ese equipo de ocho atrevidos que, casi sin recambio, no dejaba de asombrar, sobre todo a sus rivales. Con Gonzalo Salazar (“El Pibe 08”, para el Derby), como jugador destacado de Argentina y del torneo -distinción que le fue otorgada tanto en Inglaterra como en Canadá-, el equipo albiceleste se ganó el cariño de todos y también su ayuda. A tal punto llegó la admiración, que al final de la competencia les entregaron un reconocimiento monetario, que fue reunido entre equipos de otros países, organizadores, público, periodistas y árbitros, lo cual sirvió para solventar algunos gastos. En sintonía, cuando los argentinos subastaron la remera de Gonzalo, con la misma finalidad, una persona terminó pagando por ella 100 libras (unos 2.000 pesos), mientras que por la de Rafael Guevara ofrecieron 200 dólares (en ese momento unos 1.500 pesos).

 

“Los ingleses todo el tiempo nos apoyaron. Compraron muchas de nuestras camisetas y estaban en las tribunas con las casacas argentinas. Nosotros no sentimos en ningún momento esa rivalidad histórica de la que se habla y ellos tampoco nos lo hicieron notar, es como que lo ignoran” (Luis Llorente).

 

Habiendo finalizado su participación en Birmingham, la obtención del séptimo puesto fue casi un detalle en comparación a toda la experiencia que ganaron, la unión que forjaron en el grupo y las vivencias experimentadas durante el torneo. Al volver se inició la reestructuración: Canadá 2016 estaba en la mira. “El Pibe” cuenta que “desde que nos organizamos para reformar la selección y todos los comités, empezamos a ponernos más serios y los entrenamiento se pautaban. Además, habíamos dejado en claro que quienes se postularan debían contar con la financiación y el tiempo para viajar. Armamos un fondo para los gastos allá, gracias al apoyo de la comunidad del derby”.

 

“Si bien nos sorprendió lo de Inglaterra, en el mundo del derby la gente es abierta, inclusiva, amistosa, solidaria y no hay discriminación alguna. Todos entendemos que estamos para aportar y ayudar al otro, porque todos somos parte” (Gonzalo Salazar).

 

Para la copa que se jugó este año en Canadá muchas cosas cambiaron. “Entre ambos mundiales noté como diferencia que el primero fue más espontáneo, más puro. Los equipos estaban más tranquilos y relajados. Todos se divertían. Al segundo llegaron más preparados. Todos iban a ganar. Se sintió más competitivo y no tan fraternal como antes” explica Luis, mientras que Gonzalo añade: “Si bien nos tocó un grupo que no era tan complejo y el único rival fuerte era Inglaterra. Fuimos con la esperanza de ganarles, pero nos dimos cuenta que ellos crecieron exponencialmente. Ya para el cruce con Estados Unidos, que salió campeón por segunda vez, jugamos pensando en absorber todo el conocimiento posible de su juego. A Francia le ganamos y nos hicimos del quinto puesto, pero también se notaba una diferencia en lo estructural”.

Este año, Argentina se superó: en el cuadro final terminó dos puestos más arriba que en el Mundial de Inglaterra, pero les quedó un cierto sabor amargo que los motivó para afrontar una preparación más intensa y llegar fortalecidos con vistas a la próxima cita: Barcelona 2018.


¿Qué es el Roller Derby?

Es un deporte de contacto y estrategia, que juegan tanto mujeres como hombres, en el que dos equipos se enfrentan en una pista desplazándose en sentido contrario a las agujas del reloj. Los jugadores deben contar con patines de dos ejes -conocidos como quads-, las protecciones estipuladas en el reglamento (protector bucal, casco, coderas, rodilleras y muñequeras) y la vestimenta correcta para que sean identificados con claridad por los jueces.

Los encuentros duran 60 minutos y se dividen en dos tiempo de 30, que a su vez se particionan en períodos de un máximo de dos minutos -jamms- durante los cuales se enfrentan las formaciones elegidas por los entrenadores. En cada uno de estos jamms, los jugadores que saltan a la pista pueden variar, con un máximo de cinco por lado.

Una formación estándar (puede variar según la estrategia) está conformada por tres defensores o bloqueadores (deben detener al anotador contrario y, de ser posible, abrirle paso al propio), un pivote (es un defensor que cuenta con algunas características más, como la de realizar un “pase estrella” y convertirse en el anotador) y el jammer (éste es el único que puede marcar puntos, y lleva un cubre cascos con una estrella para ser ubicado por los árbitros).

Los equipos suman puntos cada vez que el jammer atraviesa el pack –zona donde se encuentran los bloqueadores de ambos bandos- sin cometer infracciones ya que, de hacerlo, sería penalizado. El primero de los dos jammers en superar el pack al momento de comenzar el jamm, se transforma en jammer líder y tiene la potestad de cortar el juego cuando lo crea conveniente.

Es un juego de contacto. Los integrantes de cada equipo deben tratar de desestabilizar al jammer rival, bloqueándolo o chocándolo. Sin embargo, hay limitaciones. Sólo está permitido el contacto de ciertas partes del cuerpo sobre lugares específicos. En caso de no respetarse esta reglamentación, se sanciona como infracción.

Quienes cometan faltas deberán dirigirse a la “caja de penalizaciones” donde cumplirán una sanción de 30 segundos, durante la cual su equipo no puede sustituirlo. Si la infracción es muy grave, puede ser motivo de expulsión. Además, hay penalizaciones por salirse del circuito o realizar movimientos contrarios a los estipulados en el reglamento.

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