A marcha atrás

por Revista Cítrica
14 de marzo de 2017

Más de mil suspensiones en la industria automotriz, persecución gremial y un sindicato que le da la espalda a los trabajadores.

Una vez más nos encontramos con dos realidades (bien distintas) en un mismo país: mientras el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina (Smata) firma un acuerdo productivo con el gobierno nacional, a través del cual se generarían “30 mil puestos de trabajo directo y 150 mil indirectos y la producción de un millón de vehículos”, sigue los despidos encubiertos en dos fábricas automotrices: Volkswagen anunció 700 suspensiones en su planta de Pacheco hace una semana y General Motors, unas 350 en la ciudad de Rosario. Y los más de mil trabajadores en la calle denuncian persecución de las empresas y complicidad del gremio. No creen -además- que el sector esté atravesando una crisis.

Desde hace cuatro años los trabajadores de Volkswagen viven con el fantasma del desempleo sobrevolando la planta. Primero fueron los retiros voluntarios, las prejubilaciones y los despidos por goteo. Después las suspensiones rotativas. Y desde el primero de marzo, de los 4.500 operarios de la fábrica de Pacheco, 698 tienen su futuro laboral en suspenso. La fórmula parece ser siempre la misma: empresarios que quieren ganar con los trabajadores como variable de ajuste, sindicalistas que hacen la vista gorda y un gobierno que no escucha.

“Lo que sucede es que quieren aumentar la productividad bajando los costos. Redujeron un 20 por ciento el tiempo de descanso de cada trabajador y de tres turnos pasamos a dos. Producen casi la misma cantidad pero invierten menos”, denuncia Javier Aparicio, ex delegado y uno de los empleados suspendidos de Volkswagen.

“Desde abril del año pasado se mantuvo un esquema de suspensiones rotativas. Se suspendía una semana por mes a cada trabajador. Y de esa forma se redujo un 15 por ciento nuestro salario. Esto sumado a los retiros voluntarios, se fue achicando el personal. La empresa no tenía potestad de echar a nadie pero igual seguía rajando con goteo. Además detrás de todo esto hay una persecución gremial y política muy grande. No hay democracia sindical en los lugares de laburo”, nos confirma otro trabajador de Volkswagen que prefiere no revelar su identidad, por miedo a futuras represalias de la empresa.

El miedo del compañero no es desmedido. La mayoría de las casi 700 suspensiones en Pacheco recayeron sobre trabajadores con actividad gremial. “No es casual que muchos de los suspendidos integramos la lista opositora en las elecciones del sindicato. La empresa nos quiere dejar afuera y el sindicato avala estas movidas”, afirma Aparicio. Y acuerda Romina Yurkstas, trabajadora de General Motors: “Estamos afuera por pensar distinto a los delegados. Nos postulamos, y ahora lo pagamos con estas suspensiones”.

En General Motors de Rosario las suspensiones son 350. Smata firmó un acuerdo donde avala que después de los nueves meses los trabajadores quedan “desafectados de la empresa”. “Estos son despidos encubiertos. Este es un acuerdo ilegal y vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que se caiga porque queremos volver a trabajar. La línea no bajó tanto como para que suspendan a esa cantidad de compañeros. Y adentro se está corriendo y  un compañero está haciendo el trabajo de dos personas. La mayoría de los suspendidos es gente lesionada en la empresa, por el trabajo duro que hacemos. No es justo que te tengan 10 o 20 años trabajando, te rompan todo, y después te peguen una patada en el culo”, enfatiza Romina.

Según un documento del Conicet, Flacso y tres universidades nacionales dado a conocer en enero último, la industria automotriz es una de las ramas más afectadas por despidos y suspensiones durante el último año y medio. Con suspensiones en Fiat, Ford, Scania e Iveco y despidos en Volkswagen, Renault, Ford, Honda e Iveco.

Sin embargo, el ex delegado de Volkswagen no cree que el motivo de las suspensiones sea una crisis económica. Incluso la planta argentina es la mayor productora de la marca en el mundo y la única en fabricar la línea Amarok: “Ellos siguen vendiendo comos siempre.Tenemos menor producción global pero mayor por turno. Hacen solo 50 unidades menos pero de todos modos llegan al objetivo. Que no nos engañen”.

“Vivimos una situación muy angustiante con el anuncio de las suspensiones. No es grato escuchar tu nombre ni el de un compañero. Y tampoco hay una perspectiva real de que esos suspendidos puedan volver. Nos hacen un trabajo psicológico tremendo. Nos presionan para que la mayoría opte por los retiros voluntarios”, sostuvo el trabajador.

“El sindicato lo intentó presentar como un mal menor, un buen acuerdo, que le daba la posibilidad al trabajador de seguir hasta junio de 2018. Esta noticia cayó muy mal”, agrega el trabajador sobre el gremio liderado por Ricardo Pignanelli. Los mandaron a sus casas, a esperar. Desde Smata dicen que un buen acuerdo es no trabajar y no cobrar, insólito logro para quienes, se supone, defienden las fuentes trabajo y a sus trabajadores.

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