¿Cómo es una escuela autogestionada?

por Revista Cítrica
07 de febrero de 2014

Serena Colombo, integrante de la escuela cooperativa Mundo Nuevo-del barrio de Villa Crespo- nos cuenta una forma de educación mucho más democrática.

Muchos piensan a la escuela como una estructura vertical, como a instituciones en las que hay un ordenamiento más o menos jerárquico en las decisiones.

Pero sabemos que existen en la Argentina muchas escuelas que son gestionadas colectivamente. ¿Es posible la autogestión, la democracia directa en instituciones educativas?

Nosotros sabemos que es posible, es más, doblamos la apuesta y sostenemos que es el modo más adecuado, respetuoso y sustentable de entender la educación.

La participación democrática además de un derecho es un ejercicio que se practica y se aprende.  Mientras desde los lineamientos educativos, los diseños curriculares, los discursos de los especialistas en educación, los sindicatos, se sostiene la necesidad de proponer una escuela en la que se practique la participación y se enseñe a argumentar y a respetar las opiniones de otros, no existe propuesta (salvo algunas propuestas muy aisladas) que permita un reordenamiento estructural de las escuelas que promueva esto entre los trabajadores y tampoco con las familias de los estudiantes.

Ahora, entonces, la pregunta debería ser: ¿es posible enseñar algo que no se practica?

Las escuelas de gestión social son espacios abiertos y democráticos que ponen en práctica este modo de relacionarse con los otros.

En las cooperativas de trabajo, por ejemplo, el órgano máximo de decisión es la asamblea en la que todos los trabajadores (tanto los que ejercen tareas docentes, como de maestranza o administración) tienen el mismo poder de decisión: el voto.

Esta particularidad ya implica un cambio sustancial en el modo de encontrarse en el trabajo, porque mientras en un espacio un compañero es maestro y otro director de la escuela y trabajan de acuerdo a sus funciones, en la asamblea, puede ocurrir, que ese maestro sea el presidente del consejo de administración de la cooperativa y sea parte del equipo que evalúa el accionar de ese director o directora.

En una asociación civil, organizada por padres y trabajadores, los órganos de decisión pueden ser muy diversos, pero ocurre otro tanto y en este tipo de organización institucional,  lo interesante es el vínculo más estrecho con las familias en la escuela.

Hay muchas escuelas en nuestro país que tienen modalidades de funcionamiento como las que describimos.  Muchas de ellas tienen una larga trayectoria y otras son más recientes (creadas a partir de la crisis de 2001) pero no ha habido hasta ahora un reconocimiento a su especificidad.

Desde el año 2006, la Ley Nacional de Educación Nro. 26.206 establece por primera vez un tipo distinto de gestión escolar.  Esto quiere decir que además de reconocer la gestión estatal y la privada, aparece la gestión social y cooperativa.  A partir de la promulgación de la ley, entonces tenemos un nuevo instrumento que nos permite reconocer a este tipo de instituciones y mirarlas en su especificidad.

Pero lo que nos importa aquí es ver cómo este tipo de experiencias nos muestran las condiciones de posibilidad de reglas de juego democráticas y horizontales en la escuela.

Ciertamente tenemos que pensarla (a la institución escolar) muy diferente a como estamos acostumbrados. Salirnos del orden jerárquico, de las responsabilidades segmentadas y pensarnos en un colectivo en el que más allá de que cada uno tiene trabajos asignados, la gestión, las metas, los sueños, son asunto de todos.

Esto implica muchas veces deponer ideas o pareceres en función de la opinión de la mayoría y sostener esas decisiones.  Significa generar espacios para que esas discusiones ocurran tanto entre adultos como entre niños y escucharnos todos.

En la escuela de la que soy parte, por ejemplo, existe un cuerpo de delegados de los chicos de primaria que se reúne cada quince días con dos maestros a almorzar.  Allí se discute, se pone sobre la mesa el parecer de cada grado, cuestiones más globales sobre el funcionamiento de la escuela y cada iniciativa se traduce en una acción (una carta al Consejo de Administración solicitando algo, una reunión entre dos o tres grados para resolver un problema, una encuesta, etc.) de este modo los chicos y los adultos interactúan en un espacio de participación respetuoso en el que todos aprendemos.

En la misma escuela (que es en este caso una cooperativa de trabajo), los trabajadores tenemos la obligación de formar parte de por lo menos una comisión de trabajo en la que hacemos propuestas o llevamos adelante acciones de diverso tipo que hacen a la gestión de la cooperativa.  Ejemplo de ello es la Comisión de Acción Cooperaretiva que se ocupa, por ejemplo, de mantener al tanto a los compañeros de los deberes y derechos de los asociados, de las cosas que pasan en otras cooperativas, de armar encuentros con otras instituciones, etc.  Mientras tanto la Comisión Pedagógica, mira con lupa las cosas que nos andan inquietando al respecto y organiza encuentros para pensar, propone materiales de estudio imprimiendo una mirada global de la institución que aporta mucho a la especificidad del trabajo pedagógico que se hace en jardín y primaria.

Respecto a la relación con el conocimiento en términos generales, en espacios realmente democráticos el trabajo que se hace con los chicos es altamente significativo. Esto quiere decir que es un objeto de reflexión permanente entre los docentes el qué y cómo se enseña y con los chicos, de otros modos, también. La propia gestión de clase en la que el maestro acuerda con los chicos qué se va a trabajar y en qué momento, prepara a todos los participantes y colabora muchísimo con el interés sobre el objeto a conocer. Este tipo de prácticas, además de respetuosas de las personas son absolutamente motivadoras y, por ende, despiertan el interés y la atención de los chicos y los maestros.

Estas pequeñas muestras de participación democrática, se producen de maneras diversas en muchas escuelas a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio y son por un lado iniciativas que es necesario apoyar desde las políticas gubernamentales y por el otro lado mirar desde los otros modos de gestión.

En palabras de Paulo Freire “...el momento fundamental en la formación permanente de

los profesores es el de la reflexión crítica sobre la práctica. Es pensando críticamente la práctica de hoy o la de ayer como se puede mejorar la próxima.” Y qué mejor espacio para ello que una institución estructuralmente democrática que se piensa permanentemente y que genuinamente se da el espacio para hacerlo.

Serena V. Colombo

Integrante de la Escuela Cooperativa Mundo Nuevo (Ciudad de Buenos Aires)
miembro de FECEABA (Federación de Escuelas Cooperativas y Entidades Afines de Buenos Aires), FACTA (Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados) y de la Asociación de Educación de Gestión Social

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